El Restaurante

El Restaurante.


El príncipe Abdul Karim ibn Ibrahim Ahl Lamed el Saladin liberó un eructo que retumbó en los tímpanos de sus cuatro esposas mientras lo observaban con afecto y admiración.

El Maître d’hôtel y sus dos ayudantes, inclinaron ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento. Había una sonrisa esbozada en las comisuras de sus labios, muestra inequívoca del gran orgullo que sentían en ese momento.

La cena había sido un éxito total y el príncipe se preparaba para abordar el helicóptero que lo llevaría de regreso al hangar presidencial en la ciudad de México, de donde tomaría el vuelo de regreso a su tierra, el emirato Ras al-Jaima, ubicado en la zona más septentrional de los Emiratos Árabes Unidos.

 

El Restaurante es un centro de alta cocina ubicado en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Solo se llega mediante helicóptero.

Hacia el norte de la ciudad, en las profundidades del bosque de Ahuatlán, se encuentra una hacienda de la época virreinal fundada por Pedro de Alvarado, lugarteniente de Hernán Cortés. Apodado el Tonatiuh por los indígenas mexicas debido a su aspecto rubio y de ojos azules, no solicitó permiso y se apropió del terreno. Desde entonces, esa villa pasó por diferentes dueños, diferentes familias. Hacia mediados del siglo XVIII era propiedad del Marqués de Picasilos, procedente de Jaén, España. Ya para tiempos del porfiriato había sido abandonada y no fue hasta mediados del siglo XX cuando la familia del presidente Ávila Camacho la adquirió y la remodeló con un exquisito estilo rococó francés.

El Restaurante se ubica justo al centro de la hacienda, a cincuenta metros de profundidad. Se llega a el mediante un elevador que funciona a base de poleas, de la época porfiriana. Si los clientes lo prefieren, pueden llegar utilizando una escalinata circular, en forma de serpiente, tallada sobre la roca del mismo lugar.

El recinto es un lugar lujosamente amueblado y ambientado en estilo clásico. Lámparas de sodio al alto vacío que proporcionan una luz cálida. Pegados a las paredes, dos muebles largos y anchos, forrados en piel, sirven como descanso previo para los comensales. La cantidad de mesas depende del tipo de cliente.

Este restaurante solo sirve comidas para cinco comensales, y lo hace una vez cada seis meses. Es un lugar exclusivo al que solo se puede llegar por invitación expresa de los dueños, después de una exhaustiva investigación a los aspirantes. Cinco personas y nada más. Pueden ser cinco personas que no se conocen entre sí, o bien cinco miembros de una familia, como era el caso del príncipe Abdul.

Los alimentos se sirven en tres tiempos, dejando el postre obviamente para el final. El costo por comensal es de cincuenta millones de dólares americanos, previamente depositados en una cuenta privada del banco inglés Revolut Ltd.

El Restaurante se compromete a proveer durante la comida, cualquier colección de vinos que los clientes elijan. El vino que sea. El único requisito es que estos existan en el planeta al momento de ser solicitados.

Los platillos son preparados con ingredientes exclusivos. Todo lo que se consume se cultiva y se cría en huertas y terrenos propiedad de los mismos dueños. A lo largo y ancho del país, aprovechando la gran diversidad de ecosistemas, se cuenta con sembradíos de vegetales, leguminosas, frutos secos y tropicales. También disponen de tres haciendas de ganado vacuno y porcino en los estados de Puebla, Veracruz y Sonora con sus propios rastros, donde se han implementado sistemas de sacrificio que garantizan un nulo sufrimiento del animal.

Todo lo que se produce en estos centros, son para uso exclusivo del Restaurante. Los excedentes de producción se procesan, se empaquetan y son destruidos en hornos especialmente diseñados para ello.

Los platillos ofrecidos tienen la garantía exclusif. Esto significa que el Restaurante certifica que la receta que el comensal degusta no ha sido consumida jamás por nadie, y no volverá a ser elaborada nunca jamás para nadie. Es un plato único en el espacio y en el tiempo. La receta se borra de los registros del negocio, y este se compromete a no crear una igual ni similar, por los siglos de los siglos.

Los platillos ofrecidos por El Restaurante proporcionan al comensal cuatro beneficios que bien vale la pena explicar con cierto nivel de detalle:

Beneficio Alfa.

