El rincón romántico ¡Cosas de Gerentes!

 

También tengo mi corazoncito. ¿es tan difícil entenderlo?



¡Hoy despiden a Rubén Valle Jovellanos! ¡Por déspota, maltrato a subalternos y acoso sexual!

Me quedé estático sin saber que responder. No tenía que responder nada, pero no era cualquier persona la que me estaba dando la noticia. Eran tres gerentes, compañeros de Rubén, que cuchicheaban en uno de los pasillos del área de producción, ahí, a la vista de todo mundo.

Me detuve unos minutos, escuché más detalles y después di media vuelta y regresé a mi oficina.

Lori Kowalski se encontraba esa mañana en la planta. Había llegado la noche anterior en un vuelo de Houston, Texas procedente de la ciudad de Atlanta, Georgia. Su puesto: Directora regional de Recursos Humanos. El motivo de su visita se desconocía, pero había rumores.

Ante una oleada de quejas y acusaciones hacia Rubén por parte de sus colaboradores, la gerente local de Recursos Humanos lo había confrontado en varias ocasiones. Este tenía el apoyo de algunos de sus supervisores varones y sobre todo, tenía el apoyo de su jefe, Bob Alfonsí, gerente de planta.

El día que Bob contrató a Rubén Valle Jovellanos (un año antes) para ocupar el cargo de gerente de producción, primero hizo el anuncio oficial a través de su gerente de RH, mediante un correo electrónico para todo el personal de la planta. Después, convocó a todos los gerentes y algunos superintendentes (entre ellos a un servidor), a una comida en la sala de juntas.

Ese día comimos fajita de res acompañada de viandas con queso fundido, papas al carbón rellenas de tocino, jamón y mantequilla; frijolitos charros, salsa molcajeteada, refrescos y flan napolitano como postre.

  - ¡Hoy es un gran día! – exclamó Bob. Su español no era tan bueno ni fluido, pero se esforzaba.

 - Conocí a Rubén hace poco más de diez años, cuando tenía a mi cargo una planta de ensambles electrónicos en Ramos Arizpe (Coahuila). Es un hombre con una amplia experiencia en ambientes de manufactura. Ha trabajado en México, Sudamérica y Europa. Es ingeniero industrial por el Instituto Tecnológico de Coahuila, tiene una maestría en ciencias con especialidad en sistemas de calidad y producción, por el ITEMS. Y ha realizado estancias de formación ejecutiva en Japón y Hong Kong. Es un hombre de quien todos podemos aprender, y que me ayudará a llevar esta planta al siguiente nivel. A eso viene, para eso lo contraté: para llevarnos a todos al siguiente nivel.

  - Y no lo sé – cerró Bob con una sonrisa enigmática – quizá con el tiempo, pueda llegar a ser mi reemplazo. Mi tiempo de jubilación está ya a la vuelta de la esquina.

En ese momento recibí un mensaje de WhatsApp. Era Valente Mendoza, gerente de producción del área automotriz. Estaba presente en la junta/comida. Su mensaje decía:

  - No mames, en pocas palabras, el tal Rubén camina sobre el agua.

Contuve la risa pero Bob lo notó, y de inmediato me dijo:

 - Con Rubén se terminaron tus pesadillas. Tus programadores de producción solo tendrán de entregarle el programa actualizado a tiempo, y el se encargará del resto. No tendrás que andar detrás de nadie para que se cumpla la producción. Tus chicas de servicio a cliente podrán confiar en que sus promesas a los clientes serán cumplidas sin excepción.

  - ¡Excelente, gracias! – repliqué.

Rubén Valle Jovellanos se integraría como gerente de producción del área electrónica.

 

Un año después, estoy parado en los pasillos de producción escuchando la lista de acusaciones que Rubén tenía acumuladas: maltrato verbal y humillación pública a subalternos y personal de otros departamentos, acoso e insinuación verbal a las nuevas empleadas de oficina, bromas de contenido sexual en juntas de trabajo con personal femenino presente, relación sentimental con una operadora del primer turno, y lo último y más grave: relaciones sexuales con operadoras en su oficina durante horas de trabajo. Esto último no se había podido comprobar.

La bomba le explotó a Rubén, según sus compañeros gerentes, cuando la primera dama del área electrónica tuvo un altercado con su supervisora, y esta, al intentar levantarle un reporte de mala conducta, se enfrentó con la furia de su jefe…Rubén Valle.

La primera dama era el apelativo que recibía la joven operadora con la que Rubén sostenía una relación sentimental.

Ya era demasiado, me esperaba una junta con mis compradores de materia prima, por lo que me disculpé con los gerentes y me alejé de ahí rápidamente.

