¿Por qué hay tanto líder incompetente en las empresas? – Parte I: Las Causas.
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Autoestima y Carisma. Método infalible. |
La pregunta puede tomar por
sorpresa a más de uno. Parte de una premisa general: que hoy en día, abundan las
personas incompetentes ocupando puestos de liderazgo o gerenciales.
La premisa quizá no sorprenda a
nadie. Aun así, debe ser validada con datos empíricos. Esto es precisamente lo
que hizo el Doctor Tomás Chamorro-Premuzic, especialista en psicología
organizacional, con maestría y doctorado en la University College London
(Universidad de Londres, Reino Unido).
En su libro titulado: “Why do
so many incompetent men become leaders?”, expone el resultado de años de
investigación y llega a conclusiones sorprendentes. Lo hace presentando
evidencias, datos, estadísticas y otra serie de instrumentos propios del método
científico.
En este artículo, expondré una breve síntesis de sus hallazgos y presentaré las propuestas que ofrece para mitigar este problema, el cual representa una verdadera pandemia dentro de las empresas.
Víctimas de su propia ineficacia para reclutar personal, terminan abriendo
el camino a psicópatas y narcisistas. Un camino que los lleva a los más altos
puestos dentro de las empresas. Los efectos, los sufrimos todos.
Tres Razones de Peso.
El doctor Chamorro propone tres
razones que responden al planteamiento original. Tres causas rigurosamente
documentadas que explican la llegada de personas incompetentes a puestos de
mando.
El tema central que sirve de base es la percepción.
Para entender que es la
percepción, los tipos y su alcance, utilizaré un artículo publicado por Mario
Arrimada, psicólogo y articulista del portal psicologiaymente.com
“Es la manera en la que nuestro
cerebro hace una interpretación de aquellas sensaciones que percibimos a
través de nuestros sentidos con el fin de tomar una impresión del entorno
físico que hay a nuestro alrededor, pudiendo ser consciente o inconsciente. Este
proceso nos posibilita organizar, interpretar y también identificar toda esa
información sensorial percibida con el fin de comprender los datos acerca del
entorno que nos rodea”
La palabra a rescatar de esta
definición es: Interpretación. En efecto, la realidad en la que nos
desenvolvemos llega a nuestro cerebro como información, por medio de nuestros
sentidos (vista, oído, y olfato principalmente). Después, la información es
comparada con los conocimientos guardados en nuestra memoria, y finalmente procedemos
a interpretarla. Procedemos a darle sentido.
Si dos personas presencian un
evento, digamos la final de futbol entre Argentina y Francia. Uno de ellos es
fanático del futbol, y el otro no. Aun cuando observan lo mismo, no percibirán
las mismas cosas. Ni se activarán los mismos mecanismos psíquicos. Cada persona
percibe e interpreta lo que ve y escucha de manera diferente, en base a su
experiencia de vida, sus memorias, sus conocimientos y sus intereses e
inclinaciones.
La percepción es un concepto
clave para comprender las tres razones que expone Chamorro en su libro.
Cuando conocemos a una persona
por primera vez, el proceso de percepción se activa automáticamente. Observamos
su rostro, su apariencia corporal, su vestimenta, “escuchamos” inconscientemente
las señales de su lenguaje corporal, escuchamos su voz, su entonación, su
timbre. Nos percatamos si nos mira a los ojos o desvía la mirada.
Todavía no nos hemos puesto a analizar
sus ideas ni conocimientos. Solo estamos explorando a la persona
superficialmente. Aun así, el cúmulo de información es amplio y suficiente para
que nuestro cerebro procese y genere una percepción general de la persona.
Posteriormente, si extendemos la
plática, podremos conocer sus pensamientos, ideas, gustos, pasatiempos,
experiencias, y esto nos permitirá ampliar la percepción inicial y formarnos
una idea más real de él o ella.
Este es el mismo proceso que
ocurre cuando un nuevo empleado es entrevistado por personal de Recursos
Humanos, o por los jefes o dueños de la empresa contratante. Tal cual. No hay
nada diferente.
Y este es precisamente, según
Chamorro, el origen del problema.
Razón 1: Auto Confianza VS Competencias.
La confianza en si mismo es algo
que se tiene o no se tiene, no hay términos medios. Y cuando se tiene se proyecta,
y el interlocutor lo capta de inmediato.
Un nivel equilibrado de auto
confianza es bueno y necesario. Es un síntoma sano de desarrollo y expectativas
cumplidas. Puede esconder también una vida con fracasos de los cuales la
persona ha aprendido y ha madurado.
El problema inicia cuando nos
encontramos con personas con altos niveles de auto estima. Estas personas
proyectan mucha seguridad. Una seguridad que desborda y seduce.
