El Antiguo Testamento – Parte I (Ideas Radicales).
![]() |
Ideas Radicales. |
Para una mejor comprensión de
este artículo, invito al lector / lectora a que lea la primera parte
(introducción), la cual se encuentra en este mismo blog.
Como se mencionó en la primera
parte, los descubrimientos arqueológicos realizados durante los siglos XIX y XX
han sacado a la luz un inmenso cúmulo de información desconocida hasta entonces
sobre los pueblos de la antigüedad.
Las primeras civilizaciones que
aparecieron en Mesopotamia, Siria, Canaán, Anatolia y Egipto fueron sacadas a
la luz después de permanecer miles de años enterradas y olvidadas. Poco se
sabía de ellas antes del descubrimiento de cientos de miles de tablillas las
cuales contenían información de todo tipo, entre ellas mitológicas.
En una época posterior al final
de la edad del bronce (1150 AC), emergió de las tierras de Canaán (actual territorio
de Líbano e Israel) un pueblo diminuto, compacto, guerrero, religioso y
sumamente peculiar: el pueblo hebreo.
Estaba integrado por doce tribus, cada una de ellas identificada con el nombre de su
patriarca: Rubén, Simeón, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad, Aser,
Efraín y Manasés.
Se hacían llamar Israel, cuyo
significado esta aún en debate por los lingüistas. Israel era el nombre que
recibió el patriarca Jacob, hijo de Abraham, y la tradición lo posicionaba como
el padre de las doce tribus arriba mencionadas.
Respecto al nombre Israel, el
mismo texto bíblico nos da información al contarnos una historia en la que Jacob
peleó una noche, cuerpo a cuerpo, con un ángel cuyo poder era similar al de
Dios, e incluso, concluye el relato, era Dios mismo en forma humana. Esto provocó
que su nombre cambiara de Jacob a Israel, que significa “el que peleó contra
Dios”.
¿A que Dios se refiere el texto?
Los Israelitas se desenvolvieron dentro
de una civilización llamada Cananea, cuyo Dios principal recibía el nombre de
EL. Esto ha llevado a algunos estudiosos del tema concluir que Jacob “luchó”
contra el dios Cananeo EL y vivió para contarlo. Considerando que el pueblo
Hebreo estaba en constante lucha con los pueblos Cananeos, esta explicación cobra
mucho sentido. Sin embargo, se debe tomar con las precauciones del caso, ya que
no está aceptada por todo el mundo académico.
Hacia el año 1000 AC, estos pueblos
se organizaron, conquistaron tierras en Canaán y establecieron un reino. El
primer rey fue Saúl, posteriormente lo sucedió David y después de este, uno de
sus hijos menores alcanzó el trono bajo el nombre de Salomón.
Este pueblo poseía una vasta
tradición oral de historias y mitos en los que se explicaba entre otras cosas,
el origen del mundo, el origen del hombre y en última instancia, el origen de
ellos y su misión en el mundo como pueblo elegido de Dios. Pero no de cualquier
Dios. Ellos se decían elegidos del Dios único, del Dios verdadero, del creador
del mundo y del cosmos.
Estas y otras tradiciones fueron plasmadas
en textos (papiros) desde la misma época del rey Salomón (950 AC) e incluso
antes.
Siglos después, todos esos
relatos escritos fueron compilados, editados, y organizados bajo ciertos
criterios, dando lugar a lo que hoy en día conocemos como El Antiguo
Testamento.
Cuando las tablillas fueron traducidas, gracias a otros
descubrimientos que mencioné en el artículo anterior, se puso de manifiesto una
serie de revelaciones que dejaron atónitos a todos los que estaban involucrados,
a la comunidad científica internacional y al público en general interesado en
el tema.
Se pudo establecer que al menos los primeros once capítulos
del Antiguo Testamento (Génesis) son una copia modificada de mitos y leyendas
de origen más antiguo. De origen sumerio babilónicos para ser más precisos.
Como se explicó previamente, la historia del diluvio no es
invento de los hebreos. Es un conjunto de mitos mucho más antiguos que proceden
de la cultura sumeria. La historia de Noe, por mencionar otro ejemplo, procede
también de las tradiciones escritas de la civilización sumeria cuyo ubicación
geográfica era en lo que actualmente es el reino de Kuwait, frente a las costas
del Golfo Pérsico.
