Poza Rica, Veracruz | Crónica de una desgracia.
La primera en aparecer fue la
gobernadora. Un día antes de la tragedia le preguntaron qué opinaba sobre la
peligrosa crecida de los ríos al norte del estado, ella respondió que eran
desbordamientos ligeros. A la mañana siguiente, colonias enteras fueron
arrasadas por las caudalosas aguas del río cazones, y la muerte llegó puntual a
su cita.
Desde ese día, los habitantes de
Poza Rica han vivido horas y días de angustia creciente, sin saber con certeza
que hacer. Aunque se han intentado cuantificar los daños, lo cierto es que aún
no se puede determinar el número total de muertos y desaparecidos. Muchos
fueron arrastrados a zonas lejanas de la ciudad y su identificación será lenta
y con altas probabilidades de no localizarlos a todos.
Después, durante el fin de semana,
cuando el nivel del agua había bajado lo suficiente, la mismísima presidenta se
apersonó en la zona pero se negó a escuchar los reclamos de la gente. Intentó
silenciarlos con la clásica señal de llevarse el dedo índice a la boca y lo
único que obtuvo fueron más gritos y reclamos.
Reclamos de gente que llevaba
días sin dormir, sin comer, apenas un poco de agua para continuar la búsqueda
de sus familiares y amigos mientras las autoridades observaban con estupor,
sabiéndose superados por la tragedia. Sin recursos ni liderazgo efectivo. A la
deriva, al grito de la gente que les señalaba ¡busquen aquí! ¡escarben allá!
Como era de esperarse, la
tragedia se politizó.
Para el gobierno parece ser igual
de importante el deslindarse de toda responsabilidad mientras continúa con la
búsqueda de desaparecidos y el reparto de ayuda. ¡Cual ayuda! reclaman
los ciudadanos, ¡a nosotros no nos ha apoyado nadie! ¡solo la sociedad civil
que se ha solidarizado, del gobierno no hemos recibido nada! exclaman con
voz entrecortada, carrasposa de tanto llorar y gritar, y de tanta pestilencia
que cada vez es más insoportable.
Y mientras eso ocurre en las
calles de la ciudad, en la capital del país, durante las conferencias
denominadas “del pueblo”, vemos a una presidenta poniendo toda su energía y
capacidad retórica para justificar el actuar “preciso” de la gobernadora
mientras al mismo tiempo culpa a los medios zopiloteros que actúan como buitres
al acecho de la raja periodística sensacionalista.
¡Como si los medios hubieran
provocado las lluvias!
¿Se puede responsabilizar al
gobierno de semejante tragedia?
¿Estaban al tanto las autoridades
de lo que se avecinaba y decidieron no alertar a la población con tácticas
persuasivas directas?
¿Realmente les valió madre como
sostienen los medios y la oposición?
Es difícil saberlo con plenitud y
certeza.
Lo que si podemos hacer es un
recuento de los acontecimientos ocurridos en los días previos a la tragedia.
Ellos nos pueden acercar de manera objetiva a lo que realmente pasó. Para ello
se revisará minuciosamente una serie de advertencias lanzadas por un organismo
federal, nada más y nada menos que el Servicio Meteorológico Nacional.
Lunes 6 de Octubre | Cuatro
días antes de la tragedia.
El día lunes, el maestro Fabián Vázquez
Romaña, coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) informó en
cadena nacional sobre un pronóstico de lluvias intensas que duraría varios días
(mínimo tres días seguidos).
Para el día lunes se
pronosticaron lluvias torrenciales de 150 a 250 milímetros durante 24 horas
para el norte de Veracruz. Nadie hizo nada.
Martes 7 de Octubre | Tres
días antes de la tragedia.
Para el día martes el maestro
Fabián Vázquez Romaña ratificó nuevamente el pronóstico de lluvias torrenciales
para la zona norte de Veracruz. Este día hizo hincapié en el hecho de que lo
más intenso de las lluvias de todo el país estaban pronosticadas precisamente
para la zona norte del estado. El nivel de agua se estimó en más de 250
milímetros acumulados.
El directivo alertó que las lluvias
que caerían en los estados de San Luis, Tamaulipas (sur) y el centro de México
tenían un potencial devastador para la zona norte de Veracruz por la existencia
de numerosos ríos que desembocan en el golfo de México y que tienen que atravesar
el territorio veracruzano. Nadie hizo nada.
Miércoles 8 de Octubre | A
dos días de la tragedia.
Nuevamente el directivo del Sistema
Meteorológico Nacional habló de dos sistemas de lluvias torrenciales de
altísimo riesgo en la república mexicana. Uno de ellos se perfilaba ya para la
zona norte de Veracruz.
La preocupación para el día de
hoy aclaró el vocero, la estamos enfocando para la región de la huasteca,
norte de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Querétaro, y parte de
Puebla, hoy tendrán lluvias torrenciales.
Después procedió a explicar el significado
del métrico en cuestión:
Un milímetro de precipitación equivale
a un litro de agua por cada metro cuadrado. Si tenemos 200 milímetros entonces
equivale a 200 litros de agua por cada metro cuadrado. Esta es una situación
muy severa y extrema para la cual hay que tener mucho cuidado sobre todo por
todos los afluentes y ríos que tiene la zona norte de Veracruz.
