Relatos Fronterizos.
Vine a trabajar a la frontera
cuando tenía 27 años de edad. Han pasado 28 años desde entonces y me
siento, con mucho orgullo, tan fronterizo como cualquier nativo oriundo de esta
bella región del noreste mexicano.
Llegué a la frontera con solo
unas prendas, un par de zapatos, unos pesos que mis padres pudieron darme, y con
muchas ganas de trabajar. Mi pobreza era material, pero traía conmigo la rica
cultura de mi estado natal, Veracruz.
En mi primer trabajo fui objeto
de burlas por parte de mis compañeros norteños debido a mi modo de hablar, mi
acento, y al refinado uso que hacía del lenguaje veracruzano, muy florido por
decir lo menos. Desde el hijoemilputas que aprendí desde niño, hasta las
palabras fuertes que por censura y convicción personal no voy a repetir. Siguen
ahí, guardadas…nomás queriendo.
Afortunadamente no era yo el
único. Había una amplia comunidad de paisanos en la empresa y con ellos si que
me podía comunicar a gusto. Ustedes son una plaga decía en son de broma
mi querida amiga Malú Córdova. Tenía razón, lo somos.
Sin embargo, mi aventura lingüística
en tierras fronterizas apenas iniciaba. A lo largo de todos estos años he sido
testigo y aprendiz de un rico lenguaje popular propio de la zona noreste de
México. Son palabras, frases y giros gramaticales que suenan raro para el que
no vive aquí. La mayoría son bastante cómicos y he decidido compartir algunos
de ellos…solo por diversión.
BIRONGA.
Después de completar mi primera
semana de trabajo en frontera, Víctor me dijo ya casi para terminar el turno:
—Nos vamos a reunir al rato en mi
casa, puros camaradas. Ahí por si quieres ir.
Víctor era el ingeniero que la empresa
había designado para entrenarme en las funciones básicas de mi puesto. Aun no
cobraba mi primera nómina y no traía dinero, así que pregunté:
—¿Qué hay que llevar?
—Nombre tu cáele, va a haber
chingos de bironga y botana. No te preocupes, ya cuando cobres te disparas unas
birongas.
Lo primero que pensé fue que me
estaba albureando, pero estaba equivocado.
BIRONGA = CERVEZA.
Etimología = BEER (Cerveza en
inglés, se pronuncia Bir) y ONGA (complemento gramatical del sustantivo 😊).
PARQUEAR.
Como lo dije, llegué a la
frontera con una mano por delante y otra por detrás. Sin embargo, gracias a la
generosidad de mi hermana Nancy y de mi cuñado Beto, a veces me iba manejando
al trabajo en uno de sus coches.
La primera vez que llegué en auto
el guardia me señalo un lugar en el estacionamiento y me dijo:
—Parquéate allá, al lado del Toyota
rojo.
PARQUEAR / PARQUEARSE =
Estacionarse. Estacionar el coche.
Etimología: PARK (Estacionarse en
Inglés).
La zona fronteriza recibe la
influencia del SPANGLISH que hablan los Tex Mex.
SPANGLISH = Una curiosa mezcla de
español e inglés que hablan los México Estadounidenses que viven en la zona sur
de Texas y a lo largo de toda la frontera.
TEX MEX = Texanos de origen
Mexicano. Hablan inglés y un poco de español que aprendieron de sus padres y
abuelos.
HABLAR PA’TRAS.
Me urgía saber el estatus de unas
materias primas que habían llegado a la bodega del lado americano y debían
importarse urgente a México. La línea de producción estaba detenida.
Después de insistirle a Felipe que
el material urgía, este me respondió:
—Ta bueno Oscar, déjame checo las
fracciones arancelarias y yo te hablo pa’tras y te confirmo.
Fiel a mi cultura veracruzana,
creí que me estaba albureando o se estaba burlando de mí. ¿Acaso planea
hablarme de espaldas o por el trasero, o cómo?
Una vez más estaba yo equivocado.
HABLAR PA’TRAS = I WILL CALL YOU
BACK (Yo te regreso la llamada).
Etimología = Este es un típico
caso de castellanización de frase inglesa. Se escucha mucho en las comunidades Tex
Mex.
RUCA.
De acuerdo al Diccionario de la
Lengua Española, la Ruca es una planta silvestre perteneciente a la familia de
las crucíferas. Sus flores poseen tonalidades de color violeta y florece en
primavera en el centro y este de España.
