Operación Arcoiris II - El Celular

Modelo uPhone 50 X007



Maki Petardo miraba petrificado la pantalla de su computadora de última generación. Presenciaba un evento catastrófico que lo afectaba directamente, y lo peor era que no podía hacer nada para detenerlo.

Al arranque de operaciones, el índice NASDAQ mostraba un valor inicial de $387.33 dólares americanos por cada acción de su empresa Wilde-Rainbow Technology Inc. Una empresa ubicada en el corazón de Silicon Valley, dedicada al desarrollo de tecnología digital de punta para el sector militar, aeroespacial y de telecomunicaciones.

El precio por acción se había disparado de $270 dólares al precio actual en solo seis semanas, gracias al lanzamiento de un nuevo producto digital que lo catapultó a la cima del estrellato a nivel mundial.

Pero esa mañana, un artículo del New York Times había iniciado la debacle, y las pérdidas, a dos horas de haber iniciado las operaciones bursátiles, eran inmensas. Dos mil millones de dólares perdidos en dos horas por culpa de un maldito artículo de esos malnacidos, psicópatas y transfóbicos del NYT.

Malditos era lo único que Maki balbuceaba mientras observaba la caída de sus acciones en su monitor.

Luigi Principezza, vicepresidente ejecutivo de ventas y desarrollo de mercados, y Mirle Malcora, vicepresidente ejecutivo de operaciones internacionales, releían el artículo sin dar crédito a lo que estaba pasando.

—¡No puede ser! ¡No puede ser! —exclamaba Mirle desconsoladamente mientras leía una y otra vez los párrafos centrales del reportaje.

Luigi por su parte, no podía hablar del coraje y la indignación. Se limitaba a dar vueltas de un lado a otro dentro de la oficina oval, mientras veía su reloj con insistencia.

—Llamen al equipo creativo multifuncional —dijo finalmente Maki, presidente y accionista principal de la empresa— los quiero a todos en el búnker en quince minutos, a todos. Quiero a los equipos de Europa, Asia y Canadá conectados en quince minutos. Vamos a revertir esto, cueste lo que cueste.

—Eso mismo estaba pensando Maki —comentó Luigi.

—¡Hazlo ya!

 

Dos meses antes, habían estado de manteles largos. Al más puro estilo de Steve Jobs cuando anunció el primer teléfono inteligente, la empresa Wilde-Rainbow Technology Inc. había hecho un lanzamiento mundial de su nuevo producto: El teléfono celular uPhone 50 X007.

El lugar elegido para tal evento: El foro Grimaldi, ubicado en el principado de Mónaco, al sur de Francia, justo al pie del extremo sur de los Alpes y a orillas del mediterráneo. La princesa Carolina de Mónaco y Maki han sido amigos por más de veinte años, y no fue difícil convencer al jefe de la familia, el príncipe Alberto II, de que accediera a facilitar el uso del inmueble para tal evento.

Considerando la naturaleza del producto, Maki había insistido en que el lanzamiento tenía que ser en Europa y no en Silicon Valley como se acostumbra. Quería agasajar a sus principales clientes potenciales y estos definitivamente se encontraban en el viejo continente.

Personalidades del mundo de la moda, del cine, del deporte, de la política y del mundo empresarial mundial se dieron cita al evento. Maki, que en su adolescencia se había educado en colegios privados en la ciudad de Ginebra, no tuvo ningún problema en abrir el evento hablando en un perfecto francés con marcado acento local del sur de Francia.

Transmitiendo en vivo en sus canales de YouTube, Facebook e Instagram, Maki procedió a presentar su nueva joya de la corona, el nuevo orgullo de su empresa.

El nuevo celular modelo uPhone 50 X007 era la máxima expresión de la tecnología y de cientos de millones de dólares invertidos en desarrollo e investigación. Era el primer celular diseñado con tecnología bio cuántica. Capaz de alcanzar velocidades de transmisión y almacenamiento de aproximadamente cincuenta veces más que el celular más potente de sus principales competidores: los chinos Huawei y los iPhone de Apple.

