El Antiguo Testamento – Parte II (Ideas Erróneas).

 

Errores Comunes.



Continuando con el trabajo expositivo de la Dra. Christine Hayes en sus clases de Antiguo Testamento en la Universidad de Yale, y recordando a nuestros queridos lectores y lectoras que esta serie de artículos abordan el texto bíblico desde una perspectiva crítica literaria, tenemos una serie de advertencias preliminares que la doctora pone a consideración de sus alumnos.

Estas advertencias se presentan como los cinco errores más comunes que la gente tiene o piensa acerca de la Biblia y en particular del Antiguo Testamento.

Se expondrá la idea principal de la autora y después se realizará un análisis textual de algunos pasajes para ampliar el tema. También se propondrá una reflexión final para cada uno de los temas.

 

Error número 1: La Biblia es un libro.

Esta es quizá la idea más generalizada que se tiene en el mundo occidental. Cuando nos hablan de la Biblia, pensamos de inmediato en un libro. Si compramos una Biblia, lo que nos entregan es un libro grueso empastado generalmente en color negro, aunque esto último puede variar según la edición y la versión que se adquiere.

Sin embargo, es muy importante dejar en claro que la Biblia no es un libro.

La Biblia es un compendio o antología de libros de muy diversa índole.

Libros que fueron escritos por muchas personas a lo largo de un periodo muy largo de tiempo, y con intereses y enfoques muy diversos. En algunas ocasiones, podemos detectar que algunos de estos libros presentan ideas, concepciones o elementos de fe que se contradicen.

En los tiempos del rey David y su hijo, el rey Salomón, se comenzaron a compilar algunos de los textos del Antiguo Testamento en un intento de establecer una narrativa sobre la historia del pueblo hebreo, sus orígenes, y el origen de su fe.

La historiografía y la arqueología ubican a estos dos reyes hacia el año 950 AC (antes de Cristo). Se tiene evidencia que apunta, por ejemplo, que el Deuteronomio fue escrito antes que el Génesis. Y la mayor parte de los textos fueron redactados en lengua hebrea.

Esta concepción errónea debe ser erradicada de la mente de todo aquel y aquella que inicie la lectura de la Biblia. No es un libro con capítulos. Es un compendio de libros que a su vez, fueron posteriormente divididos en capítulos y versículos para una mejor lectura y comprensión.

 

Error número 2: La Biblia es un libro Piadoso.

Para este segundo error la autora se refiere específicamente al Antiguo Testamento.

La Biblia (Antiguo Testamento) no es un libro piadoso. Los personajes que aparecen a lo largo de los libros que la conforman son en su mayoría personas normales, pecadores, capaces de realizar atrocidades, pero al mismo tiempo capaces de alinear sus vidas a la moral impuesta por los mandamientos de Dios al pueblo hebreo.

Esta segunda consideración la considero de mucha importancia. Cuando se inicia la lectura del Antiguo Testamento por primera vez, generalmente lo hacemos con ideas preconcebidas, propias de nuestra cultura y tradición judeocristiana. Una tradición milenaria que dispone de historias, leyendas, rituales, fiestas, celebraciones, que dan forma a nuestra concepción de la fe cristiana católica que profesamos.

Desde la fiesta de un bautismo, o confirmación, pasando por las celebraciones de navidad, día de la virgen, semana santa, hasta el día de muertos, por mencionar algunas. El catecismo y todo lo que vamos aprendiendo sobre nuestra fe, crea un cuerpo de ideas que nos hacen ver la Biblia como un texto cargado de mensajes piadosos desde el principio hasta el fin.

La Biblia en el Antiguo Testamento en cambio nos muestra al ser humano en su naturaleza total, clara, transparente, en los personajes que protagonizan las historias. Se trate de quien se trate, el texto busca presentar personas de carne y hueso, con virtudes y defectos con los que todos nos podamos identificar.

