Crónica de un zurdo engañado.

 



Después del triunfo apabullante de Morena en las elecciones del 2 de Junio, me prometí a mí mismo no volver a hablar ni escribir acerca de temas políticos mexicanos. No tenía caso. Todo estaba dicho. El pueblo hablo y el pueblo eligió. Bien o mal, fue una elección democrática. Con altas dosis de demagogia, despilfarro de dinero y una que otra violación a la ley electoral, pero democrática al fin.

Estos días he reflexionado mucho sobre el pueblo mexicano, su esencia, sus valores, creencias, historias e idiosincrasia general y regional. Es probable que en un futuro próximo publique mis conclusiones, pero hasta que ese día llegue, he decidido no escribir más sobre política mexicana.

Sin embargo el día de hoy (1 de Septiembre) me encontré un artículo del periodista de la 4T Hernán Gómez Bruera publicado esta mañana. El título: “Lo que dejan estos seis años”. Decidí leerlo.

Fiel a su oficio y pensamiento tendencioso, Hernán volvió a cumplir mis expectativas, de hecho las superó.

Hay gente que no se cansa nunca de decir tonterías y Hernán es uno de ellos.

Este es un extracto de su artículo el cual iré comentando conforme avance en su lectura.

“En 2018 recuerdo haber abrazado el triunfo de la 4T con enorme entusiasmo y esperanza. Muchos de mis textos no solo buscaban traducir lo que veía, sino también ser parte de las pocas voces disonantes que entonces se expresaban en medio de una comentocracia abrumadoramente anti obradorista”.

Es decir, Hernán se alzó como un heraldo de la 4T, según él, para defenderla de una enorme ola de comentaristas contrarios al nuevo gobierno.

En realidad, los comentaristas contrarios al gobierno siempre fueron y siguen siendo una minoría; muy atacada y perseguida por cierto. Desde el antiguo palacio virreinal se dedicaron a menospreciar y atacar toda voz que fuera contraria a la ideología y praxis de la 4T. Con el paso de los años la situación recrudeció al grado de que hoy día la mayor parte del periodismo mexicano está sometido a los mandatos del gobierno. Solo basta leerlos o escucharlos.

Continuamos leyendo a Hernán:

“En estas circunstancias, sentía casi como un deber defender el proyecto de sus múltiples ataques, y buscar la manera de explicar lo que parecía difícil entender o justificar”.

En este punto le voy a dar un breve voto de confianza.

Efectivamente, cuando el gobierno comenzó a poner en práctica sus políticas públicas (económica, fiscal, laboral, comercial, de seguridad pública, de educación y de salud), comenzaron a llegar las primeras críticas y cuestionamientos. La primera fuente de información que buscábamos todos aquellos que en verdad queríamos entender, era la conferencia mañanera. Sin embargo, esta dejó de ser útil porque los discursos estaban, en mi opinión, muy cargados de demagogia, de odio, rencor, sentimientos revanchistas, y carecían del rigor de los datos duros para respaldar las opiniones.

Reconozco que inicié una búsqueda de respuestas en personas afines al movimiento de la 4T que tuvieran la capacidad de explicar, de manera coherente y con un lenguaje académico, lo que estaba pasando. Hernán Gómez fue una de mis primeras elecciones.

Encontré un libro suyo en Google Books que se había publicado recientemente y que trataba sobre estos temas. Su objetivo era explicar, en términos académicos, la praxis de la 4T. Compré el libro y tuve que dejar de leerlo antes de llegar a la mitad. La segunda mitad lo ojee solo para ver si encontraba algo rescatable pero no tuve éxito.

Hernán solo se dedicaba a defender a ultranza todas y cada una de las incoherencias dictadas desde el antiguo palacio virreinal. Solo eso.

Posteriormente su postura se radicalizó y se hizo un ferviente servidor de la 4T. Se lanzó a las calles a entrevistar gente. Elegía lugares elegantes: restaurantes y zonas residenciales donde la probabilidad de encontrar gente fifí era muy alta. Ahí se dedicaba a realizar entrevistas tendenciosas, sin ningún propósito crítico. Solo un afán de exhibir a la rancia y debilitada clase media y media alta, con sus deleznables gustos por la buena comida, la buena ropa, la buena vida, y un afán aspiracionista deplorable.