Equipado con un nuevo y revolucionario chip con red bio neuronal extraída del sistema nervioso de un molusco, de la especie nudibranquio, es capaz de procesar código de séptima generación, y producir imagen y sonido en modo multidimensional.

Sin embargo, la característica más distintiva de este artefacto radica en una revolucionaria tecnología que le permite almacenar, transmitir y recibir cualquier tipo de aroma.

Con un complejo algoritmo que convierte olores en código binario y viceversa, el modelo uPhone 50 X007 dispone de una pequeña paleta digital la cual puede ser usada por el usuario para impregnarla del aroma que desee. Después, solo tiene que introducirla en un puerto de entrada diseñado exclusivamente para esa función, y el celular se encargará de convertir el aroma en señal digital, almacenarla en la nube, y posteriormente enviarla a cualquier persona, en cualquier parte del mundo. El receptor, al recibir el mensaje, podrá decodificarlo automáticamente y convertirlo nuevamente en el aroma original.

Hubo un silencio total en el recinto cuando Maki terminó su exposición.

En primera fila, junto a la familia real, el empresario francés François-Henri Pinault, dueño del conglomerado Gucci, Balenciaga e Yves Saint Laurent intercambiaba miradas con Aldo Versace, sobrino nieto del legendario Gianni Versace, con quien recientemente había entablado platicas de negocios para extender la presencia de la línea de perfumes Versace en Malasia. Este invento venía como anillo al dedo a lo que habían estado hablando esa mañana.

Bae Su-ji, presidente de los gigantes tecnológicos surcoreanos LG y Samsung, apretó los dientes y maldijo en silencio a su grupo de consejeros, quienes le habían asegurado que los chips bio cuánticos no saldrían al mercado hasta dentro de tres años. Esa misma noche rodarían cabezas en Seúl.

Tian Yan-Lee, representante personal de Xi Jinping, actual presidente de la República Popular China, aprovechó que lo habían sentado en segunda fila para enviar de manera discreta un par de mensajes de WhatsApp a su jefe. Era urgente atender esta noticia.

El primero en romper el silencio fue el príncipe Alberto. Se puso de pie, gritó un estruendoso BRAVO, y comenzó a aplaudir con fuerza. El resto de los asistentes hicieron lo mismo.

 

Dos meses después, aquí estaba Maki, en el búnker con su equipo tratando de establecer una ruta de acceso para solucionar la tormenta que se había desatado en contra de su empresa, más en particular, en contra de su celular uPhone 50 X007.

Quizá el error más grave que cometieron como empresa fue haber establecido un precio de promoción demasiado accesible para el público en general. El primer lote de teléfonos se cotizó a un precio internacional de quince mil quinientos dólares. Fuera del alcance del ciudadano promedio, pero muy al alcance de un sector empresarial, deportivo, político y de la farándula. El celular se había vendido como pan caliente. Cinco días bastaron para vaciar los inventarios del primer lote. Los siguientes se vendieron al mismo ritmo.

El New York Times aseguraba, que el celular se había convertido en un medio para enviar pedos en modo masivo a lo largo y ancho del planeta. Los usuarios, en vez de usar el banco de aromas disponible con diez mil olores diferentes y clasificados por categorías, se habían dedicado a usar la paleta digital para impregnarla con pedos, almacenarlos en la nube, y enviarlos a sus contactos.

Muchos de estos contactos, al abrir los mensajes, se encontraban en salas de juntas, cines, hoteles, hospitales, restaurantes y citas románticas.

Algunos usuarios, haciendo uso de una poderosa imaginación, se habían tomado el tiempo de crear sus propias carpetas de pedos clasificados según el tipo de alimento consumido. El NYT aseguraba que los pedos de cochinita pibil de algunos empresarios mexicanos estaban rebasando los límites de la tolerancia humana al olor nauseabundo.

Había el rumor de que uno de esos mensajes le había llegado al expresidente Donald Trump mientras comía en su yate anclado en Palm Beach, Florida. Estaba muy enojado.

