¿Por qué le creo a la Biblia?

 





En algún momento de nuestras vidas aparecen las preguntas profundas, existenciales, del mundo y de la realidad humana. Son preguntas complejas para las que no hay respuestas sencillas. En ocasiones no logramos responderlas de manera satisfactoria y nos tenemos que conformar con ideas vagas y superfluas que solo sirven para aplacar temporalmente nuestra curiosidad.

¿Te ha pasado?

A mí me pasa siempre.

Hay preguntas que aun después de ser respondidas, continúo haciéndolas desde ángulos distintos. Esa es nuestra naturaleza, somos indagadores por excelencia. Nos gusta buscar y encontrar respuestas a todo y de todos.

Estas son algunas de las preguntas que me han acechado desde mi juventud.

¿Qué es el ser humano?

¿Qué soy yo?

¿Por qué estamos aquí?

¿Qué es el mundo?

¿Cuál es la razón de ser del mundo? ¿Existe alguna? Y de ser así ¿Según quien y con qué autoridad?

¿Qué es la vida?

¿De dónde venimos?

¿Somos polvo de las estrellas?

¿Por qué los humanos compartimos el 98.6% de los genes del chimpancé y al mismo tiempo somos tan diferentes a ellos?

¿Qué es la justicia?

¿Por qué existe la injusticia?

¿Por qué hay maldad en el mundo?

¿Por qué permite Dios la maldad en el mundo?

¿Cuál es el propósito de la vida humana?

¿Qué es la felicidad y cómo se alcanza?

¿Creo en Dios?

¿Qué es Dios? ¿Quién es? ¿Si no creo en Dios no iré al cielo?

Son muchas preguntas. Pero aún hay más:

¿Qué es la fe?

¿Tener fe es irracional?

¿Fe y Ciencia son incompatibles?

¿Sirve realmente de algo ser bueno? ¿Qué significa ser buena persona?

¿Por qué permite Dios que la gente buena sufra injusticias?

¿Por qué permite Dios que gente inocente muera en catástrofes? ¿Acaso no tiene el poder suficiente para impedirlo?

Si, ya sé que son muchas preguntas, pero... ¡Aún hay más!

¿Existe vida después de la muerte? ¿Qué tipo de vida? ¿Cómo se llega a ella?

¿Tenemos alma? ¿Cómo es el alma? ¿Es cierto que es inmortal?

¿En verdad tengo que ser bueno para ir al cielo? ¿Y qué es el cielo?

¿Por qué a la gente mala le va bien?

¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza?

¿Es malo fracasar?

¿Por qué existe tanta pobreza y sufrimiento en el mundo?

Si, ya sé, son muchas preguntas. Vamos a dejarlo así.

Estoy seguro de que te identificaste con al menos uno o dos de estos planteamientos. Quizá con más de dos o quizá con todos. Es probable que tengas otros que no incluí. Está bien, la lista puede ser muy larga.

El reto es encontrar respuestas.

Pero no cualquier tipo de respuesta.

He aprendido que algunas de estas preguntas solo se pueden responder a lo largo de una vida. Que no hay respuestas simples ni concretas. Hay preguntas para cuyas respuestas necesitamos madurar nuestra mente y nuestro corazón, solo así podremos comprenderlas.

¿Y dónde buscar respuestas?

En lo personal he buscado en la filosofía, la historia, la literatura, el arte, la educación, la psicología, y la ciencia, entre otras.

Todas han aportado información valiosa. Todos los campos del saber proporcionan amplios y complejos conocimientos para comprender al ser humano y su relación consigo mismo y con el mundo.

Todo me ha servido.

Sin embargo, debo admitir que las respuestas más sólidas, coherentes y convincentes las he encontrado en un libro al que llamamos La Biblia.

En efecto, las mejores respuestas a las preguntas que enliste al principio las he encontrado en ese compendio de libros antiguos llamado Biblia, cuya procedencia en algunos casos, se pierde en el pasado más remoto de la historia humana.

No he encontrado un libro que retrate la realidad del ser humano mejor que la Biblia. La naturaleza humana, sus contradicciones, su grandeza y miseria, sus constructos sociales y culturales, su historia y su relación con el creador del cosmos. Todo está ahí. Plasmado en relatos que por momentos te dejan con la boca abierta.

