Los Ríos de Babilonia.
Hemos sido vencidos, despojados y
arrojados a los pies de nuestros enemigos. Su furia es implacable. Destruyeron
nuestros campos, arrasaron nuestra ciudad santa y profanaron lo más sagrado de nuestra
esencia como pueblo: nuestro templo.
Ríos de sangre corren por las
polvorientas calles, no hay escapatoria, nuestros guerreros han sido masacrados
sin piedad y ahora estamos a merced de nuestros conquistadores. No hay consuelo,
no hay mañana, no hay esperanza… Dios se ha olvidado de nosotros.
Nuestro Dios todopoderoso, el Altísimo, nos
ha arrojado al fango de la perdición. El rey y su corte, los sacerdotes, los escribas y lo más nutrido
de la élite social ha sido puesta en cautiverio, y ahora vivimos prisioneros en
una gran ciudad, justo a la orilla de dos ríos… junto al Éufrates y a escasos kilómetros
del Tigris.
Dios nos ha entregado en las
garras de los mil veces malditos babilonios.
Atrás quedó la bendita Jerusalén.
Atrás quedaron los campos de Sion
y las húmedas tierras del Jordán.
Atrás quedó nuestra patria destruida
y nuestro orgullo sepultado.
Atrás quedaron las promesas
incumplidas y nuestros santos olvidados.
Lo hemos perdido todo.
No somos nada.
Cada tarde sentados a la orilla
del Éufrates, cerramos los ojos y apretando puños y dientes soportamos el
reclamo de nuestros captores, quienes alegremente nos invitan a beber con ellos
y a cantar las canciones de nuestros antepasados.
¡No entienden!
No entienden que nuestros
corazones se han secado y que sobrellevamos una muerte en vida. No hay
consuelo, ni esperanza, ni deseos de nada. Queremos que la tierra se abra y nos
trague. Queremos que nuestros nombres sean borrados para siempre del árbol de la vida.
Todo está acabado.
Epílogo.
En el año 597 AC (antes de
Cristo), el rey babilonio Nabucodonosor conquistó la tierra de Judea, arrasó
con la ciudad de Jerusalén, y se llevó a toda su población a Babilonia en
calidad de prisioneros. Los judíos fueron despojados de sus tierras y
permanecieron en cautiverio durante 60 años aproximadamente.
Esto se narra en el Antiguo
Testamento en el Segundo Libro de Crónicas y en el Segundo Libro de Reyes.
¿Qué tienen en común estos
acontecimientos y una canción de música disco de finales de la década de 1970?
La pregunta tiene tintes
surrealistas.
Sin embargo se sustenta en un
hecho verídico: a finales de los años 70 del siglo pasado, cientos de miles de jóvenes
en el mundo bailaron en las discotecas una canción que narraba los trágicos
acontecimientos arriba descritos. Lo hacían por dos razones: porque la canción tenía
un gran ritmo disco y porque estaba de moda a nivel mundial.
El Salmo 137 recoge en sus
primeros versículos una versión muy dramática de lo que vivieron aquellos
hombres y mujeres que lloraban en el cautiverio y lanzaban gritos de dolor por
la ciudad sagrada destruida:
…”Junto a los ríos de Babilonia nos
sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sion. En los álamos que había en la
ciudad colgábamos nuestras arpas. Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían
que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos
decían: <¡Cántennos un cántico de Sion!>>.
¿Cómo cantar las canciones del Señor en una
tierra extraña? Ah, Jerusalén, Jerusalén, si llegara yo a olvidarte, ¡que la
mano derecha se me seque! Si de ti no me acordara, ni te pusiera por encima de mi
propia alegría, ¡que la lengua se me pegue al paladar!”…
Salmo 137:1-6.
Por increíble que parezca, todas
las religiones de la antigüedad desaparecieron a excepción de la religión del pueblo judío. Desapareció la religión babilónica y el culto a Marduk,
desapareció la religión egipcia, sumeria, acadia, cananea, persa, griega,
romana… menos el judaísmo.
Los judíos regresaron a Judea 60
años después, refundaron la ciudad, construyeron un nuevo templo y el resto es
historia.
Los judíos en el cautiverio se
aferraron a su fe y gracias a ese puñado de hombres y mujeres que lloraban en
los ríos de Babilonia, hoy tenemos judaísmo…y cristianismo.
¿Cómo lo lograron? ¿Cómo evitaron
ser asimilados por la cultura babilónica? ¿Cómo fueron capaces de mantener su
fe siendo extranjeros y cautivos?
Es difícil, por no decir
imposible, responder desde una perspectiva cultural y geopolítica.
Pero si se aborda desde la
perspectiva de un Dios que cumple siempre sus promesas sin importar las circunstancias
ni las condiciones adversas, entonces la respuesta está a la vista. Está a la
vista de todo aquel que tenga ojos para ver, oídos para escuchar, y disposición
de espíritu para entender.
Y así llegamos al año 1978 de
nuestra era.
El grupo musical alemán Boney M.
lanzó un sencillo titulado “Rivers of Babylon”. Sus integrantes eran
originarios de las Antillas (en el caribe): Bobby Farrell, Marcia Barrett,
Maizie Williams y Liz Mitchell.
El éxito fue inmediato y mundial.
La canción se basa en su
totalidad en los primeros versículos del salmo 137.
Y como agradecimiento por haber
llegado hasta aquí querido lector / lectora; desde mi humilde blog para ti:
Rivers of
Babylon – Con traducción al español.
Que acertada reflexión, no había caído en cuenta la persistencia de la religión judía en la historia que permitió el surgimiento del cristianismo. No cabe duda, los planes de Dios son increíbles y toman su tiempo.
ResponderBorrarBonita canción:)