Con la facilidad de hacer reenvíos, la red cuántica mundial se estaba saturando de pedos, literalmente.

Maki y su empresa, junto con todos sus empleados, eran el hazmerreír del mundo.

Y los inversionistas no perdonaron ese traspié. Durante toda la mañana hubo una venta masiva de acciones, lo cual provocó pánico en los mercados de Londres, Tokio y Wall Street, haciendo que muchos inversionistas vendieran también sin saber muy bien porque, y la consecuencia directa era una pérdida en el valor de las acciones.

 

Llevaban casi seis horas discutiendo, evaluando opciones, sopesando líneas de acción producto de una intensa sesión de lluvia de ideas. Pero nada convencía a Maki.

—Esto no lo vamos a resolver cambiando la tecnología. No es por ahí señores. Tenemos que abordar el problema desde una perspectiva social. El problema no es tecnológico, es social.

—Maki, todos los aquí presentes somos ingenieros y administradores. No sabemos nada de asuntos sociales —replicó Luigi.

—¡Tu eres el responsable de las ventas y el desarrollo de mercados globales! ¡No me vengas con esas tonterías! ¡Te corresponde a ti liderar esto! ¡Era tu responsabilidad prever esta situación! —gritó acaloradamente Maki.

Hubo un silencio en la sala búnker.

Maki volteó a ver los monitores donde se veían los rostros cansados de todos los que estaban conectados de forma remota.

—¿Alguna otra idea damas y caballeros?

Silencio absoluto.

Luigi se estaba checando el pulso y la presión arterial con su reloj inteligente.

Al final de la sala, casi escondida entre sus compañeros, alguien levantó la mano. Era Linda Malcovich, mejor conocida como human being (ser humano). Se definía como no binaria, y exigía que no se le llamara por su nombre ni por su género. Solo respondía cuando la llamaban human being.

—Te escucho human being – concedió Maki.

—Si el problema es social, entonces la solución debe estar en la misma sociedad. Y ¿de qué está hecha la sociedad? Pues de seres humanos. Entonces, si el problema lo ocasionan las personas, debe haber también personas, de la sociedad, que nos podrían ayudar a revertir los efectos.

Finalmente, después de seis horas, alguien captaba la atención de Maki. Le pidió que continuara.

—Ajá, si, continúa human, te escuchamos.

—No lo sé, quizá estoy alucinando ya, pero será que estamos hablando de cierto tipo de personas, que tengan ya una imagen muy fuerte en la sociedad, personas que puedan influir en los gustos de la gente. No lo sé, estoy confundide, tal vez estoy hablando de influencers. No se si me explico Maki, perdón, tengo las ideas circulando a mil por hora en mi cabeza.

—Te escucho fuerte y claro human being. Eres brillante y genial.

Después volteó a ver a Luigi y a Mirle.

—¿Están pensando lo mismo que yo?

Los tres sonrieron mientras el resto de los asistentes, incluidos los foráneos, miraban atónitos el cambio en el semblante.

—¡Ay no! ¡No va a querer! ¡Nos va a mandar muy lejos! —replicó Mirle.

—Claro que lo hará —respondió Maki— pero para eso deberemos diseñar una estrategia y sobre todo, una propuesta que le convenga en todos los sentidos. ¿Quién más aparte de él podría ayudarnos con la opinión pública? ¿quién más aparte de él, acapara los reflectores de todo el mundo en este momento? Y cuando digo todo el mundo, hablo en sentido literal.

—Todo lo que tendría que hacer —intervino Luigi— es una campaña publicitaria donde invite a todos, todas y todes a hacer uso responsable del celular y acompañarlo con algunas escenas donde envía aromas de flores a su esposa, desde cualquier lugar donde se encuentre. Algo así por el estilo. 

—¡Alice! —exclamó Maki— necesito que tú y tu equipo de relaciones públicas contacten a los agentes de Lionel Messi Cuccitino. Tengo una oferta para él que no podrá rechazar.

 

Continuará...


 

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