Mientras lo hacía, recordé las veces en que había discutido ferozmente con Rubén. Era altanero, vociferante y muy enérgico. Era también muy inteligente y puntual con sus compromisos. Mis diferencias con él se dieron en su mayoría como resultado de problemas de calidad, que en muchas ocasiones estaban fuera de su alcance. Había escuchado ya sobre problemas de maltrato a sus colaboradores. La gente de calidad lo sacaba de quicio todos los días.

El resto de las acusaciones resultaron una sorpresa para mí. Pero fue mayor mi sorpresa al encontrarme de frente con él, justo cuando daba vuelta en un pasillo para encaminarme hacia mi oficina. Se veía muy agitado.

  - ¿Cómo estas? – me preguntó mientras observaba hacia lo lejos.

  - Todo bien Rubén. ¿Tú como andas?

  - Ya debes estar enterado de todo.

  - Para serte sincero, me acabo de enterar.

  - No mientas. Todo esto es un complot muy grande, que involucra a mucha gente, y que no dan la cara. Pero me voy a enterar.

  - Es probable que lo del complot sea cierto, pero yo no tengo nada que ver en ello. Mis diferencias contigo siempre han sido de orden técnico laboral, y yo siempre voy de frente. Yo no miento Rubén. Ni me escondo de nada.

Me miró fijamente unos instantes y replicó:

  - Tienes razón, discúlpame. Mi mente ahorita no funciona bien. De hecho, creo que me conviene charlar un poco contigo. Estoy muy alterado y me están esperando en Recursos Humanos. La tal Lori Kowalski ¡vino a correrme! Me van a confrontar cara a cara con mis acusadores, y si estos sostienen la acusación, entonces ¡estoy fuera!

 - Cuanto lo lamento Rubén. Lo único que te puedo decir es que si la verdad está de tu lado, entonces debes estar tranquilo. La verdad siempre se impone.

Rubén cerró sus ojos, llenó sus pulmones de aire y después exhaló lentamente al tiempo que abría de nuevo los ojos.

  - Mira, vamos a dejarnos de pendejadas. ¿Cuánto tiempo pasas en la planta por día? No mientas, he andado aquí a las diez de la noche y he visto tu oficina aún con luz. Creo que somos los únicos que nos quedamos las horas necesarias para que las cosas salgan. ¿Miento acaso?

  - No. Es verdad. A veces me he tenido que quedar hasta muy tarde para completar algo que no pude terminar durante el día, por otros problemas que surgen. Si, no es lo ideal, pero si me ha pasado.

  - Yo prácticamente vivo aquí. A mi esposa la veo solo un rato en las noches, y en los fines de semana. ¿Te parece justo eso?

  - Bueno, definitivamente…

 - ¡No! ¡Claro que no es justo! – me interrumpió - Yo me siento solo en la planta. No tengo compañía. ¿Me entiendes?

  - La verdad no te estoy entendiendo Rubén – contesté.

 - Yo tengo mi corazoncito también. Aquí donde me ves, fuerte y enérgico, yo también tengo mi corazoncito. También necesito cariño y amor.

  - Claro, claro – repliqué intrigado.

  - Que si ando con una o con otra, o con aquella. ¿A ellos que mierda les importa? Si, es verdad, tengo una relación con una de mis chicas de producción. ¿Cuál es el problema? Como te digo, yo paso muchas horas en la planta y me siento solo. ¿Qué hay de malo en que esta joven me dé el cariño que yo necesito para poder funcionar? ¿Qué hay de malo? ¡Dímelo!

Rubén estaba al borde del llanto. Supongo que yo también porque de mi boca salió la siguiente estupidez:

  - Oye pero, yo creí que eras divorciado. Entonces, ¿estás casado y vives con tu esposa?

 - Nuevamente te digo, ¿eso qué mierda tiene que ver? Mi esposa esta en la casa y me atiende durante los fines de semana. Joana por otro lado, esa joven me da la energía y motivación que yo necesito aquí, en la planta. ¿Por qué es tan difícil de entenderlo?

Kenia Izurieta, la asistente de recursos humanos, apareció junto a nosotros de la nada. Venía por Rubén.

  - Ingeniero, discúlpeme la interrupción. Lo están esperando en la oficina de recursos humanos. Me pidieron que viniera a buscarlo.

 

Ese día era viernes. El lunes temprano, ya de nuevo en la planta, vi a Rubén a lo lejos. Platicaba animadamente con dos de sus supervisores.

El servicio de radio pasillo informó que nadie de sus acusadores se presentó a confirmar cara a cara las acusaciones. ¡ninguno! Cuando se les pidió que dieran una explicación, dijeron que mejor iban a retirar las demandas.

La joven Joana, por su parte, rechazó vehementemente, con traductor de por medio, cualquier vínculo con el ingeniero Rubén. El título de primera dama le resultaba grotesco y perverso.

  - He sido víctima de una calumnia y exijo que se encuentre a los culpables – exclamó entre fuertes sollozos.

 

¡Cosas de Gerentes!


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