Uno de los mensajes de trasfondo que buscaron los escritores originales era dejar muy en claro que el Dios de los hebreos le hablaba a hombres y mujeres reales, en toda su dimensión humana.

Teniendo esto bien entendido, podemos apreciar la carga dramática de pasajes como el de Caín cuando esta planeando matar a su hermano Abel y Dios lo confronta.

Un hombre que planea y ejecuta la muerte de su hermano menor por celos y envidia es algo muy fuerte, muy dramático, muy escandaloso, pero al mismo tiempo muy humano. Refleja una parte de la naturaleza violenta y parricida que está latente en los seres humanos.

El texto sin embargo, no se queda ahí. Deja muy en claro la postura del creador. Veamos el pasaje:

“Entonces el Señor le dijo: <¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo>”. Génesis 4:6-7. Santa Biblia Nueva Versión Internacional.

Tenemos a Dios, que lo sabe todo, abordando a Caín y haciéndolo consciente del pecado de muerte que emerge de su corazón. Compara a este pecado como una fiera lista para atraparle. Sabemos que cuando una fiera nos atrapa, las posibilidades de salir con vida son casi nulas. Y entonces, Dios da un giro de 360 grados y le revela a Caín una verdad muy poderosa. Le revela algo que el mismo Caín desconoce de sí mismo. Le revela que a pesar de lo que está sintiendo, el tiene el poder para reprimirlo, superarlo y expulsarlo de su corazón. “Tu puedes dominarlo” son las palabras de Dios para Caín.

Este decide ignorar la gran revelación y dejarse llevar por los dictados de su furia. El desenlace lo conocemos todos.

Un mensaje tan poderoso como este solo puede comprenderse en un contexto de realidad extrema como el que describe el pasaje. De cuantos horrores e injusticias se podría salvar la humanidad entera si todos hiciéramos uso de ese poder, el poder de dominar nuestras más bajas pasiones.

Veamos un segundo ejemplo. Esta vez la escena ocurre hacia el 950 AC en la ciudad de Jerusalén. El protagonista de esta historia es nada más y nada menos que el legendario rey David. Aquel que siendo aun niño enfrentó con su honda al gigante Goliat y lo mató de una pedrada, dando el triunfo y honor al ejército Israelí sobre los Filisteos.

Ese mismo a quien Dios amó y bendijo tanto al grado de entregarle el reino de su pueblo. Ese mismo que amaba a Dios por encima de todo y que componía oraciones y bailaba para ÉL. Ese mismo era también un hombre expuesto al llamado del pecado y en algunas ocasiones sucumbió:

“En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con el guardia real yo todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Raba. Pero David se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quien era, y le informaron: <Se trata de Betsabé, que es hija de Elian y esposa de Urías el hitita>. Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella”.

2 Samuel 11:1-4. Santa Biblia Nueva Versión Internacional.

El deseo incontrolable por poseer a la mujer ajena. Pasión antiquísima a la que cualquier hombre o mujer está expuesto. Tenemos nuevamente a un hombre real, de carne y hueso.

La historia se vuelve aún más turbia cuando David ordena que al esposo de Betsabé (un soldado) lo envíen a pelear en primera fila, con la esperanza de que lo maten y así poder quedarse con su mujer. Sus ordenes se cumplen, el esposo muere, y él se casa con ella.

Un ejemplo más claro de lo bajo que puede caer un hombre cegado por la pasión no hay.

Esta y otras escenas del texto proceden de narrativas orales muy antiguas. Eran de dominio popular entre los hebreos. Conocían estas historias, sabían lo que había hecho su rey con el soldado Urías.

La pregunta es ¿Por qué incluir un pasaje tan abominable en donde queda expuesta una parte oscura de la personalidad del rey David? ¿Por qué no ignorar la anécdota y seguir con el resto de la trama?

