Filosofía Parte II – La Ontología.

 

Ontología. Reflexionando a la sombra de un Templo.

Invito al lector (lectora) a leer el ensayo anterior titulado: Filosofía Parte I – La Metafísica. De este modo, al abordar este segundo tema, la lectura y comprensión será más rápida. Sin más que decir, iniciamos.

La Ontología es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar el aspecto más importante de la realidad: la existencia. La existencia en su totalidad como objeto de estudio. Metafísica y Ontología son dos disciplinas que van juntas casi siempre, se estudian en conjunto y los grandes sistemas filosóficos las han abordado como un binomio la mayoría de las veces. La Metafísica estudia la realidad y la Ontología estudia la existencia que fluye dentro de dicha realidad. Es como estudiar la suma y la resta. Aprender a sumar requiere aprender a restar también, de otro modo la capacidad de realizar operaciones aritméticas básicas será incompleta e irrelevante.

A la Ontología generalmente se le describe como la ciencia que estudia el ser, y esto puede llevar a confusión. Cuando se habla del ser no se habla de un ser en particular, es decir, no se refiere a un ser vivo o persona en específico. Por eso es más correcto decir existencia. Todo lo que existe en la realidad, eso es el objeto de estudio de la ontología.


La pregunta Ontológica: ¿Qué es lo que existe?

Invito al lector a que realice un ejercicio que consiste en responder esta pregunta: ¿Qué es lo que existe?

Cuando haya terminado, le invito a que reflexione brevemente como realizo dicho ejercicio: ¿salió de su casa y se puso a observar todo cuanto le rodea?, o ¿lo hizo de manera puramente mental, introspectiva, y usando sus memorias y pensamientos?

Sea cual sea el método que utilizó y la conclusión a la que llegó, quizá pudo darse cuenta de que la pregunta en apariencia fácil de responder, en realidad no lo es tanto. Es decir, no es tan fácil determinar lo que existe.

La segunda conclusión a la que podemos llegar es, que sea cual sea el método que utilizó, probablemente realizó las siguientes reflexiones: existe todo cuanto nos rodea, flora y fauna, los fenómenos atmosféricos, el mar, la tierra, los seres vivos y el ser humano. Existe también todo lo que la cultura humana ha producido y sigue creando. Existen los pensamientos, las ideas y en última instancia, concluirán algunos, existe Dios y toda su creación.

Todas estas respuestas son correctas y adecuadas. Y a la luz de la época actual, el planteamiento podría parecer hasta infantil. Y es aquí donde se pone interesante el asunto.

La siguiente historia ocurre en un salón de clases de primer semestre de secundaria, la materia: matemáticas.

El profesor está explicando la teoría de conjuntos y explica que una forma de clasificarlos es por su cantidad y duración en el tiempo. Y así, explica el maestro, existen conjuntos finitos, los cuales tienen un principio y un fin, y existen los conjuntos infinitos los cuales no tienen fin, y por consiguiente tampoco tienen un principio. Es decir, han estado ahí siempre.

El maestro invita entonces a los alumnos a proporcionar ejemplos de ambos tipos. Y así, los alumnos van dando ejemplos tanto de uno como de otro. Uno de los alumnos propone como conjunto infinito “todos los árboles que existen en el planeta”, a lo cual el maestro responde que ese es un excelente ejemplo de conjunto infinito, porque no hay modo de saber cuantos árboles existen en un momento determinado. Ningún ser humano es capaz de saber con exactitud la cantidad de árboles que existen en el planeta. El alumno ve con alegría como el maestro le pone un punto por su participación.

De pronto, otro alumno levanta la mano y dice: “maestro, yo no estoy de acuerdo con ese ejemplo; no considero que todos los arboles del planeta sea un buen ejemplo de conjunto infinito”.

La objeción toma por sorpresa al maestro y los alumnos guardan un silencio sepulcral: “ ¡se atrevió a contradecir al profe! ”

El maestro, ya repuesto de la sorpresa, sonríe y le pide al alumno que se explique con más detalle. A lo que el alumno responde dando su primer argumento:

Alumno – Estoy de acuerdo en que no hay modo de saber cuantos árboles existen en el planeta, eso no lo discuto. Sin embargo, eso no lo convierte en conjunto infinito.

Maestro – ¿Y por qué no?