Exploremos brevemente el caso de Noe, el único hombre al que
Dios encontró digno de salvar y a quien le dio instrucciones precisas para
construir una barca y meter ahí a su familia y a una pareja de todos los
animales de la tierra.
En las tabillas sumerias descubiertas, se narra la historia
de Ziusudra, un personaje mitológico que sufrió el castigo del diluvio y fue el
único que se salvó y alcanzó la inmortalidad como regalo de los dioses. Este
mismo personaje era conocido bajo el nombre de Atrahasis en las leyendas de los
acadios (otro pueblo contemporáneo de los sumerios que vivían más alejados de
la costa), y como Utnapishtim por los babilonios.
Mismo relato, misma tradición, diferentes nombres… y mensaje
radicalmente diferente.
Cuando los escritores hebreos comenzaron a incluir estas y
otras historias en el texto bíblico, lo hicieron de manera muy consciente. En
primer lugar, la historia del diluvio, de Noe, de la creación y otras más, de
origen sumerio, eran sumamente populares en esa época. Eran narrativas que se
contaban de generación en generación. Prácticamente todos los pueblos del medio
oriente las conocían.
¿Por qué entonces los escritores hebreos decidieron
incluirlas en el relato Bíblico?
La doctora Christine Hayes, nos da una respuesta, la respuesta
de la alta crítica académica.
En primer lugar, debemos contextualizar nuestra lectura al
pasado remoto, a los tiempos en los que el pueblo hebreo convivía con las
civilizaciones que le rodeaban y le influían.
En los tiempos antiguos, todas las civilizaciones adoraban Dioses.
Eran politeístas. Cada pueblo poseía su propio panteón de divinidades y aunque presentaban
peculiaridades muy propias del pueblo en cuestión, en términos generales compartían
la misma cosmovisión.
Veían a Dios insertado en la naturaleza. De hecho, muchos
consideraban a la naturaleza misma como Dios, y por lo tanto desarrollaron
dioses para todas las manifestaciones y realidades del mundo: sol, lluvia,
viento, tierra, agua, animales, ríos, montañas, etcétera.
Desde esta perspectiva, es fácil comprender el panteón politeísta
de la antigüedad, en el que, por mencionar un ejemplo, Atón y Ra, dioses
egipcios identificados con el sol. La diosa Aset, egipcia también, era diosa de
la maternidad, la magia y la medicina. Esta es la misma diosa a la que los griegos
posteriormente llamaron Isis.
En el panteón sumerio encontramos a Tiamat y Anu como dioses
relacionados con el cielo, la diosa de la luna nanna, ninazu dios del
inframundo, Enki dios de la tierra, por mencionar algunos.
Todos estos dioses representaban un aspecto visible de la
realidad y tenían el poder de influir sobre los fenómenos atmosféricos,
cosmológicos y terrestres.
Estos dioses tenían atributos muy específicos, pero
compartían otros de manera universal. Uno de ellos era el carácter amoral. Es
decir, eran dioses que no pensaban ni actuaban con principios morales tal como
lo entendemos hoy día. No significa que representaran el mal, sino que apelando
a la etimología de la palabra “a igual a sin”, amoral significaba que sus actos
y su modo de ser no obedecía a principios de bondad, justicia, equidad, amor,
etcétera. Eran amorales. No confundir con inmorales, lo cual si tiene un
significado peyorativo.
Estos dioses eran disipados, y sobre todo, esto es muy
importante entenderlo, no tenían ningún interés por el futuro y el bienestar de
la humanidad.
Estos dioses existían sin tener un lazo afectivo con los
seres humanos. Tenían sus propios fines y motivos de ser. Tenían sus propias
guerras entre ellos. Los humanos no eran más que criaturas con las que
compartían la creación.
El título de este artículo dice Parte II (Ideas Radicales).
Y es precisamente aquí, donde según la doctora Hayes, se da el giro dramático
con la entrada de los hebreos en escena.
Efectivamente, los hebreos tomaron historias más antiguas y
las insertaron en el texto bíblico, pero lo hicieron con grandes diferencias en
la narrativa y en los propósitos.
