Ahí está el detalle.

 



En su más reciente conferencia mañanera, el presidente hablo sobre las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos a la luz de las recientes declaraciones del embajador estadounidense Ken Salazar.

La disputa narrativa esta anclada en la reforma al poder judicial que al día de hoy ya está aprobada por la cámara de diputados, y ahora espera su aprobación en la cámara de senadores.

La reforma ha generado una gran cobertura a nivel nacional e internacional. Voces de la oposición mexicana junto con organismos financieros internacionales se han pronunciado en contra de esta reforma. El argumento principal es que se pone en riesgo el futuro de las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos, y del nearshoring. La reforma judicial, afirman, atenta contra el equilibrio de poderes y disminuye drásticamente la certidumbre jurídica necesaria para atraer nuevas inversiones.

La reforma y sus narrativas a favor y en contra han producido un descalabro en el mundo financiero nacional con la caída del peso frente al dólar. También ha provocado tensiones entre el presidente AMLO y algunas cúpulas del poder económico y político en la unión americana.

En la mañanera de hoy, el discurso del presidente se escuchó más mesurado, más pensado y coherente en comparación con los días anteriores.

Aun así, resalta un pasaje de su conferencia que será usado para realizar un par de reflexiones.

El presidente respondió lo siguiente ante la pregunta de un periodista:

“Económicamente eso es lo mejor, le conviene a Canadá, a Estados Unidos y a nosotros; el asunto está en que aprendamos a respetarnos para que no se mal interprete y no se piense que integración económica es dependencia o pérdida de soberanía, ahí está el detalle”.

"Sería un caos para ellos y también para nosotros. Sí, porque nos complementamos, hay muchos bienes, muchos bienes que ellos consumen y se producen en México y también nosotros necesitamos de las inversiones de Estados Unidos y de la tecnología de Estados Unidos y necesitamos también, en tanto no se logre la autosuficiencia alimentaria, necesitamos también de algunos alimentos".

Como dije al principio, esta respuesta es muy moderada y responde correctamente al planteamiento sobre la gran interdependencia entre ambos países.

En lo personal me alegra mucho que el presidente confirme lo que todo mundo sabe, que en México necesitamos las inversiones de Estados Unidos al igual que su tecnología. Esto nunca debería ser puesto en duda jamás. Incluso el ala más radical de la izquierda en México debería tenerlo muy en cuenta; memorizarlo si es necesario.

La frase sobre la cual se hará una reflexión es la siguiente (tomada del primer párrafo citado):

…”el asunto está en que aprendamos a respetarnos para que no se mal interprete y no se piense que integración económica es dependencia o pérdida de soberanía, ahí está el detalle”…

Claramente el presidente está hablando de las opiniones que Estados Unidos ha hecho sobre la reforma al poder judicial. El presidente exige que nadie se entrometa en un tema que incumbe única y exclusivamente a los mexicanos. Es una cuestión de soberanía nacional pues.

Hace un mes completé mis estudios de maestría en una universidad privada del estado en el que vivo. La maestría es en Comercio Internacional.

Estudiar comercio internacional es mucho más que aprender sobre legislación y acuerdos económicos, que ya es decir mucho. El estudio del comercio internacional te abre las puertas para comprender como funciona el mundo actual. Cuales son las relaciones económicas y geopolíticas a lo largo y ancho del orbe.

El conocimiento del comercio internacional capacita al estudiante para separar los datos reales de la narrativa política y publicitaria. Gracias al comercio internacional existen organismos internacionales que regulan el comercio, la economía y las políticas publicas de todos sus integrantes.

Para ejercer el comercio internacional hoy en día es obligatorio firmar acuerdos con estos organismos, a saber: La Organización Mundial de Comercio, La Cámara de Comercio Internacional, La Organización Mundial de Aduanas, La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, La Organización Marítima Internacional, El Fondo Monetario Internacional, El Banco Mundial, La Corte Internacional de Arbitraje, entre otros más.

México tiene suscritos programas y acuerdos con todos estos organismos.

Dichos acuerdos representan beneficios y obligaciones para nuestro país. Los beneficios son fáciles de distinguir, el más importante: poder competir con nuestros productos y servicios a nivel mundial, acceder a financiamiento y mercado de divisas, incrementar la producción nacional y en última instancia, mejorar la economía del país con todo lo que esto significa para la población.

Las obligaciones por su parte representan, en palabras simples, ceder una parte de nuestra soberanía al bien común global. Tal cual.

Algunas de estas obligaciones están relacionadas con las políticas monetarias, fiscales, tecnológicas, ambientales y jurídicas de nuestro país. Dicho en términos más simples, México tiene que adecuar sus políticas a lo que los organismos internacionales le piden.

Estas son las reglas del juego en comercio internacional. Y si consideramos que este representa el 80% del Producto Interno Bruto del país (PIB), entonces podemos entender el calibre de los compromisos que México tiene firmados con la globalización.

Todo lo anterior no incluye los tratados de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y con otros países del orbe. Esos son compromisos y obligaciones aparte.

El estudio de las leyes del comercio exterior mexicano establece con claridad que hay una jerarquía.

¿Cuál cree usted que es el documento de mayor jerarquía en México para la regulación del comercio exterior?

¿La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?

En teoría así debería ser.

¡Pero no es así!

El primer lugar en la jerarquía jurídica del comercio exterior mexicano lo ocupan los Acuerdos Internacionales que México tiene con los organismos arriba mencionados. Y en segundo lugar está la Constitución. De hecho, las leyes comerciales que emanan de esta están supeditadas siempre a lo que digan los acuerdos internacionales. Cuando hay discrepancia, las leyes mexicanas se deben ajustar.

Con toda la explicación proporcionada, volvamos a leer la frase:

…”el asunto está en que aprendamos a respetarnos para que no se mal interprete y no se piense que integración económica es dependencia o pérdida de soberanía, ahí está el detalle”…

La integración económica que tanto nos beneficia a los mexicanos, está supeditada a los acuerdos y tratados internacionales previamente firmados.

Si a nuestros socios comerciales les preocupa la reforma judicial es porque ven en ella violaciones a dichos acuerdos y tratados, y están en su sano derecho de protestar y señalar los riesgos.

Esto no es una cuestión de dependencia o pérdida de soberanía.

Dependientes somos todos los países del mundo. Soberanos somos todos los países del mundo libre siempre y cuando no pisemos los terrenos de lo ya acordado.

Ahí está el detalle.

 

 


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