El pueblo mágico.
En una entrevista realizada en el
programa de radio Grupo Fórmula, el senador Gerardo Fernández Noroña habló
sobre el tema más crítico de la agenda legislativa en estos días: la reforma
judicial. Reforma que busca, entre otras cosas, elegir a los jueces y ministros
de la suprema corte de justicia mediante una votación masiva a través de
tómbolas del bienestar.
El senador explicó sus razones
dando eco a los mismos argumentos que salen desde palacio nacional, en las
conferencias mañaneras. Hasta aquí nada nuevo que agregar.
Sin embargo, hubo un comentario
que en mi opinión merece una reflexión. Una reflexión breve, casi de oficio. El
senador expresó lo siguiente:
“Hoy somos mayoría, mañana quien
sabe. Yo creo que vamos a ser mayoría por décadas. ¿Quién lo sabe? Nosotros
confiamos en el pueblo y sabemos que el pueblo, si no hacemos bien las cosas,
nos va a retirar el apoyo”.
Esta afirmación quizá paso
desapercibida para la mayoría de los radio escuchas, pero no para un servidor.
…”sabemos que el pueblo, si no
hacemos bien las cosas, nos va a retirar el apoyo”…
Esto se puede decir también de la
siguiente forma: por hacer bien las cosas, el pueblo nos ha dado su apoyo.
No hay ningún error de lógica en
estas afirmaciones. Son correctas desde un enfoque lingüístico y lo son también
desde una perspectiva electorera. El pueblo pone, el pueblo quita.
¿En base a qué?
Teóricamente en base al desempeño
del gobierno.
Al menos así ocurre en los países
del primer mundo. Vemos a la derecha y a la izquierda ganar y perder el poder
en los países más poderosos de Europa; lo vemos también en Australia y en
algunos países de Sudamérica. Cuando se gobierna bien, los pueblos del primer mundo
premian; cuando se gobierna mal, los mismos pueblos castigan.
Para el senador Fernández Noroña,
el gobierno actual, controlado por Morena, ha hecho bien las cosas. El pueblo
lo sabe y como consecuencia de ello le dio el voto masivo para seguir
gobernando al país y dar continuidad a la llamada cuarta transformación.
Fin de la historia.
Bueno… casi.
Surgen de inmediato dos preguntas
y solo porque es viernes les vamos a dar entrada en este artículo. De hecho,
son el eje central del documento.
Pregunta #1:
¿Tuvo el gobierno un buen
desempeño durante el sexenio que está por terminar?
Hablamos obviamente de los
indicadores más importantes del país: economía, educación, salud pública,
inseguridad, derechos humanos, libertad de prensa, acceso a medicamentos, corrupción, equilibrio de poderes, austeridad,
ejercicio democrático del poder, transparencia en las finanzas públicas,
justicia, manejo de la pandemia, política exterior, atención y solución a
emergencias nacionales, inflación, etcétera, etcétera.
No hay gobiernos perfectos, eso
hay que dejarlo muy claro.
Hay gobiernos buenos y gobiernos
malos, o mediocres. Y el factor que distingue a unos de otros es el rendimiento
en cada uno de los rubros arriba mencionados, y en otros más.
De acuerdo a los datos oficiales
publicados por organismos autónomos de la federación, el desempeño de este
gobierno en la mayoría de los puntos fue negativo. Esto está corroborado
también por organismos del mismo gobierno y por instituciones privadas dedicadas
al análisis de las realidades socioeconómicas del país. Todos coinciden.
Según los datos estadísticos, este
gobierno gobernó mal. Hizo las cosas mal en casi todo.
Pregunta #2:
¿Está consciente el pueblo del
mal desempeño del gobierno?
Es difícil responder a esta
pregunta. Se han hecho encuestas que miden la opinión de la gente sobre aspectos
económicos, financieros y políticos del país, y en estos sale reprobado. Sin
embargo, en esas mismas encuestas la popularidad del presidente sigue siendo
muy alta.
Es decir, en términos generales,
el pueblo está consciente del mal desempeño pero no parece responsabilizar al
presidente por ello. Debe ser culpa de alguien más.
¿De quién?
México es un país sumamente
complejo. Está integrado por muchos pueblos; los de arriba, los de en medio y
los de abajo. Y en cada uno de estos hay niveles también. Hay muchos Méxicos y
cada uno tiene sus propias narrativas. Es difícil encontrar una respuesta.
¿Cómo explicar que los ciudadanos
no puedan conectar el desempeño (bueno o malo) de un gobierno con su principal
responsable? Al menos el 60% de la población que voto, lo hizo por la
continuidad del fracaso.
Es difícil de explicar pero aun
así, hay que encontrar un culpable.
El menú de opciones es muy amplio:
La ignorancia (que no es poca),
la escasa cultura cívica, el conformismo, el valemadrismo (de pura cepa
mexicana), el maiceo, la propaganda política, los programas sociales, la
narrativa triunfalista desde el poder, la persecución política, los
neoliberales culpables de todo, los fifís, Salinas de Gortari, Calderón,
Victoriano Huerta, Porfirio Díaz, Maximiliano de Habsburgo, la Iglesia
Católica, Agustín de Iturbide, España, Estados Unidos, Hernán Cortés, y la más
traidora de todas: la malinche, rastrera y traidora que renunció a la grandeza
de su estirpe mexica para caer rendida en los brazos del conquistador.
Con este buffet a la carta, solo
hay que elegir la opción que más convenga o la que mejor se adapte al discurso
en turno; o bien, la que mejor responda a los cambiantes estados de ánimo de la
población.
México es un país bello, lleno de
historia y cultura.
Nuestra historia está cargada de
momentos heroicos y deprimentes.
El pueblo mexicano es variopinto
por historia y por tradición. Es intelectual y surrealista, emprendedor y conformista,
esforzado y huelguista, solidario y violento, blanco y oscuro, profundo y
banal, cristiano y pagano, guadalupano y santero, generoso y mezquino.
Este es mi pueblo y esto es lo
que somos.
Quien quiera encontrar respuestas
lógicas y congruentes, que se vaya a vivir a Dinamarca.
La incongruencia es parte medular
de nuestra esencia.
Somos el pueblo mágico.
Y el gobierno actual lo sabe.
Que descripción tan correcta, de lo que somos los mexicanos hijo, yo ví una frase que duele pero es la verdad, México tiene lo que se merece, por conformismo, por miedo , por ignorancia etc.etc.etc.
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