Mi hermana, la niña arcoíris.
18-Agosto-2024 |
Llevo diez minutos intentando
descifrar este galimatías.
Me he levantado un par de veces
para observar el tablero desde otro ángulo. Estoy casi seguro de que no podrá
ganarme esta vez. Le tengo bloqueadas las entradas; no hay espacios libres ni escalonados
entre mis fichas. Creo que esta jugada la ganaré yo. ¡Por fin!
Pero, entonces, ¿por qué está tan
tranquila?
La observo unos instantes. Está
recargada sobre el respaldo de la silla, saboreando su jugo de naranja; no
tiene prisa y no parece preocuparle ninguno de mis movimientos de defensa. Algo
está tramando. Ya me la hizo tres veces. Dos horas jugando y no le he podido
ganar una sola partida.
Mejor me siento y vuelvo a
revisar mis opciones.
¡Algo está tramando está
muchachita!
De reojo logro mirarla durante
una fracción de segundo y puedo ver una ligera expresión en la comisura de sus
labios. Si, ¡Se está riendo! ¡Se está riendo para sus adentros! ¡Otra vez! Esa
sonrisita disimulada son malas noticias para mí. Esa sonrisita solo puede
significar una cosa: volveré a perder la partida. ¡Otra vez!
En un arrebato de inspiración,
recuerdo las palabras del profe Balderas: “cuando más miedo tengan jóvenes, es
que la salida está justo frente a ustedes, ¡abran bien los ojos!”. Me armo de
valor y hago un movimiento suicida, muevo mi ficha en lateral para bloquear la
única entrada que me puede hacer perder.
Y entonces se concentra de nuevo,
coloca su vaso sobre la mesa, me observa fijamente durante unos segundos, y
pregunta:
—¿Estás seguro de que quieres
hacer ese movimiento?
La sonrisa disimulada sigue ahí.
Me mira con compasión y eso me hace enojar más.
—¡Si, estoy seguro!
—Seguro, seguro, ¿bien seguro?
—¡Afirma! —respondo con aplomo.
—Bueno —responde encogiéndose de
hombros.
Acto seguido realiza un
movimiento encadenado y logra apoderarse del resto de mis fichas.
¡Ahí! ¡Frente a mis narices!
¡He perdido la partida! ¡Otra
vez!
Mi primer pensamiento es reclamar
trampa, movimiento cachirul, o lo que sea. Pero no hay modo, los espacios
libres estaban ahí y no los vi nunca.
Volví a perder en damas con mi
hermana menor.
Volví a perder un disputado juego
de mesa con mi hermana, la niña arcoíris.
Es imposible ganarle. Su nivel
cognitivo está en otra categoría.
Para rematar, ahora me quiere
regresar el dinero que he perdido. Al final de cuentas para ella esto es solo
un juego.
Apenas la semana pasada mis
padres visitaron la escuela donde ambos estudiamos. Era la ceremonia de
reconocimiento para los alumnos más destacados de la ESBO #8. Mis padres
siempre asisten a estos eventos. Tienen motivos de sobra.
Cometí el error de pasar frente
al recinto donde se celebra el evento. Mi papá me vio y se acercó con una
boleta en su mano.
—Mira, las calificaciones de tu
hermana.
Sin mover la cabeza observo de
reojo el pedazo de papel.
¡Puros dieces!
¡Ni un solo nueve!
Me hago el gracioso y respondo:
—Pensé que me querías mostrar algo
nuevo. Así que chiste tiene.
Mi padre se aleja refunfuñando.
Solo hay dos motivos por los que
va a la escuela: para recibir honores por boletas perfectas de mi hermana y
para firmar cartas compromiso por conducta reprobable de su hijo mayor.
En esta familia no hay medias
tintas.
Mi hermana Nancy es la persona
más talentosa que conozco. Todo le sale bien, todo lo hace bien. Es como un
arcoíris en el firmamento; puede desempeñarse a la perfección en cualquier tonalidad
del amplio espectro del estudio y del saber.
El maestro Botello, pesadilla
viviente de los estudiantes, insiste en que nunca ha tenido ni tendrá una
alumna tan buena para las matemáticas como ella.
Sus maestras de biología,
geografía, química, física, historia, y civismo, la adoran.
El Teacher Ceferino, es su fan.
Y en los concursos de canto,
siempre gana el primer lugar. El grupo Palomeque la quiere contratar como
primer vocalista. Mi padre seguro que autorizará el contrato. Si como no.
