La Lectura: dulce sabor, suave tormento.

 

Vanguardia: lectura, ciencia, tecnología y sociedad.

Recientemente completé los estudios de un diplomado en habilidades digitales para la docencia. Como parte de los requisitos para integrarse a la plantilla docente en una escuela oficial, se debe acreditar este curso, entre otros.

El contenido de este diplomado es muy variado e incluye, entre otras cosas, métodos y técnicas modernas de enseñanza / aprendizaje, tendencias mundiales en la educación y por supuesto, un amplio repertorio de herramientas digitales para la docencia: clases virtuales, pizarrones electrónicos, creación de multimedia en modalidad de video, texto y música, podcasts, curado de contenidos, y páginas web.

Sin embargo, una de las cosas que me llamó mucho la atención fue un capítulo dedicado al cerebro de los jóvenes de hoy día. La tesis central es que a causa de los nuevos tiempos y la exposición constante a las aplicaciones digitales (redes sociales principalmente), los jóvenes aprenden de manera diferente a como aprendíamos los de generaciones anteriores. Y particularmente hace hincapié en el hecho de que los jóvenes de hoy no leen libros. No les interesa y está justificado precisamente porque los nuevos hábitos digitales han provocado una modificación en las estructuras neurales, al punto de que ya no es pedagógicamente correcto pedir que lean textos extensos.

La labor de un docente actual, moderno y digital, consiste en diseñar situaciones de aprendizaje significativo basado en los intereses de los jóvenes. La pedagogía contemporánea está alineando sus métodos, técnicas y estrategias a los nuevos tiempos, mismos en los que el actor principal es el estudiante y sus intereses, dejando en claro que ya no están interesados en leer.

Concuerdo totalmente con el hecho de que la pedagogía debe ir de la mano con los tiempos. Desde una perspectiva antropológica, el acto educativo consiste en formar al estudiante en los elementos de su cultura, la cultura en la que se desenvuelve. Educar es socializar. Es una relación bidireccional: la sociedad le dice a la pedagogía lo que debe enseñar, y la pedagogía enseña al estudiante lo que necesita saber para integrarse adecuadamente a la sociedad. Es un binomio perfecto.

Concuerdo también en que un docente debe crear constantemente y de manera creativa, situaciones de aprendizaje que movilicen todos los recursos del estudiante (cognitivos, emotivos, corpóreos, indagatorios y experimentales). Y debe hacerlo de maneras que entusiasmen a los alumnos.

Reflexionando un poco sobre todo esto, llego a la conclusión de que la falta de gusto por la lectura no es un fenómeno nuevo. Ha estado ahí por generaciones, quizá ha estado ahí desde siempre. La lectura, como producto cultural y evolutivo es bastante reciente: comenzamos a escribir y leer “apenas” hace cinco mil años aproximadamente. Al menos eso es lo que sabemos gracias a la investigación arqueológica en las zonas de la antigua sumeria, siria y Egipto. Entonces, ¿para qué leer? ¿qué beneficios me aporta la lectura, si es que algo aporta?

La lectura es una actividad en la que se involucran múltiples procesos cognitivos y emocionales en el cerebro humano.


La lectura, como producto cultural y evolutivo es bastante reciente: comenzamos a escribir y leer “apenas” hace cinco mil años aproximadamente


La neurociencia nos ha revelado paulatinamente algunos de esos procesos y beneficios:

  • Estimula la actividad neuronal y la conectividad entre diferentes regiones cerebrales, especialmente las relacionadas con el lenguaje, la memoria y la imaginación.
  • Mejora la capacidad de atención, concentración y comprensión lectora, lo que favorece el aprendizaje y el rendimiento académico.
  • Enriquece el vocabulario, la expresión oral y escrita, y el pensamiento crítico y creativo.
  • Fomenta la empatía, la identificación con los personajes y las situaciones de las historias, y el desarrollo de valores y actitudes.
  • Genera placer, bienestar y satisfacción personal, al reducir el estrés y la ansiedad, y al aumentar la autoestima y la confianza.

Hace algunos años, apareció en la portada del TEC Review (publicación académica del TEC de Monterrey) la foto de un bebe. Un bebe observando a la cámara. Al pie de la foto se leía el siguiente mensaje: “este niño, cuando sea grande, deberá enfrentar y resolver problemas que hoy día ni siquiera existen”. El artículo habla, en términos generales, de la manera como la sociedad del conocimiento está evolucionando a pasos agigantados y los problemas también.

Algunos de esos problemas son ya una realidad: cambio climático, escasez de recursos, pandemias, guerras, desigualdad, el surgimiento de la posverdad, y finalmente el advenimiento de la inteligencia artificial, la cual resolverá unos problemas pero creará otros potencialmente peores.

Nuestra misión como docentes es mucho más amplia y profunda y no se circunscribe a unas clases, por muy bien planeadas que estén. Debemos enseñar a los alumnos a ser gradualmente independientes en las cosas que importan para su vida. Enseñarles a gestionar por si mismos su aprendizaje y su inserción en el mundo, de modo que no solo aprendan a desenvolverse en él, sino que lo transformen para bien.

Y según la neurociencia, la lectura es un excelente aliado pedagógico para ello. 


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