Este consiste sencillamente en proporcionar el más alto nivel de deleite para la vista, el olfato y el gusto, dejando en el comensal una sensación inefable cuya duración puede variar entre dos y doce horas continuas.

Beneficio Beta.

Este es de tipo orgánico corporal. El Restaurante se compromete a que el comensal, sea hombre o mujer, experimentará los más intensos orgasmos durante los siguientes doce meses, sin importar cualquier tipo de limitación física que pueda tener. Dichos orgasmos podrán experimentarse en una relación física, o bien, con la simple repetición de un mantra secreto que El Restaurante proporcionará al finalizar el postre.

Beneficio Gamma.

Este es una extensión del anterior. El Restaurante invirtió millones de dólares en investigación para rescatar antiguas prácticas chamánicas realizadas en el altiplano mexicano, antes de la llegada de los españoles. Una de ellas se denomina El grito de la serpiente emplumada.

Mediante una combinación de hongos alucinógenos, bebidas fermentadas a base de maguey y otras hierbas y ceniza volcánica, los chamanes mexicas lograban desviar la energía sexual del orgasmo justo en el instante en que este llegaba, haciendo que se produjera una inyaculación. El chamán revertía la expulsión del semen hacia dentro, iniciando así el recorrido de la energía a lo largo de la médula espinal, de abajo hacia arriba, llenando de energía las ramificaciones nerviosas que se encuentran a lo largo de la columna vertebral, hasta llegar al cerebro. 

Cuando esto ocurría, la serpiente emplumada se apoderaba del chamán, quien alcanzaba un estado de trance y era capaz de ver y hablar con seres de otras dimensiones. Era capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo, de realizar viajes astrales, y de curar prácticamente cualquier enfermedad de la época.

El Restaurante se compromete por escrito ante notario, que el comensal (hombre o mujer) será capaz de experimentar todo lo anterior durante los siguientes doce meses a partir de la fecha del consumo.

Beneficio Delta.

Como efecto secundario del anterior, El Restaurante se compromete a que el comensal podrá revertir cualquier enfermedad crónico-degenerativa, especialmente hipertensión, diabetes, artritis, esclerosis múltiple y Parkinson.

 

Los dueños.

Los hermanos Alexandru, Razvan y Ioana Dumitrescu, purgaban una sentencia de cadena perpetua cuando en diciembre de 1989 estalló la revolución que llevaría al derrocamiento de la dictadura comunista en Rumania.

Fueron tiempos violentos y confusos que el abogado de los hermanos, Iván Bogdan, aprovechó para interponer una solicitud de apelación la cual fue concedida; logrando que los hermanos fueran transferidos a otra cárcel, ubicada en las afueras de Bucarest. El resto fue muy fácil. Comandos armados revolucionarios interceptaron el convoy policial, asesinaron a los guardias e “invitaron” a los reos a unirse al movimiento de liberación del país.

Los gemelos Alexandru y Razvan habían sido acusados de asesinatos múltiples y canibalismo. Su hermana menor, Ioana, había sido cómplice atrayendo gente joven a la guarida de sus hermanos. Sus padres, familiares y abogado negaron las acusaciones en todo momento. Los hermanos en cambio, jamás abrieron la boca para defenderse.

Los gemelos tenían veinticinco años en el momento de su “liberación” en 1989, mientras que su hermana contaba con veinte años, cinco menos que ellos.

Durante las dos décadas siguientes, ya en el nuevo régimen capitalista, los tres progresaron económica y socialmente en su país natal. Alexandru y Razvan se graduaron con honores como chefs de alta cocina, y su hermana se matriculó y graduó como Psicoanalista en la ciudad de Viena, Austria.

Los tres se internacionalizaron, ejercieron sus profesiones en Alemania, Austria, Suiza, República Checa, Bélgica y Países Bajos. Para el año 2000 los tres estaban de regreso en su natal Bucarest; ninguno se había casado. Todo era felicidad, el pasado había quedado atrás. Eran tan unidos que vivían juntos en la misma residencia, ubicada a las afueras de la capital.

Para el año 2010 los nubarrones volvieron a llegar a sus vidas. Familiares de las víctimas habían solicitado una reapertura del caso. Los gemelos eran celebridades en el mundo de la alta cocina. Dos de los restaurantes mas prestigiosos de París, con cinco michelines cada uno, los habían llevado a trabajar con ellos en calidad de chefs invitados. A su regreso a Rumanía, ya los esperaba una solicitud de presentación en la comisaría estatal.

