Caguamas del Bienestar

Por la defensa de un derecho milenario.



—¡A mi las candidatas y el cara de mono me la Pérez Prado compadre!

—Ya falta poco.

—¡Que chinguen a su madre! Yo por mí, mira, ¡traigo billetes como arroz!

Víctor Múzquiz, apodado el moreno, presumía un fajo de billetes de cien y de a cincuenta. Era sabadito alegre y le habían pagado su semana completa.

—¡Pájaro! ¡Pájaro! ¡Otra ronda mijo! Por favor.

El pájaro ya tenía una cubeta llena de Coronas. Bien heladas como le gustaban al moreno.

Alfredo Zúñiga, apodado el viejo huevón, no estaba tan relajado como de costumbre.

—El asunto está cabrón moreno. No me quieres creer pero yo sé por qué te lo digo.

 Ya nadie lo escuchó. La rocola del lugar explotó con un éxito de los Bukis. Todos se acomodaron en sus sillas para disfrutar de una bella melodía:

“Te extraño más que nunca y no sé qué hacer…”

“Despierto y te recuerdo al amanecer”

“Me espera otro día por vivir sin ti, el espejo no miente, me veo tan diferente, me haces falta tu”

Era la canción favorita del moreno y del viejo huevón. A los dos les llegaba un dolor muy intenso cada vez que la escuchaban. Ambos cerraban sus ojos y la tarareaban en voz baja mientras elevaban sus cervezas en el aire, como implorando el perdón de sus pecados.

Coronelas bien frías, botana abundante y variada, cigarros, amigos, y música de los Bukis. ¿Acaso existe algo mejor en esta perra vida? El moreno y sus amigos lo tenían muy claro: ¡NO!

El momento culminante se acercaba.

El sonido agudo del teclado produjo un éxtasis opioide que se dejó sentir en todo el lugar e impregnó de fervor el alma y corazón de los presentes. El cantinero dejó de preparar cubas por un momento. El pájaro hizo un alto en su deambular por las mesas.

Todos los presentes se afianzaron en sus lugares, afinaron la garganta, y cantaron al unísono:

“NO HAY NADA MÁS DIFÍCIL QUE VIVIR SIN TI”

De la esquina se escuchó un aullido de lobo herido.

“SUFRIENDO EN LA ESPERA DE VERTE LLEGAR”

“EL FRIO DE MI CUERPO PREGUNTA POR TI”

“Y no sé dónde estás. Si no te hubieras ido sería tan FELIZ”

Gritos, aullidos, choque de vasos en brindis, y el sonido seco del destape de botellas fue lo único que se escuchó durante el resto de la canción.

Ya recuperados, el viejo huevón volvió a la carga.

—Anda un rumor muy fuerte sobre una nueva constitución.

—¿Y eso a mí qué? —respondió el moreno.

—Yo ni he renovado mi credencial, y de todos modos nunca voto. ¡Todos son unas ratas de alcantarilla! —intervino por primera vez Miguel Vallejón, apodado el chispas.

—Mira viejo —reviró el moreno— mejor lánzate a la esquina por unos tacos. Ten, trae para los tres.

El viejo huevón hizo una mueca de hastío y tomó el dinero.

—¿Trompo, res, cachete, o lengua?

—De cachete viejo, pero que sea de Pastor Alemán. ¡Ah! Dile a doña pelos que no joda, la semana pasada nos mandó puro pellejo la güey.

El chispas le dio un trago largo a su corona y abrió la última que había en la cubeta. ¿Cuál es la mejor cerveza? Le preguntaron una vez. La gratuita respondió sin titubear.

—¿Qué trae el viejo huevón? —preguntó el chispas.

—Anda preocupado. Dice que viene una nueva constitución y que nos van a quitar todo: la casa, el auto, terrenos, todo lo que tengas será pal gobierno. Puras mamadas del viejo.

—¿A mi que me van a quitar? ¡No tengo ni madres!

—Puros pinches inventos del viejo. Con eso de que la hija es dizque abogada.

—¡Pájaro! ¡Pájaro! ¡Otra ronda mijo! Te estás viendo medio lento papá.

El pájaro andaba muy estresado. Había casa llena esa noche y el mendigo Pipen, su compañero, no se presentó a trabajar. Hacía lo que podía.

