El burro hablando de orejas – Parte II (Desde el Lejano Oriente).

 

Oratoria Pestilente.



El conflicto Palestino – Israelí continúa sin que se pueda ver alguna señal de pacificación. Al menos no a corto plazo. El numero de víctimas se incrementa día a día, y ninguna de las dos partes da señales de ceder ante las exigencias mutuas.

Recientemente, el grupo terrorista Hamás ha ofrecido la liberación inmediata de todos los rehenes (bebés, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores) a cambio de la liberación inmediata de 6000 prisioneros palestinos recluidos en las cárceles israelíes, acusados de participar en acciones violentas y/o terroristas.

La respuesta del estado israelí fue tajante: solo detendrán el bombardeo a Gaza si liberan a los rehenes, cuya cifra es de 250 personas, confirmado recientemente por el grupo terrorista.

Un nuevo actor ha entrado en escena.

Y no es cualquier actor. Podríamos decir que es EL actor.

Esta vez procede de las bellas tierras del lejano oriente. Esta vez procede de China.

El ministro de relaciones exteriores de la República Popular China, Wang Yi, demanda que Israel detenga el castigo contra Gaza. “Ha actuado más allá de la autodefensa”.

Propone y aboga por una solución pacífica cuyo desenlace final sea la creación del Estado Palestino, libre y soberano, con derechos propios y total independencia del Estado de Israel.

Agregó: “China cree que la injusticia histórica contra Palestina ya duró más de medio siglo y no puede continuar. Todos los países amantes de la paz y de la justicia deberían hablar y exigir claramente la solución de dos estados lo antes posible”.

Bellas palabras en verdad. Conmovedoras y edificantes, llenas de sabiduría milenaria, dignas de las mentes más inspiradas y desarrolladas.

Lástima que sean huecas y carezcan de sustento moral.

¿Por dónde empiezo?

¿Qué tal El Tíbet?

En 1959 el decimocuarto Dalái Lama y sus principales colaboradores tuvieron que salir huyendo hacia la India, por la persecución del ejercito chino. Hasta el día de hoy, no han podido regresar a su tierra, a la tierra de sus ancestros, a la tierra donde en el siglo VI de nuestra era apareció un reino tibetano.

China ha destruido sistemáticamente todo remanente de la cultura tibetana ¡en el Tíbet! La población actual es china. Miles de templos han sido destruidos, monjes budistas asesinados y la memoria de la presencia tibetana se ataca constantemente.

En el exilio, el Dalái Lama y su pueblo sufre constantemente el acoso del gobierno chino.

El Dalái ha visitado México en cuatro ocasiones. Y en las cuatro el gobierno Chino ha protestado airadamente al grado de exigirle al gobierno Mexicano que no lo recibiera so pena de recibir sanciones económicas. Tal como se lee, sanciones económicas para México si se recibía al Dalái como jefe del pueblo Tibetano.

Durante la realización de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, el entonces candidato presidencial Barak Obama solicitó al presidente George Bush que no asistiera a los Juegos Olímpicos si el gobierno chino no dialogaba con el Dalái.

El entonces presidente francés Nicolás Sarkozy y el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon no asistieron a la ceremonia de apertura en señal de protesta. Hubo también un llamado internacional firmado por doce intelectuales chinos que apoyaban la autonomía del Tíbet y solicitaban al gobierno chino detener el conflicto étnico.

El gobierno chino, como es de esperarse, ha hecho caso omiso a toda la presión internacional argumentando que es un conflicto regional y solo a ellos compete su resolución. Entendida esta como la disolución de la cultura Tibetana.

Porque la persecución no solo es política y étnica. Buscan también erradicar su religión: el budismo.

En el budismo tibetano, la reencarnación es un elemento fundamental. El Dalái Lama reencarna continuamente en un nuevo ser, un niño, a lo largo de los siglos. Este niño es identificado en ceremonias llevadas a cabo entre los monjes, a puerta cerrada. Se hace aun estando en vida el Dalái vigente.

En el caso del Dalái Lama actual, se identificó al niño donde reencarnaría a su muerte. El gobierno Chino ubicó a ese niño y desde entonces lo tiene prisionero en un lugar desconocido.

La idea es que cuando el Dalái muera y reencarne en el niño, lo hará en prisión y el pueblo tibetano perderá a su líder espiritual de una vez y para siempre.

Así de cruel.

Y podemos hablar también de Taiwán, país próspero e independiente, que tiene la mala suerte de ubicarse en una isla frente a China. Estos reclaman Taiwán para ellos y buscan anexionárselo.

 

Los burros andan sueltos, son poderosos y se han vuelto oradores muy competentes. Enarbolan la bandera de la paz y la convivencia pacífica entre las naciones. Hablan bonito, pero si te acercas lo suficiente, el olor nauseabundo de su esencia te puede provocar vómito.

De lejitos mejor.


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