Abraham – El Matemático | Un caso de genialidad y pensamiento divergente.
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Imágen cortesía de Pixar-Jean52 |
El contexto.
Durante la segunda guerra mundial
se llevó a cabo uno de los conflictos aéreos más letales en la historia moderna
de la humanidad.
Decenas de miles de hombres
pelearon en el aire tratando de imponer su hegemonía a lo largo y ancho de Europa
continental. Muchos de ellos no volvieron. Algunos quedaron sepultados en
cementerios clandestinos de los territorios enemigos; otros solo desaparecieron
dejando desgracia y dolor en sus hogares.
Eran tiempos difíciles.
El grupo de los aliados,
integrado por Inglaterra, Estados Unidos y Francia, luchaban afanosamente
contra las fuerzas del eje integradas por Alemania, Italia y Japón.
Después de haber sido bombardeados
en las principales ciudades inglesas y de haber sufrido la destrucción de
Londres, los aliados iniciaron un contraataque con aviones bombarderos que
volaban sobre territorio alemán y soltaban bombas de destrucción masiva.
La mayoría de esos bombarderos no
regresaban. Eran derribados por la artillería alemana quien había refinado la
potencia y puntería de sus cañones antiaéreos. Era una masacre y se perdían
muchas vidas y aviones.
Alemania estaba ganando la guerra
y pronto iniciarían el desembarco en tierras inglesas. Esto significaría el fin
del mundo libre y el inicio de una era global de terror encabezada por el
tirano nazi Adolfo Hitler.
El alto mando aliado diseño una
serie de estrategias para detenerlo.
Esta es una de ellas.
El problema.
Más de la mitad de los aviones
bombarderos eran derribados en combate, no regresaban a tierras inglesas. Y los
que lo hacían llegaban severamente dañados.
El alto mando asignó a un grupo
de ingenieros y matemáticos la misión de reducir las pérdidas de aviones
durante las misiones a Alemania.
El grupo se puso manos a la obra
y lo primero que hizo fue diseñar un proceso para recabar información. Enviaron
a un pequeño equipo de ingenieros a los hangares de la fuerza aérea con el objetivo de analizar detalladamente los daños sufridos por cada uno de los aviones que
regresaban.
Se evaluaron cientos de aviones y
los resultados se agruparon por áreas de impacto. En la siguiente imagen se
observa lo que encontraron:
Esta imagen muestra en color rojo
las zonas más dañadas de los aviones analizados. El ataque anti aéreo lograba
impactar los extremos de las alas, los alerones traseros y la zona central del
avión.
Con esta información, el equipo
se dispuso a elaborar su informe final proponiendo que los fabricantes de
aviones reforzaran con lámina blindada las zonas en cuestión (rojo). Se debían
reforzar las zonas más dañadas para evitar más derribamientos.
La opción de blindar toda la parte inferior
del avión había sido descartada desde un principio por cuestiones técnicas (peso
excesivo, dificultad para elevarse, etcétera).
En este punto hago un alto y
planteo la siguiente pregunta para ti querido lector/lectora:
¿Qué opinas de esta conclusión?
¿Te parece lógica?
De ser necesario, por favor lee
nuevamente los párrafos anteriores.
El
Debate.
¿Pensaste en las preguntas?
Debo admitir que en lo personal
me pareció una conclusión lógica, pertinente, e incluso obvia.
Todos los que integraban aquel
grupo de ingenieros expertos coincidían: esa era la mejor conclusión y se
esperaba reducir el número de aviones derribados.
Todos menos uno, su nombre:
Abraham Wald.
Abraham era catedrático en una
universidad estadounidense. De origen judío. Había emigrado a los Estados Unidos huyendo del nazismo y se había doctorado en matemáticas. Era uno de los integrantes del grupo.