Porque además de una inteligencia
fuera de serie, tiene una hermosa y entonada voz que arrulla al que la escucha.
Sabe bailar, hacer maquetas, dibujar, y se ha ganado el cariño del Jolly, un
perro dálmata muy agresivo y traicionero con el que tenemos que lidiar todos
los días. Es la mascota de Julio Capitanachi, nuestro arrendador.
Mi hermana es además una joven
muy sociable, con muchos amigos y amigas. Todos la siguen, es una líder
natural. Entre esa muchedumbre de amistades hay algunos admiradores que le
escriben poemas en secreto. A sus quince años es una hermosa joven que irradia
belleza, elegancia y clase. Lo heredó de nuestra madre.
La relación entre ambas es muy
curiosa. En un día de fin de semana las puedo escuchar alegando desde muy
temprano. Ya para el almuerzo se han contentado y se la pasan riendo y
hablando en código secreto. Creo que a veces se ríen de mí, de mi aspecto
desparpajado. ¿Qué hay de malo en no bañarse?
Dos horas después llega la
segunda ronda de discusiones por temas de limpieza, de ropa, y por culpa de Matilda,
una gatita traviesa que mi hermana adoptó de la calle sin autorización de nadie.
Por la tarde la casa queda en silencio total. A las cuatro me alisto para ir a
entrenar y me asomo discretamente a verlas: ambas duermen la siesta acurrucadas
una sobre la otra.
Dios no se equivoca nunca. Son
madre e hija, tal para cual.
Mi hermana Nancy es lo más
perfecto y hermoso que han hecho mis padres, y lo digo sin menospreciarme en lo
más mínimo.
Es una joven brillante, buena,
amorosa, de buen corazón y sentimientos muy nobles. No me canso de admirarla.
Mi padre y yo hemos hablado de ella en varias ocasiones. Creo que ni él se la
cree de tener una hija como ella. Yo pienso que llegó enviada por Dios con una
misión muy especial.
No todo ha sido color de rosa en
su existencia. Sufrió al igual que yo la dolorosa separación de nuestros padres.
Fue un trago amargo pero necesario. Gracias a Dios su carácter y compromiso con
la vida no se han visto alterados.
Tengo la enorme fortuna de ser su
hermano, de verla crecer y superarse a sí misma cada día. Pronto emigrará a
otras latitudes buscando ampliar su formación escolar. La echaré mucho de menos
pero sé que todo es para bien.
Mis primos menores están tristes
porque ya no la verán tan seguido. La líder del grupo se ausentará por asuntos
de estudio. Tendrán que elegir un sustituto que se encargue de organizar las
fiestas, las posadas y sus recorridos por las casas, cantando y recolectando
propinas, las piñatas y la compra de golosinas; las idas al matiné con mi tía
Dora.
Todo cambio es para bien.
Han pasado casi cuarenta años
desde esta reflexión y sigo queriendo y admirando a mi hermana como el primer
día. Con la perspectiva del tiempo y la mediana sabiduría que la vida me ha
otorgado, puedo ver en ella a la mujer realizada que un día como hoy llegó al
mundo para alegrar la vida de mis padres e iluminar la existencia de todos los
que hemos convivido con ella.
Hoy cumple un año más de vida y
lo celebro con euforia y agradecimiento.
Recientemente salió victoriosa de
una dura batalla.
Su espíritu fortalecido en el
amor y la fe en el Altísimo está más fuerte y sólido que nunca.
El amor que le profesan su esposo
y su hija no conoce límites.
La presencia física, amorosa y
bendecida de sus primas en estos días difíciles, no tiene precio.
El firmamento se ilumina un
instante para mostrar sus respetos.
Grillos y colibríes cantan y
revolotean sin cesar.
Geranios, orquídeas y crisantemos
se disputan el honor de acariciar sus manos y sus pies.
Y en las alturas, detrás de las
nubes, un rostro familiar envuelto en mantos de arcoíris se revela
sigilosamente y observa a su hija amada con orgullo. Ella está de fiesta.
Ella está feliz.
In Memoriam.
Alejandrina Cervantes Jiménez.
Siempre en nuestros corazones.
18-Agosto-2024
Hermoso Oscar, todo lo que escribes de ella, la describes perfectamente!
ResponderBorrarLe doy gracias a Dios, de tenerla en mi vida, Nancy es mi hermana de corazón!😍💜
..❤️.. muy bello, si mi hermanita es la mejor en todo!! Gracias Tain por plasmar historias que no viví, pero me agrada conocerlas! Un abrazo!
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