La Resurrección de los Muertos | Tradición Cristiana.
En un artículo previo titulado
“Reencarnación y Resurrección | ¿Cuál es la diferencia?”, expuse de manera
general las respuestas de las tradiciones orientales y del cristianismo en
relación al destino de los seres humanos después de la muerte.
Las tradiciones orientales como
el hinduismo y el budismo proponen que el alma de las personas es inmortal y
renace en nuevos cuerpos a lo largo del tiempo. En una búsqueda de
perfeccionamiento continuo, las almas experimentan la vida terrenal hasta
alcanzar un estado de pureza que los hace entrar a nuevos niveles de realidad
metafísica.
El cristianismo por su parte
expone que el alma de las personas que mueren se anclan en una realidad
metafísica (espiritual) en espera de un juicio final. Cuando este llegue todos
serán resucitados en cuerpo y alma por medio de un Cuerpo Glorificado,
y vivirán en la eternidad contemplando a Dios. Los resucitados serán
instrumentos de justicia para la gloria del Altísimo.
Fueron varias las voces que me
pidieron profundizar en el tema de la resurrección cristiana y los cuerpos
glorificados. Este artículo es mi humilde respuesta.
Para su realización utilicé los
pasajes bíblicos más reveladores sobre el tema, y me basé en la Biblia Católica
Latinoamericana.
FILIPENSES 3:20-21 (Glorificación del Cuerpo).
En este pasaje, el apóstol Pablo exhorta a los destinatarios
a vivir de manera correcta, siguiendo la verdad que el les reveló. Su argumento
cierra de la siguiente manera:
“Nosotros tenemos nuestra patria en
el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el
Señor. Pues el cambiará nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que
puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, de que
irradia su gloria”.
Filipenses 3:20-21.
Nuestra patria está en el cielo
dice el apóstol. Al cielo iremos por medio de la gracia salvífica de Jesucristo
y lo haremos con un cuerpo semejante al que Él utilizó cuando resucitó después
de haber muerto en la cruz.
En las primeras comunidades
cristianas, esta creencia se intercalaba con otras procedentes del paganismo y
mucha gente llegaba a la conclusión de que el cuerpo material era corrupto y
por lo tanto malo, sin importancia. Al carecer de importancia, daba igual lo
que se hacía con él. Esto derivaba en excesos de quienes sometían sus cuerpos a
la gula, la pendencia, la lujuria y las desviaciones.
El cristianismo desde sus inicios
siempre rechazó esta idea. Para los apóstoles el cuerpo material era sagrado,
corruptible pero sagrado. Era y es el templo donde habita el espíritu de Dios.
Veamos el siguiente pasaje:
1 CORINTIOS 6:19 (El cuerpo es templo del Espíritu
Santo).
“¿No saben ustedes que su cuerpo es
templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que está en ustedes? Ya no
se pertenecen a sí mismos.
1 Corintios 6:19.
Hay una razón por la que Pablo
insiste en la santidad del cuerpo material: la enseñanza del gnosticismo.
El gnosticismo era un conjunto de
doctrinas que proponían, entre otras cosas, la existencia de la dualidad en el
mundo. El bien contra el mal, lo bueno y lo malo. El cuerpo y el alma. El
cuerpo era la versión mala y corrupta de la existencia, mientras que el alma
era lo único bueno en el ser.
“No se dejen engañar” dice
el apóstol Pablo, “las doctrinas malas corrompen las buenas conductas”.
1 Corintios 15:33.
1 CORINTIOS 15 (¿Con qué cuerpo vamos a resucitar?).
Y así llegamos al tema central de
este artículo. ¿Cómo será ese cuerpo con el que resucitaremos?
Lo mejor es dejar que el mismo
apóstol Pablo nos lo explique.
Para ello inicia con una breve
parábola, invitándonos a reflexionar en el ciclo de la vida vegetal:
“¡Necio! Lo que tú siembras debe
morir para recobrar la vida. Y lo que tu siembras no es el cuerpo de la futura
planta, sino un grano desnudo, ya sea de trigo o de cualquier otra semilla.
Dios le dará después un cuerpo según lo ha dispuesto, pues a cada semilla le da
un cuerpo diferente”.
1 Corintios 15:36-38
Y de inmediato entra en materia:
“Lo mismo ocurre con la
resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo en descomposición, y se
resucita incorruptible. Se siembra como cosa despreciable, y resucita para la
gloria. Se siembra un cuerpo impotente, y resucita lleno de vigor. Se siembra un
cuerpo animal, y despierta un cuerpo espiritual. Pues los cuerpos con vida
animal son una realidad, también lo son los cuerpos espirituales”.