Alumno – Porque el no saber la cantidad total de árboles, se debe únicamente a la imposibilidad humana de realizar el conteo, pero en un momento determinado, digamos en este mismo instante, el planeta debe contar con un numero X de árboles, podamos o no podamos contarlos. Están ahí, y es un conjunto finito porque se encuentran en un espacio finito que es la tierra.

Maestro – Bueno pues entonces, a partir de hoy, tienes una nueva tarea: contar los árboles que existen en el planeta. Puedes empezar con los que hay dentro de la escuela, después cuentas los de la calle, después los de la colonia, después los de la ciudad y así progresivamente. Para cuando estes contando los del estado entero, el numero que contaste en tu colonia ya no será el mismo porque ya habrán nacido nuevos árboles y desaparecido otros (por talado u otra causa), y tendrás que volver a empezar y el ciclo se repetirá indefinidamente.

El debate generó risas, pero también controversia. La historia es totalmente real, ocurrió. 

Regresando a nuestro tema, ¿qué nos puede enseñar esta historia?

Primeramente, el enfoque que ambos tienen hacia un elemento de la realidad y la existencia: todos los árboles del planeta:

El maestro y el alumno tienen enfoques diametralmente opuestos pero ambos válidos dentro de la filosofía y en particular de la metafísica ontológica:

La postura del maestro: solo podemos conocer la existencia de algo cuando lo podemos percibir a través de nuestros sentidos, lo demás es irrelevante (exista o no exista) porque está fuera del alcance humano.

La postura del alumno: el hecho de que el ser humano no pueda percibir o aprehender algo de la realidad, no significa necesariamente que no exista. La existencia de algo no depende de la capacidad humana para percibirlo.

Y así, cuando nos hacemos la pregunta ontológica ¿qué es lo que existe?, tenemos dos formas de abordar el problema:

Existe todo lo que soy capaz de ver y reconocer con mis sentidos (mundo y cosmos). Lo que no puedo percibir, no puedo aceptarlo como existente en la realidad, y por lo tanto es irrelevante. Este es el enfoque que usamos inconscientemente al inicio de este ensayo cuando le pedí al lector que hiciera el ejercicio de responder ¿qué es lo que existe?

Esta primera forma de abordar la realidad y la existencia recibe en Filosofía el nombre de REALISMO. Pensar en modo realista es pensar de modo natural, lógico y coherente; basado siempre en evidencia física, basado en lo que los sentidos nos dicen. Este es el modelo filosófico que dio nacimiento al método científico.

Por otro lado, en el segundo enfoque, el del alumno, la existencia y la realidad no dependen únicamente de las capacidades humanas (los sentidos de la vista, oído, olfato, tacto y gusto). Este enfoque considera que la realidad es lo que es y que existe lo que existe, independientemente de que el ser humano sea capaz de percibirlo o no. Ciertamente admite que los sentidos son una fuente primaria para acceder al mundo (realidad y existencia), pero no se limita a ellos. Pone un gran énfasis en el intelecto humano (pensamiento e intuición) como método para acceder a espacios de la realidad y de la existencia. Esta forma de abordar la realidad y la existencia recibe en Filosofía el nombre de IDEALISMO.  

Pensar en modo idealista es pensar en modo no natural, es decir, es una forma inventada por los filósofos. No obedece al sentido natural del pensamiento y la acción humana, es creado en “el laboratorio”. Y es muy poderoso; le ha dado a la cultura humana herramientas de pensamiento superiores que le permiten llegar a espacios de la realidad donde los sentidos no alcanzan. Un ejemplo clásico de esto: las matemáticas.

Las matemáticas (números y operaciones) son elementos de una realidad que no es material, no existen en el mundo físico pero si en un mundo metafísico (que está más allá de lo físico perceptible). Y accedemos a ellas mediante el pensamiento, y las utilizamos para resolver problemas de cualquier tipo. A través de las matemáticas hemos podido conocer espacios de la realidad cuya existencia está fuera del alcance humano, por ejemplo: el movimiento del sol y los planetas, las distancias dentro de la galaxia y  entre otras galaxias.

Con todo lo anterior, podemos replantearnos la pregunta inicial ¿qué es lo que existe?, y podemos esbozar una respuesta más completa: existe todo lo que existe, perceptible a los sentidos del ser humano o no, y podemos acceder a esas realidades mediante nuestros sentidos o bien mediante herramientas metafísicas (ideales) tales como el pensamiento, la intuición y las matemáticas.

Para cerrar este ensayo, exploraremos dos filósofos que intentaron responder a la misma pregunta ¿qué es lo que existe?


