Nepos, Nepotis | Nepotismo del Bienestar.

 



En septiembre de 1983 inicie mi formación académica preparatoria, lo que hoy se conoce como Educación Media Superior, en la Escuela Secundaria y de Bachilleres Oficial #8 “Emiliano Zapata”, mejor conocida como la ESBO #8. Tenía 14 años.

Se vivían tiempos nuevos en mi natal Poza Rica, Veracruz. El recién electo presidente de México, el Licenciado Miguel de la Madrid, había prometido grandes cambios con su legendario lema “Renovación moral de la sociedad”. Eran años difíciles, posteriores al declive económico sufrido en el sexenio anterior, con el tristemente célebre José López Portillo y Pacheco.

En el calendario de clases del primer día, aparecía una materia cuyo nombre me intrigaba: Etimologías Grecolatinas del Español. El docente: el profesor Javier Alejandro Bustos. Extraordinario maestro, ya me había dado clases en secundaria y tenia muy buenas experiencias académicas con él. Con una personalidad fuerte y un dominio extraordinario de los temas, sus clases eran verdaderas joyas.

Y así llegamos mis compañeros y yo a esa primera clase de etimologías con el profe Bustos. Aprenderíamos gramática latina durante el primer semestre y para el segundo periodo, griego y más griego.

Una de las primeras etimologías que estudiamos fue:

NEPOS – NEPOTIS.

(NEPOTISMO).

La palabra Nepotismo tiene sus raíces lingüísticas en el latín. Se usaba en la antigua roma para describir la práctica de beneficiar a familiares en asuntos de índole público. Significaba dar preferencia y beneficios (injustificados) a familiares y amigos en lugar de lo que marcaba la ley. Era común en el ámbito de la administración pública donde los magistrados y senadores heredaban puestos de gobierno a sus hijos, hermanos, padres, sobrinos y demás familiares.

Y así, de la mano experta del profe Bustos, aprendimos a declinar (conjugar) el verbo Nepos en todas sus formas: nominativo, genitivo, dativo, acusativo, y vocativo. Aprendimos a elaborar pequeñas frases en latín y a leer fragmentos de poesía romana en su lengua original.

El Nepotismo es una práctica que lamentablemente ha estado presente en la política mexicana desde entonces. Es muy propio de la idiosincrasia mexicana el dar siempre preferencia a familiares y amigos en asuntos laborales, pasando por alto criterios de índole legal y meritorio.

Es clásico el ejemplo del jefe (empresarial o político) que promueve a un familiar en lugar de promover a la persona que realmente merece el ascenso. El mismo José López Portillo señaló en una ocasión a su hijo mayor (José Ramón) como el orgullo de su nepotismo.

Durante mis 25 años de trabajo en industria maquiladora, jamás utilicé mis puestos de mando para ejercer el nepotismo. Me formé con jefes estadounidenses y aprendí el valor del mérito y el esfuerzo como únicos mecanismos para ascender en la jerarquía empresarial. Facilité, eso sí, la entrada de algunos primos a mi empresa pero siempre con puestos operativos, de modo que fueran ellos los que con su esfuerzo construyeran su camino y sus promociones.

Uno de ellos, Agustín, es hoy día un reconocido Gerente de Ingeniería en una empresa maquiladora.

Recientemente la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó desde la mañanera una propuesta de ley anti nepotismo. Insistió en que la erradicación de esta práctica en las esferas gubernamentales era un paso necesario para la consolidación democrática del movimiento de la 4T.

Reconozco que esbocé una sonrisa de aprobación.

Esa propuesta llega muy tarde, pero al fin llegó.

La propuesta se entregó al Congreso de la Unión, dominado por el partido Morena, y se esperaba una aprobación mayoritaria, tratándose de algo positivo para el gobierno, para el régimen, y en última instancia, para el pueblo bueno y sabio.

Además, traía el sello de presidencia. ¿Qué podía salir mal?

El partido Morena y sus secuaces (Partido Verde Ecologista, Partido del Trabajo, y personajes de alto calibre recién llegados al partido), consideraron que la propuesta es muy buena. Demasiado buena. Tan buena que no es conveniente para el pueblo implementarla por ahora.

Y así, con el apoyo del pueblo bueno y sabio que tan honrosamente representan, decidieron por unanimidad (exceptuando a la oposición) aprobar la ley, pero posponer su implementación hasta el año 2030.

¡Hasta el 2030!

El problema es que están en puerta algunas elecciones a gobernador en las que Morena y sus secuaces se verían afectados por esta nueva ley, y el pueblo de México no quiere eso. El pueblo quiere que esa ley, muy extraña por cierto, se implemente hasta el 2030.

Y en esta nueva república, el pueblo manda y el congreso obedece.

Tendremos cinco años más de Nepotismo del bienestar.

 

Postdata:

La presidenta Claudia, al enterarse de la decisión del congreso, declaró que espera que los integrantes de Morena respeten los estatutos y no pongan “ningún familiar de uno y otro cargo” durante el proceso electoral del 2027 porque de hacerlo “se van a ver muy mal”.

Pues sí, pero es que el pueblo así lo quiere, y pues que se le va a hacer.

La reserva fue firmada por dos de los más dignos representantes del pueblo de México: Manuel Velasco del Partido Verde Ecologista, y Adán Augusto López de Morena.


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