La Dra. Hayes nos responde:

En primer lugar porque existía una tradición entre los escribas de transcribir minuciosamente todo sin hacer cambios. En segundo lugar, y esta es la parte más importante, los escritores del texto tenían muy claro el mensaje que buscaban entregar. El ser humano, por muy rey que fuera y por mucha bendición que tuviera, seguía siendo un ser humano potencialmente pecador. De lo más profundo del corazón podían emerger deseos, pasiones y pensamientos que se apoderaban de la persona y tenía que dar la batalla para vencerlos.

¿Qué tan lejos había que ir con esa batalla? Mil años después, Jesús enseñaría con su ejemplo que la batalla contra el mal y el pecado era hasta las últimas consecuencias, aun a costa de la propia vida. (Esta última referencia a Jesús no procede de la Dra. Hayes. En su clase se adhiere siempre al contexto del Antiguo Testamento).

 

Error número 3: La Biblia es un libro que los niños pueden leer.

La Doctora Hayes responde claro y fuerte: ¡No! Los niños no deben leer la Biblia.

La Biblia no es un libro con propósitos moralizantes y mucho menos adecuado en situaciones, personas y lenguaje apto para los menores de edad.

La Biblia como hemos demostrado en el apartado anterior, muestra las historias de personas ante dilemas morales, e induce a los lectores a deducir la enseñanza moral.

¿Cómo educar entonces a los hijos en los preceptos Bíblicos?

La autora no aborda este planteamiento. Su audiencia son alumnos de Universidad.

Mi comentario procede de la tradición judía en la cual se enseñaba a los niños la lectura de ciertos libros de la Torá (Pentateuco) siempre bajo el cuidado de sus padres y maestros. El amor de Dios entraba en la mente de los niños a través de la figura del Padre. A este correspondía mostrar a sus hijos el Amor, la Paciencia, la Misericordia y otros atributos, mediante el ejemplo de vida.

 

Error número 4: La Biblia es un libro de Teología.

La Biblia no es un libro de Teología.

La Biblia trata temas humanos y de su relación con Dios, pero no es un libro de Teología.

La Teología se define como el estudio sistemático de Dios, de su creación el hombre, y de la relación entre ambos según la Sagrada Escritura compuesta por el Antiguo y el Nuevo Testamento. Esta es una definición de corte cristiana católica y apostólica.

De esta se derivan otras especialidades: Teología Sistemática, Teología Espiritual, entre otras.

La Biblia no es nada de eso. La Biblia es la fuente a partir de la cual, la Teología construye un cuerpo de conocimientos que están siempre orientados a profundizar en las enseñanzas de los textos Bíblicos. A encontrar los elementos fundamentales que dan voz a la fe que profesamos.

Esto se ha realizado por casi dos milenios y cada etapa de la historia ha aportado luz al descubrimiento y expansión del mensaje de Dios y en última instancia, del mensaje de amor, paz y salvación de nuestro Señor Jesucristo.

 

Error número 5: El autor de la Biblia es Dios.

Para los que somos creyentes, el conjunto de mensajes contenidos en la Biblia tienen una sola fuente: Dios nuestro creador.

Sin embargo, insiste la autora, no fue Dios quien escribió personalmente sobre los papiros. Ni siquiera hay evidencia de que Jesús haya escrito algo.

La Biblia y en particular el Antiguo Testamento, fue escrita por hombres que transcribieron las tradiciones orales del pueblo hebreo, y lo hicieron transmitiendo un mensaje que procedía de creencias y cosmovisiones muy específicas. La convicción de ser poseedores de un pacto entre Dios y ellos como pueblo elegido por la humanidad.

 

Como creyentes debemos tomar todas estas enseñanzas con la sensatez y precaución debida. Sin olvidar que lo expuesto en este artículo procede de las enseñanzas de una experta académica en estudios Bíblicos, no de una persona creyente y piadosa. Con esto no quiero decir que la autora no sea creyente, de hecho lo es. Pero el texto bíblico está analizado con un enfoque crítico, gramático e histórico.

 

“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”. Números 6:22-26.

Santa Biblia Nueva Versión Internacional.

 


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