La puerta de la cantina se abrió y el viejo huevón gritó:

—¿Salsa roja o verde?

—¡Roja pendejo! ¡Roja! —respondió indignado el moreno— ¡Pareces nuevo cabrón!

 El viejo desapareció nuevamente.

—¿Y que más has escuchado de esa mentada constitución? —insistió el chispas.

—Es todo lo que se. El viejo es el que está más enterado. Yo la verdad no se ni me interesa.

El Pájaro llegó con cubeta nueva, llena de coronas heladas. Destapó dos y el chispas pidió la palabra a la concurrencia:

—¡Señores! ¡Quiero hacer un brindis por nuestro equipo del alma! ¡Quiero brindar por el Cruz Azul! ¡Vamos a llegar a la final y le vamos a partir su madre al América!

—¡Que chingue a su madre el América! —se escuchó desde un rincón.

¡QUE LA CHINGUE!

El viejo huevón se abrió paso entre los asistentes con una bolsa grande de tacos. Cuarenta tacos de cachete bien cargados, con cebolla, cilantro y mucha salsa. Hechos con tortilla pequeña, frita en aceite, y con poca sal porque el moreno era hipertenso.

—Oye Viejo, ¿y de verdad le van a quitar a la gente sus casas y terrenos? —preguntó el chispas.

—A los que tengan propiedades se las quitarán, y a los que no tengan se les dará en concesión, ¡gratis!

—Entonces yo por ejemplo, que no tengo ni madres. ¿Me darán una casa gratis?

—A ti te darían casa, al moreno le quitarían su casa y el terreno que tiene a un lado por fifí conservador.

—¡A mi el gobierno me la Pérez Prado con música de San Agustín! —gritó el moreno entre risas y choques de botellas.

—¿Ah sí? ¿Muy machito?

—Al chile viejo, me vale pura madre lo que haga el gobierno. No les creo nada.

—¿Y que me dices de la cerveza? —contraatacó el viejo.

—¡Que pedo con la cerveza!

¡VAN A RACIONALIZAR LA CERVEZA PENDEJOS! —gritó el viejo huevón con fuerza para que todos lo escucharan.

 Y todos escucharon.

El cantinero dejó de preparar cubas. El pájaro se paralizó justo cuando iba a poner una nueva rola en la rocola. El moreno y el chispas se atragantaron con los tacos. Y todos los presentes voltearon a ver con seriedad al viejo huevón.

Ahora todos lo escuchaban. Era su momento.

—¡UNA CAGUAMA POR FAMILIA!

—¡UNA CAGUAMA A LA SEMANA, POR FAMILIA! ¡ESO ES LO QUE ESTÁ EN JUEGO PENDEJOS!

Hay dolores en la vida que son muy difíciles de procesar. Traiciones, pérdidas, fracasos, desilusiones, y muchos más golpes que la vida ofrece gratuitamente a lo largo de la existencia de una persona.

Definir con certeza lo que sintieron el moreno y el chispas, y todos los presentes, resulta difícil y doloroso a la vez.

—¡Ya valió Bertha! —gritó el pájaro con angustia.

—¿Hay algo que podamos hacer para impedirlo? —balbuceó el chispas.

Después de unos segundos eternos, se escuchó de nuevo una voz desde el rincón de la cantina:

—¡Vamos a la Marcha de Hoy!

—¿Cuál marcha? ¿de qué marcha hablas cabrón? ¡Explícate!

Esa mañana (eran ya las 4am de domingo) habría una marcha en el zócalo dizque para protestar contra las Caguamas del Bienestar. La llamaban marcha rosa, o marea rosa, o algo rosa. El borracho de la esquina no se acordaba bien. Para llegar a tiempo tendrían que tomar dos autobuses y una ruta del metro según el chispas.

—¿Jalan o que pedo güeyes? —preguntó el moreno.

Cuatro horas después, un grupo de borrachos crudos y malolientes se perdían en la muchedumbre que marchaba sobre la avenida 20 de Noviembre de la ciudad de México. Iban rumbo al Zócalo. Iban sorprendidos por la cantidad de gente, miles, cientos de miles.

—¿Toda esta gente viene por lo mismo? —preguntó el pájaro estupefacto.

El moreno sonrió, liberó un eructo, y respondió: ¡A huevo!

 


 

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