En el centro y sur de México la palabra
Ruca se emplea para referirse, de forma despectiva, a una mujer entrada en
años. Es vulgar y también la emplean los jóvenes cuando se disgustan con sus
padres o maestros, o con cualquier figura de autoridad.
Grande fue mi sorpresa cuando la
escuché por primera vez en frontera mientras estaba en una junta de producción.
Estábamos tratando de programar una línea de producción para que trabajara Tiempo
Extra, y poder así terminar un producto urgente para un cliente.
—Ya tengo la línea casi completa.
Nadamás me falta la persona que empaca el producto. Dice que no puede quedarse porque
tiene un compromiso —explicó Tomás, el supervisor de producción.
—Háblate con la otra ruca, ¿cómo
se llama? La que está en el área de inspección —respondió el Gerente de
Producción.
En ese momento la “ruca” en
cuestión iba pasando frente a la oficina. Era una joven de unos veinte años a
lo mucho.
La palabra la he escuchado en
repetidas ocasiones. Siempre haciendo referencia a mujeres jóvenes, nunca a mujeres
mayores. Y lo más curioso es que hasta donde he podido verificar, las jóvenes aludidas
no se sienten ofendidas. Al parecer es un caló aceptado en la región.
RUCA = Cualquier persona joven
del género femenino. Se escucha en sectores populares.
TIRAR LA PIEDRA.
Llegue una mañana buscando con
urgencia a Tomás, el supervisor de producción. Había un producto urgente que no
se había completado y necesitaba saber cuándo quedaría.
En la oficina solo estaba el
gerente. A pregunta expresa ¿Dónde está Tomás?, su respuesta fue:
—Fue a tirar la piedra, ahorita
viene. ¿Qué necesitas?
TIRAR LA PIEDRA = Ir al baño y
hacer del dos.
Sin comentarios.
MADREÁRSELA.
La primera vez que escuché esta
palabrita fue dos años después de haber llegado a la frontera.
Fue mi compañera Marcia la que me
dijo:
—Hubieras estado en la junta. El
Peter (un tex mex) estaba bien enojado y comenzó a tirarte pedradas. ¿Sabes que
dijo?
—¿Qué dijo? —respondí.
—Dijo: El Oscar se la madrea
mucho y su jefe lo consiente demasiado.
Cuando me explicaron el
significado me doblé de la risa. Esta frase es común principalmente en sectores
populares.
MADREÁRSELA = Creerse mucho. Ser
presumido(a).
MADREARSE LA COLA.
Viajaba en trolebús un viernes
por la noche. Iba de regreso a mi casa después de un largo día de trabajo en la
fábrica. Estaba muy cansado y sin ganas de nada, solo quería llegar, bañarme,
cenar algo y caer rendido en la cama.
En una de las paradas se subió
una señora de unos 40 años, bajita de estatura, delgada e impecablemente
vestida. Usaba blusa, minifalda y medias oscuras; y un par de zapatos de tacón,
negros también.
Desde que subió venía hablando
por el celular.
Y se sentó junto a mí.
Discutía animadamente con alguien
que al parecer era su hija. La conversación, como la recuerdo, fue más o menos
así.
—¡No! ¡Escúchame tu a mí! Yo no
tengo bato que me mantenga. Yo me mando sola desde hace tres años que dejé al
huevón de tu papá.
Un silencio. La hija le estaba
respondiendo.
—¿Ah sí? ¿De veras? ¡Pues estás
muy equivocada fíjate! Yo por ejemplo, ahorita voy a una cena y de ahí me voy a
ir al Wild West a bailar con unos amigos. Y de ahí pos a ver que sale ¿Cómo
ves?
Un silencio. La hija le estaba
respondiendo.
—No mija, hay una diferencia
enorme. ¡Tu si tienes bato! ¡A ti te mantiene tu bato! ¡Tu SI tienes que pedir
permiso! ¡Yo NO!
Un silencio. La hija revira con
algo más fuerte y la señora se molesta un poco más.
—¿Ah sí? No, aquí la del problema
eres tú, no él. Lo que pasa es que Tu Te Madreas Mucho La Cola. Eso es, te
madreas mucho la cola. Tu tienes obligaciones, yo no. ¿Y sabes qué? Ahí nos
vemos luego, ya me voy a bajar.
La dama cortó la llamada, se
levantó de su asiento y gritó: ¡Bajan, bajan!
El lunes siguiente realicé una
investigación entre mis compañeros y así pude comprender la frase en cuestión.
MADREARSE LA COLA = MADREARSELA
pero al doble, es decir, creerse demasiado, creer que el mundo gira sobre uno.
Continuará…
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