La Espiritualidad en tu Vida – Un curso 100% práctico.
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Un Yogi en la Ciudad de México. |
Noviembre del 2007. Ciudad de México.
El salón de eventos Príncipe de Asturias, es
el recinto más elegante, espacioso y cómodo del Hotel Imperial Felipe V de Borbón.
Dispone de una acústica e iluminación de primer nivel, temperatura regulada
automáticamente, y cuenta con una de las conexiones a internet más rápida de
toda la ciudad.
Personalidades de la más alta
esfera social, política y económica de México y del mundo han visitado el
lugar. El recién nombrado presidente francés Nicolás Sarkozy lo visitó en
Junio, y recientemente se le vio al ex primer ministro británico Tony Blair cenar
alegremente en compañía de empresarios mexicanos.
Pero esta tarde, la figura
principal es nada más y nada menos que el Maestro Sayanakataya Dharmalanakatapitsin.
En caso de dificultad para leer el nombre completo, no hay problema; en el
mundo es conocido como: Maestro Saya.
El maestro Saya es un venerado
yogui Hindú que ha llevado la sabiduría milenaria de su religión (Hinduismo) a
los cinco continentes. Es un hombre apacible, de trato amable, políglota
(domina 8 lenguas), capaz de debatir complejos temas filosóficos y espirituales,
y de soportar temperaturas gélidas bajo cero y sin vestimenta. Sus poderes
psíquicos lo han llevado a predecir eventos cuya realización ha quedado
plenamente demostrada.
En años recientes, ha
desarrollado una labor docente en distintas Universidades a lo largo y ancho
del planeta: Harvard le abrió las puertas por primera vez en el mundo
occidental hace ya más de veinte años. Yale y Princeton le otorgaron Doctorados
Honoris Causa. La Ecole Normale Superieure de Paris y el Instituto Rotterdam de
Viena, le nombraron miembro distinguido honorario con derecho a voto en el
consejo directivo; y la London School of Economics ha creado la cátedra
“Professor Saya” para su programa de desarrollo mundial sustentable en su
curriculum de Derecho Internacional.
Su trabajo por el bienestar
mundial son reconocidos y muy valorados. Amigo del Dalai y del Papa en turno.
Y esta tarde de otoño en la
ciudad de México, el maestro Saya nos honra con su presencia para llevar a cabo
un curso – taller sobre la Espiritualidad y sus Valores Prácticos aplicados al
mundo de los negocios.
El salón Príncipe de Asturias
esta abarrotado de empresarios del más alto nivel. Podemos observar Presidentes
de Consejo, Vicepresidentes Financieros, Directivos de la liga mexicana de
futbol, directivos de Empresas Televisivas, Magnates regiomontanos del acero y
metalurgia, Embajadores, Ministros de la Corte, Senadores y Diputados, y en
primera fila se alcanzan a distinguir algunos Secretarios del Poder Ejecutivo.
El costo del curso: $10,000
dólares americanos por persona.
La duración: 5 horas. De 5pm a
10pm (Una sola clase, un solo día y no hay reembolso).
El hotel se ha esmerado al máximo
para agasajar al profesor y a sus alumnos. En los pasillos laterales, junto a
las paredes, se ofrece café de civeta (también llamado kopi lowak), tes
aromáticos traídos de las montañas del Himalaya (este es un requisito explicito
del maestro Saya), y unas viandas de merienda que harían palidecer al mismísimo
chef del Sha de Persia, Mohammad Reza Pahlevi: Escargots de Bourgogne, Foie
Gras, Tarta de Picantón y Verduras, Rodaballo “maitre d’Hotel” con ajo negro,
Bacalao a la Gallega y finísimos tintos Chilenos, Franceses y Españoles.
Solo hay un pequeño problema: ya
son las 5:30pm y el maestro Saya no ha llegado a la clase.
Este ligero retardo ha servido
para que los distinguidos alumnos se saluden, platiquen, se pongan al corriente
en sus asuntos, y de paso se deleiten con un buen cafecito acompañado de tarta.
Después de todo, la tarde está fría y llueve en el valle de México… y es
viernes de reventón.
La maestra de ceremonias en
cambio, no la esta pasando nada bien. Fue contratada exprofeso para el
evento. Su función es dar la bienvenida al maestro y apoyar con cualquier
situación o problema técnico que se presente durante el curso. Su nombre: Alexa
von Luxemburg. Alemana de nacimiento y educada en los mejores colegios Suizos e
Ingleses. No comprende ni justifica el retraso y se dirige al secretario
particular del maestro Saya: Anand.
Alexa: Can you tell me
where the hell master Saya is? – preguntó impaciente Alexa.
