Juego de Tronos | Rally UMA (Episodio 1).

 

Rally UMA



“Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento:

La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto.

Soy la espada de la oscuridad.

Soy el vigilante del muro.

Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres.

Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir”.

Escucho el eco de la última frase acompañado por un trueno y un relámpago que cimbra la frágil torre de madera donde mis compañeras y yo, mis hermanas y hermanos de lucha y yo, hemos recitado el juramento que nos hace dignos de pertenecer a la Guardia de la Noche.

El cielo se ha oscurecido con nubarrones. Un viento helado ataca con intensidad inusitada. Veo gente corriendo por todos lados. Buscan refugio ante la inminente tormenta. Los jefes de las casas reinantes se dirigen apresuradamente hacia el castillo. Los nobles aceleran el paso de sus caballos hacia los establos. La gente menuda corre hacia las estancias de hierro y madera, buscando la protección de los techos de palma.

Mis hermanas y hermanos de lucha permanecemos impávidos ante el espectáculo.

A mis hermanas y hermanos no nos amedrentan los rayos, ni el agua, ni el viento, ni los espíritus malignos que habitan al otro lado de la muralla.

Mis hermanas y hermanos hemos decidido continuar la batalla sin piedad, hasta las últimas consecuencias. No tenemos miedo, no lo conocemos. Defenderemos la muralla a costa de lo que sea.

En uno de los ventanales del castillo se puede observar una figura humana que nos observa con odio implacable. Es nuestro enemigo a vencer esta tarde: Orlando Lannister. 

Viajó durante meses desde su fortaleza ubicada en Roca Casterly en las tierras del Oeste de Poniente, justo frente a las costas del Mar del Ocaso. Su familia es la más rica y poderosa de todo el Poniente y hay rumores muy fuertes que dicen que ha venido a destruir a su más odiado rival.

Ataviado en una túnica larga de lino color púrpura y una capa oscura de piel de ñandú, luce imponente y enigmático. Lucharemos contra el en todas las pruebas que nos tengan reservadas el destino y sus huestes más allá de la muralla.

Hacia el lado oriente del castillo, en el segundo piso, puedo observar a dos distinguidas damas que nos miran con orgullo y compasión. Son las mismas que me recibieron cuando llegué esta mañana al castillo.

Claudia Baratheon y Carmen Arryn.

Pertenecientes a dos de las casas más antiguas de los siete reinos, comparten un profundo deseo de paz y justicia. Son embajadoras de la concordia ante la coalición de los reinos de las montañas de la luna y el bastión de las tormentas. En el fondo saben muy bien que llegado el momento, solo la furia de nuestras espadas logrará alcanzar la anhelada paz entre los reinos.

Ambas lucen espectaculares. Es probable que esta sea mi última batalla y por eso dedico apenas unos instantes para observarlas a través de las gruesas gotas de lluvia que han comenzado a caer.

Claudia Baratheon viajó desde la bahía de los naufragios en un barco propiedad de su familia. Entallada en un largo vestido blanco de charmeuse en seda con mangas abullonadas, bordados frontales elaborados con hilos de oro y platino, cinturón de brocado color azul marino, y una diadema de marfil con incrustaciones de piedras preciosas.

Carmen Arryn por su parte, fiel a la tradición familiar, viajó desde el Nido de Águilas en una caravana de elegantes carrozas jaladas por cincuenta corceles de raza Gypsy Vanner. Criados en las Montañas de la Luna. Capaces de recorrer miles de kilómetros con un mínimo de sustento alimenticio. Obedecen solo a la voz de mando procedente de un Arryn.

Esta tarde Carmen Arryn luce un vestido de lino estampado en color azul metálico, con una doble tela de brocado color café. Botas de cuero por encima de las rodillas, y un collar de diamantes negros procedentes de las minas de carbón de su padre, únicos en los siete reinos, con un valor incalculable. A la altura de su cintura y de manera muy discreta, se observa la empuñadura reluciente de una daga.

Un rayo espantoso me devuelve a la realidad.

Todo está listo para la batalla.

Alguien grita a todo pulmón ¡Miren allá arriba!

En la azotea del castillo, erguido y desafiando la tormenta, está el mismísimo Sergio Stark, nuestro líder y anfitrión de esta tarde. La capa de piel que lo cubre ondea con fuerza por el fuerte viento.

Con un movimiento rápido desenvaina su espada y la levanta apuntando al cielo mientras nos mira y exhorta a luchar con honor y valentía.

Mis hermanas y yo gritamos con fuerza.

Estamos listos.

La primera prueba a superar se llevará a cabo en el foso del castillo. Habrá que nadar por debajo de la tierra siguiendo la ruta trazada en un mapa que nuestra líder, Juanita Stark, recibió previamente de mano de los organizadores.

La elegida de nuestro equipo para esta misión: la indomable Elisa Stark.

 

Continuara…



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