No hay preguntas sin respuestas. Solo habemos personas sin la madurez suficiente para entenderlas.

Y ese es el propósito de este artículo: invitarte a que comiences la más grande de todas las aventuras intelectuales y espirituales que jamás haya existido: leer La Biblia. 

No te arrepentirás.

En la tradición cristiana existe la convicción de que La Biblia es palabra de Dios. Esto significa que fue escrita por hombres cuyas vidas y pensamientos estaban inspirados por la gracia de Dios. Los libros que la integran fueron redactados a lo largo de casi un milenio, por seres humanos que vivieron en distintas épocas y regiones del mundo. Y aun así, todos mantienen el mismo tema central: la relación amorosa del Dios del cosmos con su creación y con el hombre.  

No creas nada de las cosas negativas que hayas escuchado o leído sobre este libro. Compruébalo por ti mismo(a). Muestra tu naturaleza científica rechazando toda afirmación negativa y positiva (incluyendo la mía), y adéntrate por ti mismo en la lectura de este libro fascinante.

¿Qué puedes perder?

Si te animas, solo te daré un par de consejos prácticos para que inicies la lectura.

En primer lugar, busca un lugar privado, puede ser tu recámara o la sala de tu casa. Cierra tus ojos y háblale a Dios (en silencio o en voz alta, como te sientas más cómodo). No te preocupes ni tengas miedo. Solo dile que vas a comenzar a leer algunos pasajes de la biblia y pídele que te acompañe durante la lectura, que te guíe y que abra tu mente y corazón para entender lo que dicen los pasajes.

Pídeselo en el nombre de su hijo amado: Jesús de Nazareth.

Invoca siempre al Dios a quien Jesús llamaba Padre, y al Espíritu Santo.

Y después de esto, puedes comenzar a leer un par de pasajes.

Mi sugerencia es que empieces leyendo unos párrafos del salmo número 1 y después comiences a leer el primer capítulo del evangelio de Marcos. Solo unos párrafos, lo que tú quieras o puedas.

Al finalizar, marca los pasajes donde te quedaste, cierra la Biblia y dale gracias a Dios por la lectura. Usa tus propias palabras. Dedica un tiempo a meditar sobre lo que leíste y lo que entendiste. Apunta en un cuaderno tus reflexiones y tus dudas. La Biblia tiene el poder de explicarse a sí misma; es decir, lo que no se entiende en un párrafo, con seguridad se comprenderá en los párrafos siguientes. No te preocupes ni angusties por no entender todo, es normal. Es un proceso lento y sumamente enriquecedor.

Si puedes, utiliza una Biblia comentada. Estas contienen explicaciones a lo largo de todo el texto y pueden ser de gran ayuda.

Algo más: si no eres creyente y te autodenominas ateo o agnóstico, no importa. Te invito a que lo intentes de todos modos. ¿Qué puedes perder?

De una cosa estoy seguro: con tiempo y perseverancia comenzarás a ver el mundo de una manera diferente. Y comenzarás también a explorar en las profundidades de tu corazón, llegando a lugares que no conocías. No tengas miedo de lo que puedas encontrar; Dios estará contigo y te acompañará en ese camino de autodescubrimiento.

Se paciente.

 

“Que la fuerza de Dios te mantenga firme, que los ojos de Dios te miren, que los oídos de Dios te oigan, que la palabra de Dios te hable, que la mano de Dios te proteja, y hasta que volvamos a encontrarnos, que Dios te tenga y nos tenga a todos, en la palma de su mano”. Bendición Irlandesa | Extracto.

 


Comentarios

  1. Gracias por esta profunda reflexión Oscar!! Con la soberbia que muchas veces la juventud nos engalana, dejamos a un lado el caudal inagotable de sabiduría que Dios nos brinda amorosamente en la lectura del Libro Sagrado: La Biblia!! Y en verdad, cuando logramos vencer todo obstáculo, interno y externo, Dios se manifiesta desde la lectura hasta llegar a tocar cada uno de nuestros días y elementos de nuestro ser!😊

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