El Burro y el Tigre

Un burro divirtiendose.



Aquel día en la selva, un burro y un tigre cruzaron sus caminos. Debatieron acaloradamente y apelaron al León para dirimir sus diferencias. Al final, el tigre resultó perdedor y el burro alcanzó la cima del éxito.

Al menos eso es lo que la ardilla cuenta. Testigo presencial de los acontecimientos.

 

La tormenta de la noche anterior había dejado el suelo empantanado. Solo en las zonas altas se podía estar con relativa tranquilidad. El sol había salido a la hora de siempre, el clima había descendido a dieciocho grados centígrados, y un suave viento de otoño proveniente del norte acariciaba el pelaje del Tigre.

El burro lo vio desde lejos y no lo pensó dos veces. Con un ligero trote estilo militar se acercó lo suficiente para que el tigre lo escuchara.

—Bonita mañana amigo tigre.

Lo reconoció de inmediato por la voz, pero lo ignoró.

—Dije bonita mañana amigo tigre.

—Paz y amor para ti. Saludos —respondió el tigre dando por concluido el diálogo.

—Saludos cordiales para ti también. Hermosa mañana y hermoso follaje sobre el que reposas; tan azul como el cielo de un atardecer.

El tigre supo desde el primer momento que no había escuchado mal. El burro acababa de afirmar que el follaje era azul.

—El follaje es verde. Paz y amor para ti. Saludos —respondió intentando ahora sí, dar por terminado el diálogo.

—¿Verde? ¿has dicho verde? —replicó el burro envalentonado— amigo tigre, la tormenta de anoche alteró tus sentidos. El follaje es tan azul como los zafiros que se extraen no muy lejos de aquí.

El tigre se recuperó de su aletargamiento y se incorporó para responder mejor.

—No burro, el follaje es verde. Es verde aquí y en las praderas donde sueles pastar a tus anchas.

—El follaje es azul, ¡pedazo de animal!

Durante las siguientes dos horas y media, el burro y el tigre se enfrascaron en un ríspida discusión sobre el tema. Cada uno argumentando en base a su experiencia y haciendo gala de sus habilidades discursivas.

Al final, el burro propuso que fuera el León, gran señor y rey de la selva, quien decidiera quien tenía la razón. El tigre acepto.

El león escuchó con paciencia los argumentos de ambos y al final dio su veredicto:

—El follaje de la selva es azul, por lo tanto el burro tiene la razón. El castigo para ti amigo tigre será permanecer en silencio durante cinco años. No podrás hablar, ni gruñir, ni emitir un solo sonido. Y deberás mantener siempre una distancia de cien metros, del burro; bajo cualquier circunstancia.

El burro estalló en gritos y celebración. Brincaba y daba vueltas alrededor del tigre, le hacía muecas y se burlaba de él.

El tigre comenzaba a dar muestras de furia contenida, por lo que el león hizo una seña a las dos leonas que lo acompañaban, y estas llevaron al burro hacia la salida de la cueva.

La ardilla, la única testigo de la discusión inicial y de la comparecencia ante el león, fue también sacada del recinto con la advertencia de no divulgar lo que había visto y escuchado.

En la cueva quedaron solos, el tigre y el león.

—¡Oh gran rey venerable! ¡Señor de la selva y de todos los confines de la sabana! Me someto a tu juicio y cumpliré al pie de la letra el castigo que me has impuesto.

—No esperaba menos de ti amigo tigre.

—Sin embargo, hay algo que no entiendo. ¿Puedo?

El león, sentado en su trono, concedió de buena gana.

—Tu y yo sabemos que el follaje es verde. Mi pregunta es: ¿por qué le diste la razón al burro? Y ¿por qué me diste un castigo tan severo?

El león sonrió y respondió:

—¿Cómo es posible que un ser tan inteligente y poderoso como tu se haya puesto a discutir con un burro? ¿puedes explicarme eso?

El tigre no supo que responder. Solo se encogió de hombros.

—¿Y como te atreviste a venir a quitarme el tiempo junto con el burro por una tontería como esa?

El tigre permaneció en silencio, cabizbajo. Las leonas, que ya habían regresado, se hacían las mismas preguntas. Eran primos, se conocían. El tigre siempre dio pruebas de su gran inteligencia y ferocidad. Tampoco entendían lo acontecido.

—Pues ahí tienes las respuestas mi querido tigre. La razón se la di al burro de inmediato porque yo no puedo perder ni un minuto de mi tiempo discutiendo con él. De ningún tema. El castigo te lo puse con la intención de que puedas reflexionar durante los próximos años acerca de quien eres, de tu esencia, y de lo que quieres para tu vida.

 

En los días posteriores, la noticia se difundió por toda la selva. Por mandato del león, el follaje es azul y solamente azul. Ay de aquel que se atreva a decir lo contrario; correrá la misma suerte que el tigre, o quizá peor.

La ardilla se había encargado de esparcir la noticia. Todos acudían a ella. Tenían que sacar turno y regalarle nueces, avellanas o piñones, para obtener cinco minutos de charla.

—La historia es completamente verídica —repetía la ardilla— yo presencié el juicio. El león fue muy claro, el follaje es azul y pobre de aquel o aquella que se atreva a decir que es verde.

Elefantes, jirafas, leopardos, hienas, cebras, jabalíes, perros salvajes, águilas y cuervos se miraban unos a otros y movían la cabeza en señal de desaprobación.

—¡A donde vamos a parar! —decían los cuervos mientras miraban el ocaso del sol.

—Por mi puede declarar lo que quiera, yo seguiré consumiendo mi follaje como todos los días —afirmó con aplomo la cebra.

La noche llegó y en un santiamén se esfumaron a sus guaridas. Todo mundo estaba informado.

 

Moraleja:

¿A cuantas personas inteligentes hemos visto perder su tiempo discutiendo con personas necias como el burro?

A las personas como el burro, no les interesa llegar a la verdad. Solo quieren discutir y tener siempre la razón. No tienen escrúpulos, se sienten superiores y desconocen por completo su profunda ignorancia y estupidez. Discutir con ellos / ellas, es perder tiempo y energía valiosa. Energía que el mundo necesita para asuntos de mayor relevancia.

¿A cuantas personas chismosas como la ardilla hemos visto difundir mentiras o verdades a medias, sin saber el trasfondo de las cosas?

A las personas como la ardilla, tampoco les interesa la verdad y mucho menos difundirla. Solo buscan notoriedad y acumulación de likes en sus redes sociales. Sin el más mínimo escrúpulo, lanzan campañas de desacreditación solo por que sí, porque una red social las empodera y porque sus seguidores les apoyan.

Y tu querido lector/lectora: ¿eres león, tigre, burro o ardilla? 😊


 

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