Filosofía Parte I – La Metafísica.

 

La pregunta Metafísica. ¿Qué es la realidad?

La filosofía es una disciplina de estudio que se ocupa de cuestionar, analizar y reflexionar sobre los fundamentos del conocimiento, la realidad y la existencia. Abarca todo el espectro del saber y quehacer humano, desde la ciencia, el arte, la política, la religión, la cultura y la educación. Su objetivo es buscar la verdad, la justicia y el sentido de la vida y de todo cuanto existe. La filosofía no es solo una actividad teórica, sino también práctica, pues nos ayuda a orientar nuestra acción y a resolver los dilemas que se nos presentan en el mundo.

Se desarrolló en la antigua Grecia hacia el siglo V AC, específicamente en la zona llamada Jonia, ubicada en la costa occidental de la actual Turquía. Para ubicarla geográficamente, podemos referirnos al mapa siguiente:


Jonia. Dentro del círculo rojo. En azul apreciamos Atenas en la Grecia continental.

Los campos de estudio de la filosofía clásica giran en torno a problemas específicos del mundo y del hombre. Al ser una disciplina muy antigua, algunos de estos problemas parecieran no tener relevancia en el mundo contemporáneo. Sin embargo, lo cierto es todo lo contrario. Los temas de la filosofía clásica siguen vigentes, aunque los métodos de estudio han tenido que adaptarse a los avances de la época actual.

Realizaremos un acercamiento a los campos de estudio clásicos de la filosofía mediante ejemplos y formulando preguntas donde sea pertinente.

 

LA PREGUNTA METAFÍSICA. ¿Qué es la realidad?

Invito al lector a que realice el siguiente ejercicio: pararse enfrente de su casa, oficina, o cualquier lugar donde se encuentre y observar detenidamente todo a su alrededor, todo lo que pueda observar y escuchar. Al cabo de unos minutos, cuando considere que ya observó y escuchó todo, le invito a que coteje lo aprehendido con la siguiente lista de elementos: calle, ruido, voces, árboles, animales, personas, cerros y montañas, vegetación en general, tierra, cielo, nubes, el sol, estrellas (si realizó el ejercicio de noche), edificios, casas, anuncios, sonido del viento.

Con toda seguridad el lector pudo percibir mediante los sentidos de la vista y el oído todos o algunos de los elementos arriba mencionados. Quizá pudo percibir algún otro elemento que no esta en la lista y está muy bien. Pudo captar todo cuanto le rodeaba en ese momento.

A todo lo anterior, en filosofía se le llama: realidad. Y para ser más específico, realidad física objetiva.

En efecto, realidad es todo lo que nos rodea, tanto de origen natural (flora, fauna, mar, ríos, cielo, cosmos, seres humanos) como de origen social/cultural (casas, parques, automóviles, edificios, idioma, música, ideas, instituciones de todo tipo, y cualquier otro tipo de construcción social).

¿Y esto es toda la realidad? ¿no hay otra realidad que esté más allá del alcance de nuestras percepciones?

Esta es la pregunta metafísica: ¿Qué hay más allá de la realidad aparente que se presenta ante mis sentidos?

Y sobre esto reflexionaron los primeros filósofos de la antigua Jonia. La metafísica es una rama de la filosofía que estudia la o las realidades que están más allá de la realidad física observable y / o palpable. Su etimología misma lo indica: la palabra META significa “por encima de”, por lo que una definición etimológica sería: “Metafísica es todo lo que está por encima o más allá de lo físico”.

Y cada uno de los filósofos que han reflexionado sobre el tema, han aportado sus propuestas. Desde Parménides y Tales, pasando por Platón y Aristóteles hasta nuestros días, han existido propuestas que a la luz de la ciencia actual han podido ser corroboradas algunas y descartadas otras tantas.

La metafísica clásica, o dicho más exactamente, los filósofos que abordaron el tema de la metafísica en la antigüedad llegaron a la conclusión (en su mayoría, no todos) de que definitivamente hay una realidad no accesible a la percepción sensorial humana. Una realidad que se mueve bajo parámetros diferentes.

Tomemos el ejemplo ya clásico y muy conocido de Platón y su teoría del Mundo de las Ideas. Platón, al igual que todos los que hicimos el ejercicio de observar la realidad física, se percató de que ésta era imperfecta en su proporción. Es decir, no encontró simetría al observar un bosque, tampoco encontró uniformidad al observar personas o cosas. Todos y cada uno de los elementos de la realidad aparecían ante los ojos de Platón como una masa multiforme y multicolor (lo cual es cierto).

Esto hacía prácticamente imposible la definición de cada elemento de dicha realidad (algo muy valorado en la antigua Grecia), por lo que a base de reflexiones intuitivas y teniendo la influencia de los conocimientos esotéricos adquiridos en sus viajes de estudio a Egipto, llegó a la conclusión necesaria de que tenía que haber una realidad alternativa en la que todos los elementos de la realidad física estuvieran representados. Una realidad alternativa (no física) en donde, por ejemplo existiera el prototipo perfecto de un árbol, el cual tendría manifestaciones múltiples en el mundo físico (no hay dos árboles iguales). Y esto último era para todos y cada uno de los elementos de la realidad física. En términos modernos, Platón proponía que debía existir un mundo alternativo, no físico, donde toda la realidad física se viera reflejada en un modo perfecto, simétrico y único. A esta realidad alternativa Platón la llamo: El Mundo de las Ideas.

La metafísica platónica tuvo un impacto decisivo y favorable cuando la fe cristiana se diseminó por el mundo helénico durante los primeros siglos de nuestra era. La metafísica daba un soporte adecuado a las creencias en el más allá del cristianismo. La metafísica cristiana aborda el tema del cielo y el reino de Dios como una realidad que está más allá de la realidad física aparente del mundo. Metafísica platónica y fe cristiana en el más allá, se fusionaron de manera perfecta.

Ciertamente, no toda la metafísica ha ido en esta dirección. Para efectos de ejemplificación hemos tomado el caso de Platón, pero hubo otros que hicieron propuestas diferentes e incluso radicalmente diferentes, las cuales no analizaremos en este ensayo.

 

¿De qué nos sirve saber todo esto?

La ciencia moderna nos ha demostrado una y otra vez que los sentidos son instrumentos insuficientes y en muchos casos deficientes para acceder a todas las dimensiones de la realidad. Citando al astrofísico Neil deGrasse Tyson (director del planetario Hayden e investigador del departamento de Astrofísica del museo americano de historia natural), la percepción sensorial humana (la vista, el oído, el tacto y demás) no pueden ser utilizados como evidencia en la investigación científica. Toda investigación debe realizarse con instrumentos de medición, y mientras más avanzados mejor. Afirmar que tal o cual fenómeno o evento es verdadero (o falso) porque lo pudimos ver o escuchar es inaceptable en el mundo científico.

Estamos y actuamos en este mundo gracias en gran parte a nuestras facultades sensoriales (ver, oír, palpar, degustar, oler) y esto no puede cambiar, es lo que somos. Pero la ciencia y la evidencia empírica cotidiana nos enseñan que en ocasiones, los sentidos nos engañan. Y pagamos consecuencias por ello.

La metafísica filosófica tiene el potencial de enseñarnos a abrir nuestra mente a otras realidades, incluso dentro del mismo mundo físico, y en esto radica su potencial educativo.

Cierro con una invitación a leer el siguiente artículo donde exploraremos la segunda disciplina filosófica: La Ontología.


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