Pensamiento Científico VS Pensamiento Mágico.

 



Esta mañana mientras me preparaba el desayuno, escuché en YouTube una conferencia del Doctor Miguel Alcubierre, físico y científico mexicano, educado en México y en el Reino Unido. Especialista en ciencias nucleares, se ha desempeñado como catedrático investigador, director del Instituto de Ciencias Nucleares de la UMAN, y divulgador científico en foros nacionales e internacionales.

El doctor Alcubierre explicaba de manera sencilla lo que es el pensamiento científico y su importancia en la educación desde muy temprana edad.

Enseñar a pensar científicamente no es solo para aquellos que aspiran a ser científicos, es también para todo aquel o aquella que desee tener un mejor desenvolvimiento en su vida cotidiana sin importar a lo que se dedique.

Esto es algo en lo que todos podríamos estar de acuerdo. Si es de utilidad en la vida, en teoría todos querríamos aprenderlo.

¿Realmente es así? ¿En qué consiste pensar de manera científica?

El doctor Alcubierre lo explica con una sencillez que sorprende:

Pensar científicamente consiste en mantener una actitud escéptica ante lo que nos presenta la realidad en la que nos desenvolvemos. Ser escépticos es estar abierto a escudriñar lo que sea y aceptar solo aquello que esté sustentado por evidencias, datos e información fidedigna.

Cualquier conclusión o pretensión de verdad que no esté respaldada por suficiente evidencia debe ser rechazada.

Pensar científicamente consiste también en aceptar las conclusiones que vengan respaldadas por datos y evidencias, y no rechazarlas solo porque no me agradan o van en contra de mis principios y convicciones.

Suena tan sencillo y lógico que hasta nos emocionamos.

Pero la realidad es muy diferente.

Lo que impera en la sociedad actual mexicana no es el pensamiento científico.

Estamos inmersos en una vorágine de datos, noticias, anuncios, creencias e información procedente de múltiples fuentes que lo último que hacemos es analizar y objetar; y terminamos aceptando lo que sea siempre y cuando suene lógico y alineado con nuestras convicciones y formas de pensamiento.

El mundo de los datos reales que llevan a conclusiones acertadas está más lejos de lo que imaginamos. Conocer la verdad es cada vez más difícil y requiere esfuerzo y disciplina en su búsqueda.

Vivimos en el mundo del Pensamiento Mágico.

El pensamiento que nos impide ver la certeza de lo evidente y nos induce a vivenciar aquella máxima de origen bíblico: “A lo bueno le llaman malo, y a lo malo le llaman bueno”.

El mundo de hoy rechaza las evidencias y datos duros concluyentes, los descalifica y los manda al fondo del baúl. Los acusa de falsarios, y les aplica la vacuna de las teorías conspirativas para desprestigiarlos.

Este mismo mundo abraza la mentira y acepta cualquier cosa que le digan, sin preocuparse por investigar la validez de sus premias.

Es la era de la posverdad.

Es el mundo al revés.

Pero no todo está perdido.

Nuestra tabla de salvación es, una vez más, la educación…la buena educación. La educación que nos enseña a valorar la importancia de la investigación seria, de la objetividad en el análisis, y del espíritu escéptico que subyace en cada ser humano. Solo la buena educación nos mantendrá alejados de los vicios del pensamiento, del lenguaje y de la mentira.

Por la educación, seremos libres.

 

Y tu querido lector(a), ¿qué opinas?

 


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