Las personas con altos niveles de
auto confianza invariablemente impresionan a sus interlocutores. Y esto tiene un
efecto secundario poderoso: inhiben la búsqueda de otros rasgos, no tan buenos.
Y etiquetan casi en automático a la persona como altamente competente.
Un aspirante a puesto gerencial o
de supervisión tiene más del cincuenta por ciento ganado si logra impresionar al
reclutador en los primeros minutos.
Por increíble que parezca, las
competencias requeridas por el puesto pasan a segundo término o de plano no se evalúan.
Competencias y habilidades como
empatía, trabajo en equipo, conocimientos, sacrificio por el bien colectivo,
responsabilidad, alto nivel de compromiso, escucha activa, e interés genuino
por los colaboradores, son ignoradas. Y lo peor es que los estudios
científicos revelan que las personas con altos niveles de auto confianza, suelen
mostrar muy bajos niveles en todas las competencias mencionadas.
Lo que termina pasando, según las
investigaciones del autor, es que las personas con altos niveles de confianza y
autoestima se imponen a las que tienen las competencias adecuadas, y se quedan
con el puesto.
Razón 2: Carisma VS Humildad.
La razón dos es una continuación
de la anterior.
El carisma es una cualidad que
consiste en caer bien, generar atracción y fascinar a las personas. Visto desde
la posición de un reclutador, resulta siempre agradable y reconfortante
encontrar candidatos (as) con esta virtud.
La humildad, por su parte, implica
ser reservado, hablar poco de si mismo, y no presumir éxitos de manera
superlativa. Humildad es un rasgo de personalidad que se manifiesta en las
personas maduras, autoconscientes, sencillas en su trato y en su hablar. Esto,
desafortunadamente, no supera la impresión positiva que produce una persona con
alto nivel de carisma.
La percepción juega nuevamente a
favor de los carismáticos.
La evidencia empírica indica sin
embargo, que es más factible encontrar las competencias de liderazgo correctas
en las personas que se muestran equilibradas, maduras y con modos reservados y
sencillos en su comportamiento.
Razón 3: Narcisismo e Integridad.
Para cerrar su estudio, Chamorro
presenta una tercer razón y en esta ocasión recurre a un término muy propio de
la psicología clínica: el narcisismo.
Para entender que es, voy a citar
un artículo publicado por el PSISE (Centro de Psicología de Madrid) en su
portal psisemadrid.org
“En el trastorno de personalidad
narcisista, la persona expresa la necesidad constante de alimentar sus
fantasías de grandiosidad y su autoestima a través de actitudes y
comportamientos a menudo exagerados. Es intolerante a la crítica y tiende a
reaccionar con ira, o enmascarando la vergüenza y humillación con una actitud
fría”.
El DSM V (Manual de diagnóstico
de trastornos de personalidad publicado por la Asociación Estadounidense de
Psicología), especifica las características de una personalidad narcisista de
la siguiente manera:
- Sentimientos de grandeza y prepotencia. Exagera sus logros. Espera ser reconocido como superior sin contar con los éxitos que lo avalen.
- Absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ilimitado.
- Se cree especial y único y que solo puede relacionarse con personas de alto estatus.
- Expectativas no razonables de tratamiento.
- Carece de empatía.
- Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia por él.
Por asombroso que parezca, las
personas con este trastorno suelen ser muy seductoras. Tienen un magnetismo muy
fuerte. Saben disimular los rasgos negativos de su personalidad y solo se
manifiestan con el tiempo.
Este tipo de personas, como es de
esperarse, tienen niveles de integridad muy bajos o nulos.
Y es precisamente la integridad
uno de los rasgos más importantes de un verdadero líder. Estar a cargo de un
grupo de personas implica un altísimo nivel de responsabilidad, no solo operativo
y financiero, sino emocional y espiritual. Un líder integro, cabal,
comprometido, dejará una huella duradera en las mentes de sus colaboradores.
Gracias a él, podrán alcanzar los niveles más altos de su potencial profesional
y humano.
Un líder narcisista jamás podrá
ofrecer esto.
Y paradójicamente, en una
entrevista de trabajo, ¿Quién cree usted querido lector(a) que impresionará al
reclutador?
Eso depende.
El autor propone tres vías de
acción para prevenir esto. Tres recomendaciones prácticas para las empresas.
Estas las analizaré en un segundo
artículo.
Continuará.
Que buen comentario hijo y efectivamente así es hay jefes ineptos, la mayoría, solo ellos saben cómo obtuvieron el título,, por lo tanto tanto no hay integridad, congruencia y si mucho marco ismo, lo malo que saben disfrazarlo al principio, cuando logran su objetivo
ResponderBorrarQuise decir narsicismo
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