5 de Mayo | ¿Qué celebramos en realidad?
Hoy 5 de mayo del 2025 conmemoramos
un año más de la gesta heroica realizada por el ejército mexicano contra el
ejército invasor francés. Ocurrió en 1862. Las tropas mexicanas, técnica y
militarmente inferiores a las francesas, derrotaron al enemigo gracias a la
entrega de hombres y mujeres que dieron la vida por defender la tierra. Gracias
también a la brillante estrategia del general al mando, don Ignacio Zaragoza; y
de otros militares de alto calibre entre los que podemos mencionar a Porfirio
Díaz y Miguel Negrete.
Lo que nadie dice es que después
de este triunfo el ejército mexicano terminó perdiendo la plaza (ciudad de
Puebla), y eventualmente el país entero. Los franceses lograron imponerse,
derrocaron al presidente Benito Juárez e impusieron, previo convenio con el partido
conservador mexicano, al archiduque Maximiliano de Habsburgo.
Ganamos la batalla del 5 de mayo de 1862, pero perdimos la guerra.
¿Qué celebramos entonces?
No es fácil responder.
Cada quien tiene su
interpretación de la historia.
En lo personal, siempre había
considerado este episodio como algo no digno de ser celebrado. En los 25 años
que trabajé en empresas estadounidenses, me cansé de explicarles a mis jefes
gringos, grandes admiradores de la batalla de Puebla, que al final la guerra se
había perdido. Nunca me hicieron caso, o tal vez nunca me entendieron. El 5 de mayo
se celebra en grande en los Estados Unidos gracias a la comunidad mexicana
radicada allá y que se cuenta por decenas de millones. Es el día del guacamole.
Con el tiempo, mi perspectiva ha
cambiado y considero que si hay que celebrar, y mucho.
En primer lugar debemos ampliar
un poco la visión de la historia. Ampliar el periodo que abarcó desde la
llegada de los franceses hasta su expulsión total y fusilamiento de Maximiliano
de Habsburgo.
En efecto, ganamos la batalla y
perdimos la guerra, pero al final logramos expulsarlos del territorio mexicano provocando
una gran humillación al ejército francés y al inepto y ambicioso emperador
Napoleón III, sobrino de aquel loco que también soñó con apoderarse del mundo:
el tristemente célebre Napoleón Bonaparte.
¿Qué celebramos entonces?
Celebramos el triunfo de una
coalición de hombres y mujeres que defendían la causa liberal, la causa de don
Benito pues. Gracias a esto, nuestros tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y
padres lograron conformar al México en el que hoy vivimos. Y esa es una
realidad pura y dura, sin interpretaciones. Nos puede gustar o no, pero es el
único México que tenemos.
¿Nos hubiera ido mejor si hubieran
ganado los conservadores?
No lo se.
Dudo mucho que alguien lo sepa.
Pero esa no es la cuestión. Lo
que importan son los hechos, y los hechos de esa época que hoy recordamos
sirvieron para formar las bases constitucionales del México porfirista, el cual
dio lugar, después de treinta años en el poder, a un movimiento revolucionario del
cual emergió una nueva Constitución, la de 1917, que es la que actualmente rige
nuestro país y que para bien o para mal ha sufrido muchos cambios en tiempos
recientes.
¿Qué celebramos pues este 5 de mayo?
Celebramos el México de hoy. El
México en el que vivimos hoy. Ese México en el que nos movemos día tras día,
con todo lo bueno y todo lo malo. Con gobiernos buenos y gobiernos nefastos. Celebramos
el México de las dictaduras y las democracias, el México plural, hermoso y
violento, santero y guadalupano, místico e irreverente, injusto y heroico.
Este 5 de mayo celebramos el país
que tenemos.
Tal cual.
PD: Y parafraseando a la
presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en relación a los países extranjeros: Colaboración
y trabajo en equipo, siempre. Sumisión e imposición, jamás.
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