El bailador anónimo | Una historia familiar.
![]() |
Créditos de imagen: Pixar-Enoch111 |
—¡Buenos días cuñadito! ¡Qué
milagro que llama!
—Cuñado ¿cómo estás?
—A todas mandarinas, todos bien
por acá. ¿Cómo están ustedes? ¿Pasó algo?
—Pues mira cuñado, la verdad si
pasó algo, pero no te asustes, no es nada malo. Aunque sí creo que deben
saberlo. Se van a enterar de todos modos.
Gregorio frunció el seño y se
sentó en el sofá para estar más cómodo. No era común recibir una llamada desde
Poza Rica y menos de su cuñado Héctor.
Era un sábado 16 de septiembre del año 1989. Su familia completa (incluyendo hermanos y sobrinos) se habían
reunido en su casa para almorzar y ver el desfile por televisión. Su hermano
Ernesto había llevado 10 kg de barbacoa de pozo traída esa misma mañana desde
Jaumave, Tamaulipas.
Pues al mal paso darle prisa,
fuera lo que fuera, ahí estaban todos para apoyar en lo que se pudiera.
—Pos arránquese cuñadito, ¿qué
fue lo que pasó?
<< Anoche recibí una
llamada del campeón, eran como las once y media. Alicia y yo estábamos terminando
de ver una película en la tele y de pronto sonó el teléfono.
Es Oscar me dijo Ali.
Y si, era el campeón. Estaba muy
preocupado porque el Taín no había llegado. Quería saber si estaba conmigo o
con Dora.
Yo le dije que desde la tarde que
había estado aquí, no lo había vuelto a ver. Alicia fue rapidito a preguntar y Dora
le dijo que tampoco estaba en su casa.
Carajo chiquilín, eso si está
raro. Salió hace dos horas, dijo que iba al centro a comprar una revista y se
regresaba. No debió tomarle más de una hora y mira qué hora es.
Yo intenté calmarlo. Le dije dale
chance Oscar, debe estar en casa de algún amigo o amiga.
No chiquilín me respondió,
ya le pregunté al güero y a la pantera y no lo han visto desde la tarde.
Del otro lado del boulevard vive una muchacha que fue su compañera en la escuela,
tampoco lo ha visto. Esta raro.
El campeón se despidió y acordamos
en hablar nuevamente a las 12 de la madrugada.
Volvimos a hablar y nada, ni señas
del Taín.
Se hicieron la una, la una y
media, y nada.
El campeón ya se estaba alistando
para ir a la cruz roja y a barandilla. Andaba muy preocupado.>>
Gregorio lo interrumpió.
—Cuñadito, ¿le pasó algo al
Pacho?
—¡No! ¡No! Tranquilo cuñado, él
está bien, pero déjame seguir contándote.
<< Como a las tres de la
mañana entro otra llamada del campeón.
¡Ya había aparecido el Taín!
Ya estaba en su casa.
Me dijo que ya no me preocupara y
que intentara dormir.
Hace rato, como a las nueve de la
mañana pasó frente a la casa un amigo mío que es músico. Me vio por la ventana
y me saludo.
Ya se iba pero se regresó y me
dijo: Por cierto, anoche vi a tu sobrino Oscar en la explanada del municipio.
Andaba bailando el bato.
¡Qué cosa! Le dije. ¡Pero si el no
baila, nomás canta!
¡Como de que no baila! Parecía
trompo chillador.
Cuñado, yo me quedé así, mudo,
sorprendido. No lo podía creer. Le invité una coca cola y le pedí que me
contara más detalles.
A tu sobrino le hicieron rueda.
Primero lo vi bailando con una morena más alta que él. Después lo deje de ver
un rato hasta que mi compañera la organista me hizo una seña: ya estaba en el
centro de la explanada, andaba con una gordita bailando de a cartoncito papá,
de cartoncito de cerveza.
Cuñado, yo no lo podía creer.
Alicia estaba con los ojos abiertos, tampoco lo creía.
¿Y que bailaba? Preguntó Alicia.
Estábamos tocando de Chico Che
y los Socios del Ritmo, pero tu sobrino se alocó cuando comenzamos a cantar las
de Bronco. Ya ninguna le podía seguir el ritmo. Es más, hasta daba indicaciones
de que nadie se podía meter dentro del cuadrito.
¿Cuál cuadrito?
Pos según el había dibujado un
cuadrito ahí de mentiritas, nomás para que nadie lo empujara.
Tu sobrino no dejó de bailar
hasta que llegó el mariachi. Todo mundo le aplaudió. Fue el alma del baile, había
gente preguntando por él. Querían saber quien era. Yo me hice el güey.
Y así fue cuñadito, tal como me
lo contaron, te lo estoy contando a ti.
Ya no te interrumpo más, te dejo
para que sigas almorzando.
Salúdame a todos por allá, les
mando muchos besos y abrazos. Alicia también les manda muchos abrazos>>.
Se despidieron y Gregorio colgó la bocina del teléfono.
Todos lo observaban con mucha
expectativa pero el permanecía en silencio, mirando hacia el techo de su casa,
asimilando la historia que le habían contado.
Fue su hija Erica quien lo sacó
de sus pensamientos.
—¡Papá ya dinos! ¿Qué fue lo que
pasó?
Tenía sobre si las miradas de sus
hijas Anita, Erica y Cynthia, de su esposa Esperanza, de sus hermanos Eliseo,
Ernesto, y Olga, de sus sobrinas y sobrinos.
No era fácil sorprenderlo, el
mismo era un gran contador de historias. Pero esta si lo había dejado estupefacto.
Se levantó del sofá, se sentó
nuevamente a la mesa, se sirvió más barbacoa, y exclamó:
—Pos ahí les va.
¡Que tal pollo! 😅
ResponderBorrarTodos asustados y el joven baile y baile, siendo el alma del bailongo. 😁😅🤣