El Mito de Narciso.

 

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“Algunos disfrazan sus crudas ganas de figurar. Corazones ardientes, estrellas calientes por papel”
(Cielo Market – La Ley).

 

La mitología grecolatina es rica en historias que abordan la condición humana desde todas sus facetas. La historia de Narciso es una de ellas.

Narciso era un joven semidios extremadamente bello. Sus rasgos faciales eran perfectos, su cuerpo era atlético y bien proporcionado, a la usanza griega. Era hijo de una diosa y un humano. Su belleza era legendaria y muchos (hombres y mujeres) caían rendidos a sus pies, enamorados y mal correspondidos.

Narciso era altanero, petulante y vanidoso. Sabedor del efecto que su belleza producía en los demás, no cedía ante los requerimientos amorosos de nadie. Mujeres hermosas se volvían locas o morían de tristeza por no alcanzar ni siquiera una migaja de su atención.

Una de esas mujeres, despechada, le suplicó a la diosa Némesis que castigara a Narciso. Su belleza y arrogancia debían ser castigadas.

Némesis, en la mitología griega, era la diosa de la justicia, la venganza, el equilibrio y la fortuna. Indignada por tanta arrogancia de Narciso, decidió hacer justicia a todas las mujeres que sufrían por sus desplantes.

La diosa lo llevó con pretextos a la orilla de un río y le pidió que posara su mirada sobre la superficie cristalina. Narciso, al ver su rostro reflejado en el agua, quedó profundamente impresionado por lo que veía, y terminó enamorándose de su propio reflejo.

Su amor se convirtió en pasión desmedida y no se separaba del rio ni de noche ni de día. Una tarde, enloquecido de amor, decidió lanzar un último intento por conquistar su reflejo. Al ser ignorado, se clavó una espada y murió desangrado.

Y de esa manera regreso el orden y el equilibrio entre los habitantes. Ya no tendrían que sufrir nunca más ante tanta belleza y tanto amor no correspondido.

Esta historia puede parecer banal e incluso ridícula, pero no lo es.

El mito de Narciso propone un análisis profundo de la naturaleza humana, con fuertes tendencias a la exaltación del Yo y la autocontemplación. Es un grito de advertencia ante la infame tendencia a sobrevalorarnos y creernos lo que no somos.

En la antigua Grecia se utilizaba como un recurso pedagógico para enseñar ética y moral a las juventudes, haciéndoles ver que no debían desperdiciar su tiempo en banalidades y en cambio debían dedicar sus mejores años a educarse, a trabajar, a prosperar y a esforzarse por ser mejores personas.

 

Epílogo:

¿En que invierten su tiempo las nuevas generaciones de mexicanos y mexicanas?

¿Cuánto tiempo le dedican al estudio, al trabajo y a esforzarse por mejorar?

¿Cuánto tiempo le dedican a las redes sociales?

¿Cuánto tiempo dedican a eso que llaman crear contenido? Fotos y videos en TikTok, Instagram, etcétera.

¿Cuántas horas al día se la pasan viendo memes, dando y recibiendo likes y comentarios?

Hoy en día la batalla es por los LIKES.

Mientras más Likes acumulen y mientras más seguidores tengan en redes, mayor es su sensación de éxito y prestigio social.

Las estadísticas son alarmantes. Según datos recientes, los jóvenes en México pasan en promedio alrededor de 8 horas diarias conectados a internet. La mayor parte de este tiempo se destina a redes, entre las que destacan TikTok e Instagram.

 

Yo te pregunto a ti querido lector/lectora:

¿Podrían ser los Likes la versión moderna del antiguo mito de Narciso?

¿Qué opinas?



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