(Traducción): ¿puede decirme
donde diablos se encuentra el maestro Saya?
-El curso taller se impartiría
completamente en Inglés-
Anand: Hi miss Alexa, master
Saya is going to be here with us in a minute. – replicó calmadamente el
asistente.
(Traducción): Hola, señorita
Alexa, el maestro Saya estará aquí con nosotros en un minuto.
Alexa: I can´t believe
this is happening! This is getting the crap out of me! – gritó Alexa mientras
se alejaba apresuradamente.
(Traducción): ¡No puedo creer
que esto esté pasando! ---- el resto de la frase no la traduciré por ser una
grosería y por respeto al lector.
El reloj marca ya las 5:52pm… y
del maestro Saya, ¡ni sus luces!
Para todos en el
recinto está muy claro que algo no anda bien. La gente comienza a murmurar, se escuchan voces
aquí y allá. Miradas furtivas entre los alumnos, frases cortas:
Ministro: Que pedo con
este güey.
Diputado: ¡Sepa! ¿Ya viste
a la maestra de ceremonias? Nada mal eh.
Ministro: Naaa se cree
mucho la güey. ¿Te vas a quedar más tiempo?
Diputado: ¿A que hora es
el concierto?
Ministro: 8pm y en fila
VIP papá. Ahí te veo.
Diputado: Oye ministro,
¡pero el curso termina a las 10pm!
Ministro: Este curso ni va a empezar, es más ya me voy. ¿te quedas?
Justo en el momento en que ambos
se levantaban, toda el ala izquierda del recinto hizo lo mismo. Había gente muy
enojada. Algunos exigían el reembolso inmediato del pago. Otros simplemente
buscaban la salida tomando al vuelo un último bocado de las finas viandas. Unos
minutos después, la mitad del salón estaba vacío.
Anand, el ayudante del maestro
Saya, tomó el micrófono y solicitó respetuosamente a los que se habían quedado,
que hicieran el favor de dejar sus asientos y tomaran los lugares vacíos de
enfrente. La gente se movió de mala gana, exigiendo la presencia inmediata del
maestro Saya. Anand prometió que el Maestro estaría con ellos en un minuto a
más tardar. Al fondo se escuchó una voz en inglés con marcado acento mexicano:
“that’s what you said
an hour ago asshole!”
(Traducción): ¡Eso mismo dijiste
hace una hora cabrón!
El prestigio del maestro Saya se
tambaleaba. Alexa lo sabía, pero le preocupaba más su propio nombre. Su último
trabajo había sido en Davos, Suiza donde había sido responsable de la coordinación
de agendas de todos los asistentes del bloque
europeo. Su desempeño había sido reconocido incluso por el Secretario General
de la ONU Ban Ki Moon. Y ahora estaba aquí, estancada en un hotel de lujo intentando
organizar un curso de espiritualidad, y con un maestro desaparecido e
irresponsable. Y con un asistente bueno para nada.
Miró el reloj nuevamente y la
sangre se le heló. Eran ya las 8:40pm
Durante este tiempo, el recinto
se había ido vaciando paulatinamente. Solo quedaban diez personas, de las
cuales ocho estaban amenazando con llamar al Procurador General de Justicia
para proceder con un arresto al Maestro Saya, a Alexa y al inútil de Anand.
De todos ellos, el más indignado
era el embajador de España en México, el señor Don José Emilio Zaragoza y
Caparroso. Un buen hombre, hábil político, y con un largo recorrido en la
diplomacia de su país. Estaba muy indignado:
Embajador: Pero escuchadme
bien todos. Os prometo que de esto se va a enterar el mismísimo Rey Juan Carlos ¡joder!, ¡que te lo estoy diciendo yo! Llevo aquí casi cuatro horas escuchando
excusas y nada, nada de nada. ¡Mi voz se va a escuchar y muy fuerte!
Sin embargo, su voz se fue
difuminando mientras caminaba enfurecido hacia la salida, seguido por los otros
siete miembros de su gabinete que lo seguían dando ligeros trotes para
alcanzarlo.
El recinto estaba al fin vacío.
Casi vacío.
Por una razón que ni siquiera
ellos sabían, había dos asistentes que aun permanecían en el salón: Carlota Betancourt,
vicepresidenta ejecutiva de Microsoft México, y Juan Miguel Aguiar, dueño de un
club de futbol de primera división. Cada uno había elegido asistir al curso sacrificando una buena cantidad de dinero, con la esperanza de aprender algo. Algo nuevo que les ayudara a mejorar su vida laboral, y en última instancia, su vida personal.
