El burro Nicolai.
En el reino antiguo de los
dinosaurios, habita y reina un burro llamado Nicolai.
Su poder emana de la herencia
maldita de un mono psicópata que fue llamado por la madre tierra en tiempos ya
pasados.
Desde entonces, el burro Nicolai
reina a sus anchas, a placer, con el beneplácito de los reptiles y el rechazo
disimulado de las aves y mamíferos.
Curtois, su lugarteniente de confianza,
es un viejo dragón de Komodo quien sostiene una lucha encarnizada con su acérrimo
rival: Cirilo, el caimán de ojos verdes.
El botín es siempre el mismo: la
gracia inmerecida del burro Nicolai.
Juntos han logrado mantenerse en
lo más alto del poder. Juntos gobiernan la selva, el bosque, los ríos y hasta
los mares allende la frontera.
Pero que a nadie le quepa la
menor duda, el jefe supremo es y será siempre el burro Nicolai.
Recientemente convocó a una
asamblea general para revalidar el profundo amor que le profesan todos los animales
de su reino. Sometidos y rebeldes, todos acudieron a la cita con puntualidad.
A regañadientes llegaron el león y el tigre, altaneros y soberbios. La gran jirafa, siempre bella y elegante, llegó ataviada en prendas de lino y seda.
A la ceremonia también llegaron hienas, perros salvajes,
rinocerontes, leopardos, jabalíes, alces, ardillas, chimpancés y otros invitados
de menor categoría.
Mención especial merece el zorro
Noel, animal rastrero y lambiscón. Su zalamería no tiene límites. La última
ocurrencia fue tan del agrado del rey que se integró por decreto al lenguaje coloquial de los habitantes.
Siete por tres, veintiuno…como el burro Nicolai, ¡Ninguno!
Gran idea del zorro Noel,
influencer procedente del reino del nopal, de la tierra a cuyos habitantes llaman
los hijos del maíz. Eso le valió premios y reconocimientos. El insiste en que
su mayor recompensa es contribuir con su granito de arena en la realización de
la más grande misión de la selva: amar y ser amado por el burro Nicolai.
Voces opositoras se han alzado
recientemente en el reino antiguo de los dinosaurios.
Ya no quieren al burro Nicolai.
Ya están hartos de tanto desdén y
hambruna.
Porque solo sus más allegados y
familiares disfrutan de los beneficios de un reino empobrecido, venido a menos,
anclado en las grandezas del pasado.
El burro Nicolai convocó a
elecciones libres y resultó triunfador absoluto. El mismo las organizó. Las
confederaciones de conejos y grillos han alzado la voz y están en pie de lucha.
No aceptan los resultados. Acusan Fraude.
Para el burro Nicolai solo es otro
día más en el paraíso, su paraíso.
Está dispuesto a defender su
reino al costo que sea. Cristo redentor es su guía e inspiración, dice él.
Ha jurado construir cárceles en
lo más profundo de las cuevas del pedregal y refundir ahí a los líderes de la
insurrección. El es la voz del reino. El defiende los intereses de su reino y
está a dispuesto a masacrar a quien intente sublevarse.
El burro Nicolai ha estado muy
activo en los últimos días. Habla y habla sin parar. No se cansa nunca de decir
incoherencias. ¿Por qué habría de hacerlo? Burrear está en su genealogía. Burrear
es lo suyo.
Su temeridad no tiene límites.
Ha lanzado una advertencia al
resto de los reinos de la selva. Quien se atreva a intervenir será devorado por
su amigo Curtois, el dragón de Komodo. O bien pasará una noche con su otro
amigo, Cirilo el gran caimán de ojos verdes.
Nadie se escapa.
Los malditos españoles, dice el
burro Nicolai, crucificaron a Jesús de Nazareth. No permitiré que hagan lo
mismo conmigo, dice con enjundia desmedida.
El se considera un burro maduro,
sabio, inteligente y muy capaz.
Solo el tiempo revelará la verdad.
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