Dos días después cruzaron la frontera de España y se establecieron en la ciudad de Zaragoza, comunidad de Aragón, usando nombres falsos. Su hermana menor, Ioana, hizo lo mismo pero ella decidió huir directamente a la ciudad de México.

Ioana Dumitrescu tenía treinta y cinco años cuando visitó México por primera vez. Había sido invitada para dar tres conferencias. Una en el ITAM de la ciudad de México, otra en la Universidad Iberoamericana, y una más en el Instituto Jaques Lacan de la ciudad de Cuernavaca, Morelos.

Entre los oyentes había una joven de veintidós años y de familia muy adinerada que estaba pasando por una profunda crisis depresiva por un rompimiento amoroso. La joven intentó acercarse a Ioana en busca de algunas palabra de aliento, y lo que encontró fue la cura para su mal de amores.

Ioana y la joven sostuvieron un intenso y tórrido romance durante dos años. Juntas, viajaron por el mundo. Entre conferencias y sesiones de terapia, Ioana nunca descuido a su amada a quien de cariño le decía Mimí.

Dos años después, la relación terminó. Ambas se seguían queriendo, pero Mimí quería casarse y tener hijos propios. Eso prendió las señales de alarma y Ioana decidió poner fin a la relación. Quedaron en buenos términos.

Tan buenos términos que años despés, Mimí convenció a su esposo de que ayudara a su amiga y sus hermanos a instalarse en México. Se había casado con un prominente político Michoacano que lideraba la cámara de senadores de la república. Había modo. 

Y fue así como los hermanos Dumitrescu llegaron a México con nuevas identidades, y se instalaron en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Sede de su peculiar negocio.

 

—¡Salud hermanitos! —exclamó Alexandru — salud por un nuevo éxito. El príncipe Abdul se veía feliz. Habrá que esperar su retroalimentación, pero confío en que una vez más logremos entregar todo lo prometido. Quiero llorar de la emoción.

—¡Pues llora hermanito hermoso! —gritó Ioana llena de alegría.

Los tres hermanos se abrazaron y brincaron como cuando eran niños. Siempre juntos, en las buenas y en las malas. Siempre juntos hasta el final de los tiempos.

—¿Has pensado en lo que te dije Alex? —preguntó Razvan.

—No. Ni quiero pensar en ello.

—Ya me siento cansado. Es mucho estrés. Todo esto, la selección de clientes, los perfiles, la elección de los ingredientes, la preparación de los platos, el seguimiento, todo, todo eso ya me tiene muy cansado — exclamó Razvan.

El Restaurante recibía anualmente alrededor de cien solicitudes de comensales del más alto nivel económico a nivel mundial. Estos eran sometidos al escrutinio de Ioana, quien después de elegir los diez finalistas, programaba una entrevista con cada uno de ellos, la cual iba acompañada de baterías psicométricas diseñadas por ella misma. Todo para crear un perfil psicométrico exhaustivo que servía de base para que sus hermanos, los chefs, eligieran los ingredientes y diseñaran los nuevos platillos de manera personalizada. No había margen para el error. No podían equivocarse en ninguno de los pasos del proceso. Todo debía ser perfecto.

A lo largo de los años se habían construido una reputación del tal magnitud, que entre los solicitantes se podían ver nombres de presidentes de países, billonarios del ramo tecnológico, jeques árabes, ministros y reyes. Deportistas de élite y miembros de la farándula internacional habían enviado solicitudes durante años sin recibir respuesta favorable. Ioana sentía aversión a los reflectores.

Con sesenta años recién cumplidos, Razvan se sentía cansado. De que servían tantos millones guardados en los bancos, si cada año había que someterse al estrés del negocio. Cuando podremos disfrutar toda esa fortuna se preguntaba a veces.

 

La puerta se abrió y entró Marcelo Almaguer, el gerente general del Restaurante. Empleado de los hermanos y hombre de todas las confianzas. Se acercó a Ioana y le dijo:

—Tienes que ver esto.