Sigamos leyendo el artículo de Hernán:

“Con el tiempo, ese papel que desempeñaba me empezó a incomodar y me fui dando cuenta que era necesario ejercer más la crítica desde una posición de izquierda. Hoy, aunque sigo siendo un simpatizante de la 4T, ya no siento el entusiasmo de entonces”.

Esto es cierto. Con el tiempo Hernán comenzó a realizar críticas bien fundamentadas al gobierno y le fue mal, muy mal. Pero antes de llegar a eso, quiero hacer notar que hubo un periodo intermedio en el que le dio por caminar por terrenos pantanosos.

Hubo un tiempo en que a Hernán le dio por coquetear con las ideologías de la dictadura. En una de las transmisiones de su canal de YouTube La Octava, mientras entrevistaba al influencer Diego Ruzzarin (otro pseudo pensador de izquierdas), se animó a insinuar que las dictaduras tenían sus beneficios. Diego, en un lance de astucia, evadió el comentario cuando Hernán le pidió su opinión.

Continuamos con la lectura:

“Claro, porque mientras los alazrakis, los beatrizpagés o los aguilarcamines sueltan bilis cada vez que abren la boca, es fácil descontarlos de un plumazo por la simple vía de caricaturizarlos. En cambio, con los simpatizantes críticos es necesario dialogar en un plano más racional y con matices”.

Aquí Hernán está refiriéndose a los periodistas Carlos Alazraki, Beatriz Pagés y Héctor Aguilar Camín. Todos ellos opositores declarados del régimen de la 4T, y con una trayectoria laboral y académica impresionante. Siempre han sido críticos de los gobiernos en turno. Lo que busco resaltar es la última frase, donde insinúa que la crítica racional al gobierno solo puede venir del mismo movimiento, es decir, de los simpatizantes de izquierda.

Como dije al principio, hay gente que no se cansa nunca de decir tonterías.

Hernán ignora un hecho irrefutable: con la 4T no se puede discrepar. Ni a nivel ideológico ni en el plano de la realización de sus políticas públicas. El mismo presidente lo dejo muy en claro desde el inicio de su sexenio cuando afirmó “aquí no hay medias tintas, se está a favor de la 4T o se está en contra”. Si decides estar con la 4T debes aceptarla en su totalidad, sin cambios.

¿De qué matices habla Hernán?

Ya para terminar, Hernán se apunta una que no tiene precio. Leamos:

“Pero me perturba más la manera en que, desde el propio obradorismo se ha censurado la posibilidad de que exista una crítica desde la propia izquierda, capaz de cuestionar algunas de las decisiones del Presidente y el gobierno si es necesario, incluso para mejorar el rumbo desde una lógica constructiva”.

Ternurita.

Nadie le ha informado a Hernán una de las grandes verdades del socialismo y en particular, del socialismo y la izquierda latinoamericana:

En un régimen socialista, las libertades estorban; son incómodas y funestas para los gobiernos. Con el tiempo y con la paciencia de un herrero, van erosionando las instituciones, apoderándose de todos los poderes de facto. Cambian las constituciones y establecen nuevos regímenes autoritarios y anti democráticos.

 ¿Quién le dijo a Hernán que la izquierda latinoamericana acepta la crítica?

¿Acaso nunca ha viajado o leído sobre Cuba? ¿No conoce la historia reciente de Venezuela? ¿De verdad nunca ha escuchado nada sobre el tirano de Nicaragua? ¿No está enterado o no quiere saber nada de lo que pasa en Brasil?

 

Esta es la historia de un zurdo trasnochado que con una tasa de café y un libro de Marx creyó entender, como muchos otros, lo que es el socialismo y la lucha de clases. Que se creyó el cuento de la democracia progresista y de avanzada. Que creyó ser el nuevo ideólogo de un movimiento de izquierda humanista que solo Dios sabe que pretenden hacer con nuestro México lindo y querido.

Esta es la crónica de un zurdo engañado.



 


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