Abraham no estaba de acuerdo con
el planteamiento. No lo estuvo desde el principio. Esto le provocó discusiones
con sus compañeros al punto de ser aislado casi por completo. Aún así no se dio
por vencido y justo antes de que el informe fuera enviado, pidió la palabra una
vez más, solo una vez más.
Abraham explicó que el estudio
estaba erróneo y que no traería ningún beneficio.
Su argumento era el siguiente:
En primer lugar, no se estaba
analizando el total de la población en términos estadísticos (en este caso, el
total de aviones que despegaban de Inglaterra). Solo se estaban enfocando en un
porcentaje de la población (los que regresaban).
¿Y que hay de los que no
regresaban?
De los que no regresaban solo
sabían la cantidad. Solo eso. Ignoraban el tipo de daño que los había hecho
derrumbarse.
—¿Qué tipo de daño sufrieron los que no pudieron regresar? —preguntó a la audiencia.
—¡Eso no lo sabemos! ¡Y no hay
forma de saberlo a menos que quiera ir usted a investigarlo! —le respondieron.
Y ese era el punto central del
argumento de Abraham.
Se estaban enfocando en fortalecer
las zonas dañadas que no eran críticas para regresar a salvo. Es decir, los
alerones, los extremos de las alas, y la parte central del avión, por mucho
daño que sufrían no impedía que los aviones pudieran regresar.
Abraham concluyo entonces que los
que no regresaban eran los que sufrían daños en el resto de las zonas. Y para
esto propongo al lector que analicemos la siguiente imagen:
Las zonas en rojo, decía Abraham,
son de los aviones que si regresan.
Las zonas en verde deben
ser por consecuencia las que se dañan en los aviones que NO regresan.
Entonces su propuesta era
fortalecer las zonas en verde:
Zona 1: La zona de los pilotos.
Si los cañones antiaéreos pegan en esta zona, los pilotos mueren y el avión se
va a pique.
Zona 2: La zona de los controles.
Si esta es alcanzada por las balas enemigas, se pierde la capacidad de pilotear
el avión y se viene a pique.
Zona 3: La zona de los cables de
control de mando. Si se dañan, no hay forma de pilotear el avión.
Zonas 4: Las dos zonas verdes es
donde se almacena el combustible. Si son alcanzadas por las balas el avión
explota en el aire.
—En conclusión —explicó Abraham— debemos fortalecer las zonas marcadas en verde. Ahí están los daños que impiden volver a la tripulación.
La propuesta de Abraham termino imponiéndose
y el resultado fue abrumador. El índice de vuelos exitosos se incremento
sustancialmente. Se lograron salvar muchas vidas y fue un factor importante
en la victoria final sobre el ejército nazi.
Reflexión final.
Este es un ejemplo de pensamiento divergente (pensar diferente a la mayoría). Y también es un ejemplo de sesgo cognitivo del cual todos hemos sido víctimas. A veces llegamos a conclusiones erróneas por una interpretación sesgada de los datos.
A lo largo de tu vida es posible
que alguna vez te encuentres en la disyuntiva de ser el único que piensa
distinto en una reunión o junta de trabajo, o en un asunto de índole familiar o
personal. Es posible que te tachen de loco o iluso, o algo peor 😊.
Es probable que estes equivocado(a)
y que el resto este en lo correcto.
Pero también existe la
posibilidad de que seas tu el único que este viendo con claridad la
situación. En ese caso, no te quedes callado, lucha por explicar tu idea y
hazlo de la manera más clara y sencilla que puedas.
Quizá tu idea tenga el calibre para
cambiar el mundo.
Si crees que exagero, te comento
que personajes de la talla de Steve Jobs, Bill Gates, Elon Musk, Mark Zuckerberg,
y muchos otros que cambiaron al mundo, lo hicieron gracias a ideas que solo ellos entendían en un principio.
…”Caballeros, necesitan
colocar más reforzamiento metálico en las zonas donde no hay daño, porque es justo
ahí donde recibieron los impactos aquellos que no lograron regresar”…Abraham
Wald, 1942.
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