La niña y su abuelo.
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El salón de eventos Florencia del Hotel Residencial Inn en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas estaba a su máxima capacidad. Era la ceremonia de fin de cursos de la escuela primaria Villa Freinet. Directivos y personalidades del mundo empresarial y de la política local se encontraban sentados frente a una mesa grande y bellamente adornada. A un lado, un elegante atril de caoba negra con un micrófono adornado con listones azules y verdes. Y frente a este, el maestro de ceremonias, sonriente y elocuente. Levantó sus brazos para pedir silencio al público, y entonces solicitó la presencia de la oradora principal de esa mañana: la persona encargada de dar el discurso de despedida a nombre de los alumnos y alumnas del sexto grado de primaria. Todo mundo en el recinto volteaba de un lado a otro preguntándose quien había sido el elegido para tan grande honor. El maestro de ceremonias se dirigió hacia la zona reservada para los alumnos y hablo nuevamente: —Es por eso, distinguido público, padr