PLATÓN – El Mundo de las Ideas.

Ante esta pregunta, Platón responde: existe una realidad física, al alcance de nuestros sentidos y que es imperfecta en sus formas, en su distribución y en su esencia. Existe también una realidad no física, de orden ideal, en la que existe una versión perfecta de todo lo que existe en la realidad física.

Podemos acceder a esta realidad ideal perfecta únicamente con el intelecto, con el uso de la razón. En esta realidad podemos encontrar versiones perfectas de todo lo imperfecto del mundo real. A esta realidad la llama el Mundo de las Ideas.

Para Platón el mundo se dividía en dos: el mundo sensible y el mundo inteligible.

El mundo sensible es lo que nosotros (ciudadanos contemporáneos) entendemos por el mundo físico, perceptible ante nuestros sentidos: todo lo que existe en el planeta, el cosmos, y el ser humano. A cada uno de los elementos que forman el mundo físico Platón los llamó particulares.

El mundo inteligible es el mundo de las ideas, al que solo se puede acceder mediante la razón, el intelecto.

En el mundo inteligible existen realidades universales, las cuales son una versión perfecta y universal de todo lo que existe en el mundo físico.

Veamos un ejemplo:

Si yo le pido al lector que cierre sus ojos y piense en un automóvil. ¿Qué automóvil visualizó? (le pido encarecidamente al lector que realice este ejercicio antes de continuar leyendo), no le tomará más de un par de minutos.

Listo. ¿qué automóvil visualizó? Quizá visualizó su propio coche si es que tiene uno, quizá fue el del vecino, o el del amigo o familiar. Quizá visualizó un Tesla, un Ford, un Honda o un BMW. O probablemente no visualizó ninguno en particular, solo una figura genérica de un auto la cual contenía todos los elementos requeridos para ser considerado un auto. Generalmente las personas, en un ejercicio así, visualizan un choche genérico, un coche que es coche porque contiene de manera universal todo lo que lo distingue como tal.

Aplicando la teoría de Platón decimos lo siguiente:

El auto genérico, no específico, pero que cumple con todos los requisitos para ser llamado auto, pertenece al mundo de las ideas, y fuimos capaces de acceder a el mediante el puro uso del intelecto (cerramos los ojos y lo visualizamos).

En cambio, el Tesla, el Ford, el BMW y cualquier otro, son autos de tipo particular porque cada uno de ellos tiene algo que los distingue (la marca, el color, el tipo de motor, etc.), y por lo tanto pertenecen al mundo sensible. Ahora bien, todos ellos tienen algo en común que, independientemente de sus particularidades, los distingue como auto. Ese algo en común se encuentra en el mundo inteligible (mundo de las ideas) y llegamos a él gracias al uso del intelecto.

Para un lector contemporáneo esta propuesta del mundo de las ideas (mundo inteligible), puede parecer extraño, raro o extravagante por decir lo menos. Sin embargo, si “le damos una ligera sacudida” a dicha idea, se nos presenta un mundo supra natural o espiritual. Platón nunca llegó a definirlo así, pero los filósofos posteriores, en especial los apologistas cristianos de los primeros siglos, encontraron en dicha teoría una forma filosófica de explicar el mensaje de la vida eterna, en un reino que no es de este mundo, y que está mas allá del mundo sensible. La idea Platónica ha sido estudiada, debatida, refutada y más recientemente refundada por los filósofos del renacimiento y los idealistas alemanes.


ARISTÓTELES – El mundo sensible y sus categorías.

Ante la pregunta ¿qué es lo que existe?, Aristóteles escucha atentamente a su maestro Platón y aprende su teoría del mundo de las ideas y las entidades universales. Aristóteles admira profundamente a su maestro, lo respeta y busca ser como él. Es uno de sus alumnos más destacados y sin duda alguna, el que llegaría a ser más famoso.

Sin embargo, muy a su pesar y sin que esto represente una falta de respeto al gran Platón, el no está de acuerdo con su teoría. Y la refuta, y elabora una respuesta diferente. Diferente y poderosa. Tanto que se convirtió en filosofía sólida durante más de mil años y cimentó las bases del pensamiento científico moderno.

Aristóteles rechaza la idea de un mundo inteligible y separado del mundo físico. Sostiene que toda la realidad y lo que existe se encuentra únicamente en el mundo sensible, el mundo físico, el mundo que podemos conocer a través de los sentidos y mediante métodos de investigación y categorización.