Le mostró su celular y le dio play a un video en Instagram. Los gemelos, sentados en un mueble, escucharon lo siguiente:

“Holis, un saludo a todos, todas y todes. ¿Cómo están? Soy Carmina, tu guía para ser más femenina. En esta ocasión, y que conste que solo lo hago para complacer a mis seguidores, quiero hacer publica una invitación al Restaurante, o sea pero wey, ¿como que el Restaurante?, ósea ni siquiera tiene un nombre, se llama así, el Restaurante jajajajajaja, bueno equis, el punto es que este fin de semana voy a hacer un viaje con mi novio a la ciudad de México. Vamos de shopping, de paseo, y bueno tengo tiempo en mi agenda para visitar Cuernavaca. Y pues, de nuevo, todo por complacer a mis seguidores. Quiero proponerle al dueño del Restaurante, quien quiera que sea, una colaboración.

Dos comidas gratis, para mi y mi novio, y a cambio, yo le hago publicidad a tu negocio en mi cuenta de Instagram, tengo 20 mil seguidores, obvio que tendré que tomarme unas fotitos y con la comida y todo eso. Yo vuelo mañana a primera hora so te pediría que me confirmaras pues no se en una o dos horas, tres a más tardar. Besitosssss mua mua mua”.

Los gemelos llevaban casi veinte años viviendo en México, pero su castellano seguía siendo limitado. Se quedaron con la mirada perdida, viéndose el uno al otro, sin haber entendido nada de lo que escucharon.

Con Ioana la cosa era distinta:

—¿Es en serio Marcelo? ¿Por qué me muestras esto y delante de mis hermanos?

—Pues, no sé, me pareció gracioso. ¿Te imaginas? Jajaja jajaja jajaja.

—Ya lárgate de aquí cabrón — dijo Ioana intentando disimular una sonrisa.

Los gemelos habían escuchado rumores de que su hermana y Marcelo tenían un amorío. Y de principio, lo tomaron como eso, como un simple chisme entre dos enamorados. Solo había una pequeña duda en la mente de Alexandru:

—Escuché a la joven mencionar el nombre del negocio. ¿Quién es ella y como sabe el nombre?

Ioana se quedó de una sola pieza y con la mirada le dijo a Marcelo que ahora si era momento de irse.

—No tengo idea Alex, ya olvídalo, no era nadie, muchachas locas que no tienen nada que hacer.

—No, bueno, pero ¿cómo sabe el nombre del negocio? Eso si me intriga, y mucho.

—¿Qué es una colaboración? —preguntó Razvan intrigado– escuché que dijo algo sobre colaborar con nosotros. ¿Qué es eso? ¿A qué se refiere?

Ioana conocía muy bien a sus hermanos; no iban a dejar de preguntar. Eran como niños de cinco años.

Y les explicó lo mejor que pudo, el significado del mensaje que habían escuchado.

Razvan fue el primero en estallar en cólera. Se levantó, pateó la mesa, escupió hiel amarga, y comenzó a vociferar maldiciones en su lengua materna. Tenía los ojos rojos y húmedos del coraje. Maldijo mil veces a la joven influencer mientras miraba su foto con los ojos desorbitados.

Alexandru en cambio, siempre fue el más frio…y el más peligroso. Se levantó y vociferó también maldiciones en rumano. Mientras lo hacía, el volumen de su voz fue disminuyendo, y su mirada se fue haciendo más fría. Agarró la cabeza de su hermano con sus dos manos y comenzó a tranquilizarlo, a pedirle que se calmara.

—¡Ya se lo que vamos a hacer Raz! ¡Ya se! Mírame a los ojos, ¡mírame! ¡hey! ¡ya se lo que vamos a hacer!

Ioana sintió una corriente eléctrica subiendo por su columna. Vio la mirada de su hermano Alex y recordó cosas de su juventud. Cosas, memorias, experiencias que estaban muy guardadas. Se quedó petrificada al darse cuenta de golpe lo que esa mirada significaba. La conocía bien. Intentó detener lo que se venía:

—Alex, Alex, papito, mírame, mírame, habla conmigo. No, no, nada de eso, ¡No!

Pero Razvan ya se había calmado y ambos sonreían mientras se agarraban de los brazos.

Esa misma noche, Marcelo se puso en contacto con Carmina, la influencer. El Restaurante estaría muy honrado en recibirla para una colaboración. Solo ella y su novio. Nadie más. Por primera vez en veinte años, harían una excepción y atenderían solo a dos comensales. Por tratarse de ellos, harían de lado todos los protocolos de selección. 

Ellos eran los elegidos.


 

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