En primer lugar, los Israelitas concibieron un Dios que
estaba fuera de la naturaleza. El Dios hebreo no era parte de la realidad, del
cosmos, de los fenómenos atmosféricos, ni de la tierra. Sino que era el creador
de todo eso. Aquí encontramos la primera idea radical, revolucionaria.
Los hebreos reconocían, intuían, escuchaban la voz y
adoraban a un Dios que estaba fuera de la naturaleza. Era su creador, con el
hombre incluido.
En segundo término, los Israelitas atribuían a Dios un
carácter supremo, todo poderoso, bienhechor, bueno, justo, y constante búsqueda
del bien para la humanidad. Un Dios que, según los Israelitas, llegó al colmo
de establecer un pacto con ellos en donde se comprometía a hacerlos grandes y
duraderos a cambio de una vida recta, apegada a principios establecidos por EL
(las tablas de Moisés). Esta es la segunda gran idea radical y profundamente
revolucionaria.
La sola idea de un pacto parecía desquiciada e inverosímil a
los pueblos politeístas con los que convivían.
Los Israelitas, además, desarrollaron paulatinamente la idea
de que a Dios se le podía conocer solamente a través del estudio metódico y
reflexivo de la historia, de los acontecimientos. Es ahí donde Dios se
manifiesta, como dueño del mundo y de la realidad.
Regresando al tema de la mitología sumerio-babilónica
contenida en pasajes del Antiguo Testamento, en efecto, algunos elementos de
estas historia fueron integrados en el texto bíblico pero con modificaciones
radicales. Las historias fueron usadas como un medio, aprovechando su popularidad,
para entregar un nuevo mensaje, un mensaje radicalmente diferente, revelador y
esperanzador.
Para ejemplificarlo, apelaré a uno de los textos encontrados
en las tablillas sumerias durante las excavaciones realizadas en la antigua
ciudad de Nínive en la actual Irak. Dichas tablillas fueron desenterradas en el
siglo XIX, entre 1848 y 1876.
El texto en cuestión es nada más y nada menos que el afamado
ENUMA ELISH, que es un relato de origen babilónico, en donde se narra la
confabulación de los Dioses para crear al mundo y de paso, al ser humano.
Posteriormente haremos una comparación con el mismo mensaje ya modificado en el
texto bíblico.
El Enuma Elish es un poema redactado originalmente en lengua
acadia (una lengua muerta muy popular en la antigüedad), y escrito en
caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla. Se estima que fue escrito entre
1800 y 1700 AC (antes de Cristo).
TABLILLA
VI.
<< Rescate de los dioses derrotados: creación y
destino del hombre
Oye Marduk las palabras de los dioses
(y) su corazón lo apremia a modelar obras llenas de arte. Abriendo su boca, se
dirige a Ea para escuchar consejo acerca de lo que a si mismo se había dicho en
su corazón:
“Entretejeré sangre (y)
ensamblaré huesos. Suscitaré un ser humano, Hombre será su nombre. En verdad, construiré
al ser humano (denominado) Hombre. Estará encargado del servicio de los dioses;
para que ellos puedan estar en paz.
(Además,) los modos de los dioses
alteraré con arte: aunque igualmente reverenciados, en dos (grupos) estarán
divididos”. Ea le respondió, hablando con él una palabra a fin de referirle su
(propio) designio para el alivio de los dioses: “Que uno solo de sus hermanos
sea entregado; él solo perecerá para que la humanidad pueda ser modelada. Que
los grandes dioses se hallen aquí en asamblea; que el culpable sea entregado,
para que ellos puedan perdurar”. Marduk convocó a los grandes dioses para la
asamblea; ordenando graciosamente, expidió instrucciones. A su prolación
pusieron cuidado. >>
Este extracto es copiado de una
publicación de la Universidad Autónoma Metropolitana en 1989, con el auspicio
del ITAM en la ciudad de México. El texto completo está disponible en internet.
La historia que acabas de leer,
querido lector / lectora, era de dominio público entre los antiguos pueblos del
medio oriente. Eran mitologías que contaban las conspiraciones entre los dioses,
sus peleas, sus acuerdos, entre otras cosas.