Y así, sin más preámbulo, Aristóteles responde: existe todo lo que se encuentra en el mundo físico y para conocerlo debemos aprender a observarlo. Esto implica saber analizar y categorizar todo lo existente, y descubrir sus propiedades de esencia y forma, sus características particulares, y finalmente su estado actual en el mundo y lo que potencialmente puede llegar a ser.

Para ello, este filósofo dedico una parte importante de su vida a desarrollar distintas teorías que le permitieron estudiar la realidad desde una perspectiva realista, objetiva y material. Sus estudios sentaron las bases de futuras disciplinas como la biología y la zoología, por mencionar algunas.

Otro de los grandes aportes al estudio de la realidad y la existencia (metafísica y ontología) fue su teoría de las causas de la realidad más allá de lo físico o sensible. El hecho de que refutara a su maestro, no le impidió reconocer que todo lo que existe debía tener una “causa primera” y esta, paradójicamente, no se encontraba en el mundo físico. Es decir, reconocía que todo cuanto existe en el mundo físico tuvo una causa que lo produjo, y esta causa tuvo a su vez otra causa que la produjo, y así sucesivamente hasta llegar al principio de todo. Un principio que dio origen a todo y que el reconocía que no procedía del mundo material. El llegó a la conclusión de que esa causa primera de todo era de naturaleza etérea y lo llamo Dios. Con esto no debemos pensar que Aristóteles creía en un Dios como lo entendemos los que profesamos una religión. Para el, Dios era lo único que podía explicar el surgimiento de la realidad. Porque pensaba que de la nada no puede surgir absolutamente nada; forzosamente y por sentido común, todo cuanto existe debió tener un origen.

La metafísica de Aristóteles sigue siendo una obra fundamental para comprender el origen y el desarrollo de la filosofía occidental, así como para reflexionar sobre los problemas más profundos y universales de la existencia humana.


CUADRO LA ESCUELA DE ATENAS – DE RAFAEL.


La Escuela de Atenas. Rafael Sanzio. Periodo Renacentista.

Una imagen habla por mil palabras y lo vamos a comprobar con este cuadro titulado: La Escuela de Atenas. Antes de cerrar con el capítulo final, quiero dejar al lector esta obra de arte, que nos podrá ayudar siempre a recordar la esencia del pensamiento platónico y aristotélico, en lo que se refiere a sus teorías de la realidad y la existencia.

La Escuela de Atenas es una de las obras más representativas del pintor italiano Rafael Sanzio. Fue realizada entre 1510 y 1511 en pleno periodo renacentista. Se localiza en el Palacio Apostólico del Vaticano.

El cuadro muestra una escena imaginaria en la que se reúnen los principales filósofos, científicos y artistas de la antigüedad clásica y del propio Renacimiento. En el centro del cuadro podemos distinguir dos de esos filósofos: Platón y Aristóteles.

Platón está representado por el hombre anciano ubicado a la izquierda (con perspectiva del observador) y que apunta hacia el cielo con su dedo índice derecho.

Aristóteles está representado por el hombre que camina a su lado (ubicado a la derecha con perspectiva del observador) y cuya mano derecha extendida señala hacia abajo.

Este cuadro resume perfectamente lo que hemos estudiado de Platón y Aristóteles en este artículo. Platón señala hacia el cielo indicando que la realidad, la existencia y la verdad de todo se encuentra en el mundo de las ideas. Mientras que Aristóteles señala hacia abajo indicando que el mundo sensible es la realidad primaria y el objeto de la ciencia. El conocimiento verdadero se basa en la observación y el análisis de los hechos empíricos, que se pueden clasificar y explicar mediante las categorías y las causas.


¿Sirve de algo la reflexión Ontológica hoy en día?

La Ontología tiene una gran relevancia en la actualidad, tanto en el ámbito filosófico como en el científico y tecnológico. Por un lado, la ontología sigue siendo una herramienta para reflexionar sobre las cuestiones más profundas y fundamentales de la realidad y del conocimiento. Por otro lado, la ontología en sus propuestas modernas se ha aplicado en campos como la lógica, la inteligencia artificial, la informática, la biología y las ciencias sociales, para construir sistemas formales que representen el dominio de un área de conocimiento y faciliten el razonamiento y la comunicación sobre él.

Y es precisamente sobre este último tema (conocimiento) sobre lo que vamos a desarrollar el próximo artículo. Exploraremos otra rama de la filosofía llamada Epistemología.



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