Alexa se sentó derrotada en medio
de ambos, y los tres miraban en silencio hacia el suelo. “Que tremenda tomada
de pelo” se decía Carlota para sus adentros.
De pronto, se escuchó la voz de
Anand gritar eufóricamente:
“!MASTER SAYA! ¡MASTER SAYA!”
Y efectivamente, justo en la
entrada del salón Príncipe de Asturias, El Maestro Saya hacia su entrada
triunfal, sonriente, amigable, irradiando paz y armonía.
Carlota, Alexa y Juan no sabían
que hacer y mucho menos que decir. Estaban estupefactos. Querían gritar y
reclamar, pero las horas de espera los había disminuido mucho. Estaban cansados
y solo querían ir a casa y dormir.
Alexa sin embargo se repuso y se
dispuso a hablar fuerte con el maestro, pero este simplemente le sonrió y la
ignoró. Se dirigió a los dos únicos alumnos que quedaban. Los dos que habían
decidido esperarlo hasta el final. Se sentó frente a ellos, en el piso, y como
era políglota, se dispuso a conversar en Castellano.
Maestro: Paz, amor y
armonía universal para ustedes queridos alumnos. Su curso ha terminado y lo han
completado con la más alta calificación. Les felicito con todo mi corazón y los
invito a inscribirse a mi nuevo curso titulado: Espiritualidad para el siglo 21
– Un enfoque práctico. Este se llevará a cabo en enero del año que entra en la
ciudad de San Petersburgo, Rusia. Allá los espero.
El maestro se levantó del suelo,
pronunció un hermoso mantra en lengua sanscrita, y se encaminó hacia la salida.
Carlota y Juan Miguel se miraron
uno a otro sin dar crédito a lo que habían presenciado, y casi al unísono
gritaron: ¡Alto ahí!
Juan: Alto ahí señor Saya
o como se llame. ¿Qué es todo este circo? O mejor dicho, fraude.
Carlota: Maestro Saya, yo
he seguido su carrera por años, lo he admirado, he leído y recomendado sus
libros. Lo considero un verdadero guía para el mundo. Y usted nos sale con esto.
El maestro Saya respondió:
Maestro: Este era un curso
de espiritualidad para negocios, con un enfoque práctico. Y eso es precisamente
lo que hicieron durante estas cinco horas.
Juan: Y según usted, ¿qué
fue lo que hicimos? Aparte de tomar vino y comer hasta el hartazgo.
Maestro: Pusieron en
práctica la primera y más importante de las cualidades espirituales de un ser
humano: la paciencia. Miren a su alrededor, hagan un poco de memoria, ¿qué fue
lo que vieron y escucharon? Personas ansiosas, alteradas, con egos desproporcionados,
con agendas de tiempo sin tiempo para ellos. Personas incapaces de apostarle
hasta el último momento. Personas que se rinden ante el primer signo de
impaciencia, personas que no atisban ni de lejos la más grande de las virtudes
espirituales: la paciencia.
Carlota: ¿es en serio maestro
Saya? ¿todo esto solo para decirnos que debemos aprender a ser pacientes?
Maestro: Decirles no,
hacer que la practicaran. ¡Y lo hicieron!
Carlota: La paciencia yo la
puedo aprender de otra manera sin tener que gastar mi tiempo y mi dinero.
Maestro: Discrepo, la
paciencia solo se adquiere con la práctica. Y esta requiere mucha disciplina y
fuerza de voluntad, y el proceso es doloroso. La mayoría de la gente que lo
intenta fracasa. Pero yo veo potencial en ustedes dos.
Juan: Maestro, a mi de que
me sirve la paciencia. Yo no necesito paciencia, yo necesito resultados en mi
equipo de futbol. Si sigue igual, en una temporada más probablemente pierda la
franquicia. Yo no me puedo dar el lujo de ser paciente.
Maestro: Solo a través de
la paciencia, lograrás reinventar y construir un nuevo carácter, templarlo en las
dificultades y desarrollar la compasión hacia las personas que fallan en la
vida. La paciencia te dará el tiempo para conocerte a profundidad, de descubrir
el orden de las cosas, de apreciar la belleza de la vida y entender su fin
último. Las cosas que en verdad valen la pena en esta vida, jamás se consiguen sin
dificultad ni sufrimiento. No lo olviden.
Los veo en San Petersburgo.
Idea original: tomada del libro “Verónica
decide morir” del gran escritor brasileño Paulo Coelho. Esta es una reelaboración
libre y recreada en un ambiente mexicano ficticio con fines de entretenimiento.
Invito al lector a leer este maravilloso libro, uno de los mejores en mi
opinión, de este escritor fascinante.
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