¿Tienes un espejo en tu casa? ¡Cosas de Gerentes!
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Un espejo grande en casa. |
Alfredo y yo revisábamos
detenidamente unos estados financieros. El pronóstico de ventas no se iba a
cumplir y teníamos que encontrar explicaciones y documentarlas para la
presentación con la alta gerencia. Era diciembre del 2006 y el cierre de año se
aproximaba. La presentación en Power Point estaba casi lista.
Nos estábamos poniendo de
acuerdo en el tipo de gráfica que usaríamos para presentar las mermas de
operación, cuando alguien abrió la puerta; era Misael Castro, gerente del
departamento de Calidad. Con voz temblorosa y casi infantil preguntó:
- Alfredo, ¿tienes un minuto? Me urge hablar contigo.
La política de gestión de Alfredo Wario era de puertas abiertas. Se ufanaba en decir que todo aquel que lo buscara, siempre encontraría la puerta de su oficina abierta. Sin embargo, aquel no era un buen día para recibir gente. Con el cargo de Gerente General, debía dar buenas explicaciones por los malos resultados de la empresa, y no tenía argumentos. Misael llego en el peor momento.
- Dime Misael, ¿en qué te puedo ayudar? – preguntó Alfredo impaciente.
- Es sobre el asunto de la
queja del cliente por la pieza amarilla defectuosa- respondió Misael.
- ¿Y bien?, te escucho.
- Pues el Cliente quiere que
le enviemos piezas de reemplazo.
- ¿Y?
- Pues… no se. ¿Cómo ves tu?
¿Se las mandamos? De hacerlo nos costaría 500 dólares el envío.
El rostro de Alfredo se encendió. Me miró un instante y se levantó de su asiento. Cerró la puerta con llave y preguntó:
- Dime una cosa Misael. ¿De casualidad tendrás un espejo grande de cuerpo entero en tu casa?
- ¡De hecho si! - afirmó Misael
con júbilo - Mi esposa acaba de comprar uno, lo tenemos en la recámara.
- ¡Perfecto! – Exclamó
Alfredo. Y continuó:
- Quiero que pongas mucha
atención. Te daré unas instrucciones muy precisas, y quiero que las realices
esta misma noche en tu casa.
Misael se mostró intrigado y se sentó para tomar nota.
- Cuando termines de bañarte -continuó Alfredo- estando aun desnudo, párate frente al espejo y realiza un giro de 180 grados, de modo que quedes dando la espalda al espejo. Hasta aquí, ¿me sigues? ¿alguna duda? – preguntó ansioso Alfredo.
- Si, perfecto, te sigo
Alfredo.
- ¡Muy bien! Ya que estés de
espaldas al espejo, te vas a agachar sin doblar las piernas. Dóblate lo más que
puedas, y coloca tu cabeza en medio de tus rodillas. Inmediatamente después,
usando tus manitas, ¡abre tu trasero! Y aquí viene la parte crítica Misael: ¡quiero
que te fijes muy bien lo que ves! Pon mucha atención y verifica bien lo que
ves.
El rostro de Misael enrojeció de cólera.
- Y si llegas a ver pelos – continuó Alfredo – eso significa ¡que ya estas grandecito para tomar tus propias decisiones! Y ahora si me disculpas, tengo un informe que terminar. Gracias.
Esa misma tarde, una caja con producto de reemplazo fue enviada al
cliente por FedEx servicio Next Day Air. Costo del envío: $500 dólares
americanos.
¡Cosas de Gerentes!
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