Tres temas rescataremos de este
pasaje:
El primero es que el hombre fue
creado (mezclando sangre y huesos) para el servicio de los dioses. Es decir, la
razón de nuestra existencia no es otra que servir a los dioses en todas las
actividades que a ellos no les gusta realizar (esto se explica en otras
tablillas). Nada más. No venimos a este mundo a otra cosa. Tus planes, tus
ideas, tus convicciones, tus creencias, todo lo que eres y aspiras a ser, no
tiene ninguna validez. Estas aquí solo para hacer la chamba de los dioses. Lo
que ellos te indiquen.
El segundo tema es que para
nuestra creación, los dioses confabulados eligieron sacrificar a uno de ellos,
a un dios menor, de cuya materia fuimos creados.
Y el tercer tema es que nuestra
creación representa la supervivencia del resto de los dioses. “Que los
grandes dioses se hallen aquí en asamblea; que el culpable sea entregado, para
que ellos puedan perdurar”.
En conclusión, de acuerdo a esta
narración, los humanos estamos en este mundo para servir a los dioses, porque
para eso nos crearon. Somos el producto de un sacrificio de un dios menor. Y
nuestra existencia garantiza una vida en paz y perdurable para los dioses.
Suficiente ya del Enuma Elish.
Veamos ahora como lo introdujeron
los escritores hebreos en el texto bíblico:
Dijo Dios: “Hagamos al hombre
a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y
sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y
los reptiles que se arrastran por el suelo”.
Y creo Dios al hombre a su
imagen.
A imagen de Dios los creo. Macho
y hembra los creo.
Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean
fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se
mueve sobre la tierra.”
Citado de la Biblia Latinoamericana.
Mismo relato, misma tradición, diferentes
nombres… y mensaje radicalmente diferente.
El hombre es creado por Dios, pero
con un propósito totalmente distinto. El Dios que hablaba con los hebreos no
necesitaba de su trabajo ni de la existencia del ser humano para vivir en paz y
perdurar. El Dios de los hebreos, el mismo Dios de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, es todo poderoso, omnisciente y omnipotente. Es el dueño del
Cosmos, de la naturaleza y de todo lo que existe y lo que no existe.
En el relato Bíblico, el mensaje es totalmente diferente. Dios no tuvo que sacrificar a otro dios para crearnos. Y mucho menos para que EL pudiera vivir en paz.
El Dios que le hablo a los hebreos creo al hombre para que habitara la tierra, la cultivara, se reprodujera y viviera de acuerdo a una serie de preceptos que le garantizaban una vida plena, armónica y enlazada con su creador.
Este es el mensaje que los escritores del Génesis insertaron en el antiguo relato del Enuma Elish y de otros que estudiaremos más adelante.
Este tipo de análisis se puede
aplicar para otras historias, como la del diluvio y la de Noe. Las diferencia son
similares. Los escritores hebreos buscaban entregar un nuevo mensaje, cargado
de una visión diferente del hombre y su relación con la divinidad.
Lo anterior desata una serie de
controversias que se analizarán en artículos posteriores.
La fuerza de nuestra fe, si eres
creyente, se enaltece al ahondar en este tipo de temas. Para algunas personas
puede resultar ofensivo. Pero el propósito de mostrarlo es todo lo contrario.
Es para aquel o aquella que siendo creyente, busca enraizar aún mas su fe a través
de los escritos.
Este y los demás artículos que
vienen, son públicos, cualquier persona los puede leer. Y están dedicados a mis
alumnos de la licenciatura en Teología. Son textos para ahondar en la reflexión
y exponer nuestra fe a las aportaciones de la alta crítica académica.
Al final, es Dios nuestro padre
celestial quien nos envía al bendito Espíritu Santo para que seamos capaces de
comprender y enriquecer nuestra fe y nuestro amor por Dios y por el prójimo.
Las dos únicas obligaciones del ser humano, tal como lo enseño Jesús hace dos
mil años.
Que el Altísimo te guarde y te
lleve siempre sobre la palma de su mano.
Gracias hijo por compartir estos conocimientos tan importantes, mi fe es grande, firme y fiel ahora creo que existe la reencarnación que estamos aquí para cumplí un propósito que desafortunadamente olvidamos en el transcurso de la vida pero podemos recordarlo y cumplirlo, y hemos tenido muchas vidas, yo estoy en esa búsqueda de cual es mi propósito y cumplirlo, te amo hijo
ResponderBorrar