Terminó su presentación de ese
día pronosticando 150 milímetros de lluvia adicional para la misma zona.
El principal foco de atención
en el país, concluyó, es esta región.
Nadie hizo nada.
Jueves 9 de Octubre | A un día
de la tragedia.
El vocero del Servicio
Meteorológico Nacional inició su presentación informando sobre las
precipitaciones del día anterior. Al norte de Veracruz, la precipitación máxima
fue de 280 milímetros en la presa El Moralillo. Y volvió a insistir en
que la zona norte del estado era zona de máximo riesgo.
Para este mismo día, la
gobernadora del bienestar estaba dando su célebre declaración de que el rio
cazones se había desbordado ligeramente.
Viernes 10 de Octubre | El día
de la tragedia.
Ese día miles de habitantes de la
ciudad se debatían entre la vida, la muerte y la desesperación. La tragedia
había comenzado y aun así, el vocero del SMN volvió a insistir sobre la
urgencia de tomar cartas en el asunto. Volvió a decir que todas las lluvias del
centro del país escurren hacia Veracruz.
El resto de la historia la
conocemos todos.
El gobierno ha intentado crear
dos narrativas.
La primera es que no había modo
de saber lo que se avecinaba. Insisten en que es imposible pronosticar
situaciones como la ocurrida. Simplemente no hay modo, dicen. Esto lo han
repetido hasta el cansancio en todos los niveles de gobierno: desde el
municipal, el estatal, el ejecutivo federal y hasta los legisladores suscritos
al régimen.
La segunda narrativa, la más
reciente, es aquella que dice que falló el pronóstico. Aseguran que los
servicios de protección civil no fallaron, lo que falló fue el pronóstico. Según
ellos, el pronóstico nunca dijo que habría tanta agua en la zona.
Ninguna de las dos narrativas se
sostiene ante la brutal evidencia de la realidad. Ninguna excusa o pretexto del
gobierno puede superar la evidencia clara y precisa de que la tragedia estaba
cantada y pronosticada desde al menos tres días antes.
El pronóstico vino del mismo
gobierno. El Servicio Meteorológico Nacional es una institución perteneciente a
la CONAGUA y esta a su vez, pertenece al gobierno federal.
En el antiguo Egipto, cada año se
presentaba una inundación a lo largo del río Nilo. Este evento era ampliamente
conocido por todos los habitantes, desde el Faraón hasta el más humilde de los
agricultores. Iniciaba a mediados de julio y terminaba a finales de octubre.
Todo el valle se inundaba pero a nadie tomaba por sorpresa. Sabían medir y predecir
las inundaciones, y lo más importante: sabían actuar de manera preventiva y proactiva,
sin excusas ni pretextos. El mismo Faraón supervisaba algunas de las obras.
Estas inundaciones pasaron a
formar parte de su sistema de producción agrícola. Al bajar el nivel del agua
la tierra quedaba lista para sembrarse; el limo resultante (un sedimento negro)
fertilizaba la tierra y las cosechas eran abundantes.
Hace cuatro mil años, los
egipcios desarrollaron un ingenioso sistema de riego por inundación,
construyeron extensos canales y diques, compuertas, sistemas de distribución y
almacenaje del agua, y un sofisticado sistema de drenajes que devolvía el agua
restante al cauce del rio Nilo.
Sería injusto pedir algo similar
al gobierno de la 4T.
Si al menos hubieran respetado el
fideicomiso del FONDEN (Fondo de Desastres Naturales) el cual disponía de
$50,000 millones de pesos (cincuenta mil millones de pesos) los cuales se
liberaban casi de inmediato ante una declaración de emergencia.
Durante el sexenio del presidente
anterior (AMLO), este fideicomiso fue eliminado y sus recursos (los cincuenta
mil millones de pesos) fueron destinados en su mayoría a otros proyectos del
gobierno, entre ellos el tristemente célebre tren maya.
La excusa para su eliminación fue
la corrupción imperante durante el gobierno de Peña Nieto. Eliminaron los
recursos para desastres naturales por culpa de la corrupción. Sin embargo, en
un raro giro político, el presidente del FONDEN (José María Tapia), acusado de
corrupción, fue reclutado por MORENA y fue designado candidato para competir
por la presidencia municipal de la ciudad de Querétaro. Perdió las elecciones
pero actualmente sigue siendo miembro del partido en el poder y se rumora su
candidatura para la gobernatura del mismo estado.
Para reemplazar al FONDEN, el
gobierno de la 4T creo una partida presupuestal para desastres naturales por un
total de $19,000 millones (diecinueve mil millones de pesos) de los cuales
la angustiada ciudadanía ha visto muy poco. La principal ayuda la han recibido de
la sociedad civil, colectas, y las generosas aportaciones de la iniciativa
privada.
Solo es cuestión de aritmética
simple:
FONDEN original = $55,000 millones.
“Fonden” actual = $19,000 millones.
Y tú querido lector, ¿qué opinas?
A continuación comparto la fuente
principal de este artículo. Más claro, ni el agua cristalina e impoluta de la
4T.

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