1 Corintios 15:42-44.
Es probable que el párrafo
anterior haya dejado confundidas a las congregaciones de la ciudad de Corinto. El
apóstol Pablo lo intuye y de inmediato procede a reforzar la idea:
“Entiéndanme, hermanos: lo que es
carne y sangre no puede entrar en el Reino de Dios. En la vida que nunca
terminará no hay lugar para las fuerzas de descomposición. Por eso les enseño
algo misterioso: aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados
cuando suene la última trompeta. Será cosas de un instante, de un abrir y
cerrar de ojos. Al toque de la trompeta los muertos resucitarán como seres
inmortales, y nosotros también seremos transformados”.
1 Corintios 15:50-52.
El apóstol estaba convencido de
que la segunda llegada de Cristo ocurriría en su misma época, por eso urgía a
sus seguidores a arrepentirse para estar listos. Los muertos resucitarían en
cuerpos glorificados, y los que estuvieran vivos serían transformados en un
abrir y cerrar de ojos en cuerpos gloriosos, listos para ascender a la
presencia del señor Jesucristo.
Pablo no fue el único que expuso
el tema de la resurrección. En las cartas de Juan y Lucas encontramos
referencias claras.
1 JUAN 3:2 (Cuando Jesús regrese seremos semejantes a Él).
“Amados, a pesar de que ya somos
hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que
cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal
como es”.
1 Juan 3:2.
Claramente esta carta nos confirma
lo ya expuesto por el apóstol Pablo. Cuando seamos resucitados lo veremos a Él,
y poseeremos la misma composición física corpórea que Él. Y lo identificaremos
de algún modo que hoy no sabemos porque es un misterio no revelado.
¿Cómo será la apariencia del Cuerpo Glorificado?
Juan el evangelista nos dice en
su carta que nuestro cuerpo glorificado poseerá la misma apariencia que tenía cuando
estábamos en vida, cuando éramos cuerpo normal; pero será en una versión superior,
mejorada. En este pasaje Jesús se presenta a sus apóstoles después de haber resucitado
de la muerte:
“Ese mismo día, del primero después
del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos
y les dijo: <¡La paz esté con ustedes!>. Dicho esto, les mostró las manos
y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor”.
Juan 20:19-20.
Está muy claro que todos lo
reconocieron. No había duda, era Él.
Finalmente Lucas nos expone
algunas características adicionales del Cuerpo Glorificado:
“Mientras estaban hablando de todo
esto, Jesús se presentó en medio de ellos (y les dijo <Paz a ustedes>).
Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, pero él les
dijo: <¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis
manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene
carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo> (Y dicho esto les mostró las
manos y los pies).
Y como no acababan de creerlo por
su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: <¿Tienen aquí algo que
comer?> Ellos entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado (y una
porción de miel); lo tomó y lo comió delante de ellos ”.
Lucas 24:36-43.
“Miren mis manos y mis pies: soy yo”
Este pasaje es extremadamente dramático.
Tratemos de imaginar la escena: un grupo de hombres abatidos, profundamente
deprimidos, tristes, desolados, llorosos y aturdidos por el horripilante
destino de su amado maestro, de pronto lo ven entrar a su escondite muy
tranquilo y alegre. El impacto debió ser muy fuerte.
El pasaje es también muy
revelador. Por medio de el podemos saber algunas cosas sobre el Cuerpo
Glorificado: No es un espíritu, tiene materia, se puede palpar, puede atravesar
paredes y es capaz de comer alimento sólido aunque no lo necesite para
sobrevivir. Estamos ante una revelación portentosa, misteriosa, que va contra
las leyes conocidas de la naturaleza. Estamos ante un evento sobrenatural.
El mismo Lucas nos hace una
última revelación de la naturaleza del Cuerpo Glorificado en el siguiente
pasaje. Estamos en los últimos minutos de la presencia de Jesucristo resucitado
en este plano terrenal. Se acaba de despedir de todos y finalmente inicia su
partida definitiva:
“Dicho esto, Jesús fue arrebatado
ante sus ojos y una nube lo ocultó de su vista. Ellos seguían mirando fijamente
el cielo mientras se alejaba”.
Hechos 1:9-10.
Este pasaje nos revela que cuando
seamos resucitados nuestro Cuerpo Glorificado será capaz de elevarse por los
cielos y no estará sujeto a las leyes de la gravedad.
Esto es palabra de Dios y es lo que
profesamos todos los cristianos en el mundo. En estos eventos y promesas están
fincadas nuestra fe y esperanza en un mundo mejor, en una vida mejor…en el
Reino de los Cielos.
Cada día Nuestro Señor Jesús nos manifiesta su infinito Amor, de distintos modos y este artículo, es uno de esos modos. Profundizar en el tema de la Resurrección de Nuestro Señor, nos lleva a reflexionar en nuestra propia vida y la importancia de cuidar de todo lo que Dios nos dio para vivirla, incluyendo nuestro cuerpo físico, templo del Espíritu Santo para que el día de mañana, cuando Dios nos llame, podamos alabarle adecuadamente en un Cuerpo Glorificado🙌
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