La Paradoja de Fermi | Misterios del fenómeno ovni sin resolver.
En 1961 el astrónomo Frank Drake
postuló una compleja ecuación matemática para estimar las posibilidades de
encontrar civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia, la Vía Láctea. El
resultado que obtuvo fue: 10 posibles civilizaciones detectables.
La ecuación contempla los
siguientes elementos:
—Ritmo anual de estrellas “adecuadas”
en la galaxia.
—Fracción de estrellas que tienen
planetas en su órbita.
—Número de planetas orbitando
dentro de la “zona de habitabilidad”. Es decir, a distancias adecuadas (entre
los planetas y sus estrellas) para producir vida.
—Fracción de esos planetas dentro
de la zona de habitabilidad en los que la vida se ha desarrollado.
—Fracción de esos planetas en los
que la vida inteligente se ha desarrollado.
—Fracción de esos planetas en los
que la vida inteligente ha desarrollado una tecnología e intenta comunicarse.
—Lapso, en años, en el que una civilización
inteligente y comunicativa puede existir.
Con el paso del tiempo esta
ecuación ha sido modificada en base a los avances tecnológicos y la acumulación
de información que se tiene del espacio, cada día más sofisticada gracias a los
telescopios espaciales y a la información que envía el Voyager a la tierra.
Los resultados son muy variados.
Algunos apuntan a probabilidades
muy bajas de existencia de civilizaciones extraterrestres; menos del 1 por
ciento. Otros arrojan datos sorprendentes y sostienen la posibilidad de que
haya miles y hasta millones de civilizaciones dentro de la galaxia.
En la década de los 80 del siglo
pasado, el ufólogo español Salvador Freixedo afirmaba categóricamente que
preguntarse si existían o no los ovnis era algo ridículo, obsoleto, producto de
la necedad de negarse ante la apabullante realidad.
¿Cuál realidad?
La realidad del fenómeno ovni, respondía
con aplomo. Las evidencias acumuladas de avistamientos, contactos, y viajes de
humanos en naves extraterrestres son de tal magnitud que ya no es válido dudar
sobre este fenómeno. Es más adecuado hacernos preguntas como: ¿A qué vienen?
¿Desde cuándo han visitado nuestro planeta? ¿De dónde nos visitan? ¿Cuántos
son? ¿A cuantas civilizaciones representan? ¿Nos van a destruir o quieren
ayudarnos a superar nuestros problemas?
A partir de estas preguntas se
han desarrollado innumerables teorías que pretenden responder desde enfoques pseudocientíficos
hasta espirituales y de la nueva era. Algunos juran tener contactos regulares
con extraterrestres y otros más se han atrevido a revelar mensajes para la
humanidad. Hay quienes afirman que Jesucristo era un extraterrestre.
Todo esto es muy intrigante y por
consecuencia vende mucho y mantiene a amplios sectores de la población en la
expectativa de una visión, un contacto, o de plano una revelación a nivel
mundial.
Los gobiernos del mundo han
callado durante décadas aunque en épocas recientes han mostrado apertura al
tema. La NASA ha revelado paulatinamente información clasificada que confirma
lo que ya muchos sabemos: el fenómeno ovni es completamente real.
La Paradoja de Fermi.
Enrico Fermi fue un físico
italiano que trabajó en los Estados Unidos en la década de los años 50 del
siglo pasado. Fue amigo y compañero de trabajo de Albert Einstein.
Durante una conversación informal
con algunos de sus colegas, físicos y astrónomos, Fermi lanzó una pregunta a
manera de reto:
Si tanta evidencia hay y
tantos avistamientos se han realizado, y tan seguros estamos del fenómeno ovni,
entonces yo pregunto: ¿Dónde están? ¿Por qué no hemos encontrado rastros concretos
de vida inteligente? ¿Dónde están sus naves, sus transmisiones, sus sondas y
sus emisiones de radio?
Más allá de todos los
avistamientos, lo cierto es que la agencia estadounidense para la búsqueda de
vida extraterrestre inteligente, denominada SETI, no ha encontrado
emisiones de radio procedentes de ningún sistema solar cercano al nuestro,
ninguno. Las emisiones de radio se consideran el mejor medio de comunicación
interestelar y se asume que cualquier civilización extraterrestre que haya
logrado cierto nivel de desarrollo tecnológico las usaría.
La paradoja de Fermi es la
discrepancia entre la falta de evidencia concluyente de vida extraterrestre
avanzada y la alta probabilidad de su existencia. Es decir, es altamente
probable que exista vida inteligente avanzada en la galaxia, pero no se dispone
de evidencias concluyentes que lo confirmen.
En México, durante más de 30 años,
el periodista e investigador del fenómeno ovni Jaime Maussan ha mantenido en
vilo a los fanáticos del tema. Año tras año ha asegurado que ya están aquí (los
extraterrestres) y que en cuestión de meses se darían a conocer con un mensaje
a la humanidad. ¡Fuera máscaras!
Eso no ha ocurrido.
La paradoja de Fermi ha intrigado
a científicos y filósofos durante décadas. Si el universo es tan vasto y
antiguo, ¿por qué no hemos encontrado evidencias de otras civilizaciones
inteligentes?
Existen varias posibles
explicaciones para esta paradoja:
—La vida inteligente es
extremadamente rara. Es probable que la vida compleja y la inteligencia sean
eventos extraordinariamente improbables en el universo.
—Las civilizaciones inteligentes
se autodestruyen. Quizás las civilizaciones avanzadas tienden a desaparecer
antes de poder establecer contacto con otras. (Que mejor muestra que la
civilización humana que hoy día posee la tecnología para autodestruirse. Existe
armamento nuclear de sobra para destruir a la humanidad. Y no se diga de los
estragos que estamos produciendo en el planeta como especie depredadora).
—Estamos solos en el universo. Es
posible que la vida inteligente exista únicamente en nuestro planeta.
—No estamos buscando en los
lugares correctos o de la manera correcta. Es probable que aun no hayamos
desarrollado la tecnología necesaria para detectar otras civilizaciones.
Yo agregaría otra posible
explicación:
—Como practicante de la fe
cristiana, creo por fe en la existencia de un reino celestial que no se rige
por las leyes del universo visible. Creo en la existencia de entidades
inteligentes creadas por la Divinidad Suprema, nuestro Padre Celestial. La vida
en ese reino no es de origen biológico; no obedece a los ciclos de nacimiento,
desarrollo y vida que imperan en los ecosistemas del planeta tierra. No es vida
basada en el carbón pues.
Desde esta óptica, es posible,
como decía Carl Sagan, que existan otros tipos de vida creados a partir de las
condiciones materiales de los planetas donde surgen. Por ejemplo, sabemos que
Saturno y Júpiter son planetas gaseosos. Están formados principalmente por gases
(a diferencia de la tierra que está formada por roca y minerales). Y así, de la
misma manera que la vida biológica en la tierra surge a partir de los elementos
materiales (carbón, azufre, hierro, etcétera), la vida en Júpiter bien podría
surgir a partir de complejas combinaciones de gases.
Esto último es imposible desde un
punto de vista científico humano, pero cuando abrimos nuestra mente a la
complejidad del cosmos, las posibilidades se tornan infinitas.
Y tu querido lector(a), ¿qué
opinas?
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