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Tragedia en el Pueblo.

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  Palmillas, Tamaulipas. Invierno de 1962.   Tirso Ramírez agonizaba recargado sobre una pared de concreto en medio de un charco de sangre; había recibido ocho balazos de pistola calibre 9 milímetros. Dos de ellos le despedazaron el hígado, uno le perforó el pulmón derecho, y el resto de las balas se incrustaron en su pecho y estómago. Moribundo y con los ojos entrecerrados, sostenía con dificultad la 38 Super que le había regalado uno de sus hermanos mayores. Esa noche perdía la vida teniendo apenas veintidós años, pero no se iba solo. Había logrado matar a dos de sus enemigos antes de ser acribillado por un tercero que solo dio la cara mientras colocaba un nuevo cargador en su pistola. Ante el asombro de los presentes, Tirso se negaba a soltar el arma. Su padre y hermanos habían mandado traer al párroco del pueblo para otorgarle los santos oleos, pero este se negaba a acercarse mientras no entregara el arma. Después de varios intentos y ante el temor de que el moribundo se fu

Reflexiones.

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  En su obra cumbre titulada Metafísica, el filósofo griego Aristóteles inicia su disertación con la siguiente frase: < Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber > Esta es una afirmación llena de optimismo y fe en la naturaleza humana la cual demuestra a cabalidad el concepto que Aristóteles tenía de la humanidad y de sí mismo. Sus escritos e ideas dieron forma al desarrollo del pensamiento científico de la antigüedad, e influyeron en la evolución de las culturas cristiana y musulmana durante la edad media. El deseo de saber está arraigado en nuestro ADN biológico y cultural. Necesitamos saber de manera constante, conocer lo que viene en el futuro inmediato y lejano, saber lo que piensan otros, saber, saber, y más saber. Es una parte integral de nuestra evolución. El impulso está inherente en nuestros pensamientos y actos, y en ocasiones sin darnos cuenta. En este artículo me propongo desarrollar mis ideas y opiniones sobre temas que son de vital importanc

La Italiana.

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  La noche del sábado 9 de enero del 2010, el museo de la Hermandad México-Cuba ubicado en la ciudad de Tuxpan, Veracruz ofreció al mundo un espectáculo nunca antes visto en la historia de ambos países. Mucha tinta corrió a raíz de los acontecimientos que ahí ocurrieron. Periodistas de todo el mundo llegaron a granel buscando entrevistar a los principales testigos presenciales. Los hechos estaban grabados y documentados por los medios audiovisuales, aun así, la prensa mundial buscaba afanosamente corroborar lo ocurrido y sobre todo, aclarar las versiones que de ahí emanaron posteriormente. Esta es la historia.   Grandes celebridades del mundo del deporte, la política y del mundo empresarial, se dieron cita esa noche para presenciar un evento competitivo de clase mundial. Siendo temporada invernal, el clima estaba muy agradable por tratarse de una zona tropical. Doce grados centígrados con una ligera llovizna y algo de niebla daban al evento un toque mágico y alegórico. El museo d

Amor de Lejos…

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  Julio Capitán salió esa mañana de su casa bien bañado, perfumado y decidido a declararle su amor a Petra, la mujer más bella de la colonia. Era ahora o nunca, no podía esperar un día más. Pensaba en ella todo el tiempo, la soñaba, la idealizaba, y cuando la veía pasar por el frente de su casa, el corazón se le aceleraba a ritmo de taquicardia sin control. Su amigo Memito Simbrón, a quien de cariño le decían limón, le insistía desde hacía meses que no dejara ir esa oportunidad. —¡Anímese Julito! ¡Las palomas se cazan al vuelo! Ya no le dé vueltas. Esa señora está enamorada de usted. —¿Cómo va usted a creer eso limón? —Yo sé por qué se lo digo. La dama ya le echó el ojo. Es nomás que usted se anime. —¿A lo macho usted cree que si le gusto? —A lo macho se lo digo. Hágame caso. La dama había mandado las señales correspondientes. Pasaba todas las mañanas frente a su casa, bien arreglada. En ocasiones volteaba hacia el interior y saludaba cortésmente a quien estuviera. Se h

Churros Dietéticos

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Ciudad Victoria, Tamaulipas. Otoño de 1978. Jaimito se sentó en la banqueta triste y preocupado; no había vendido nada esa mañana. Su canasta de churros estaba intacta, el olor a harina frita en aceite y mantequilla se podía sentir a diez metros a la redonda. Ni un churro le habían comprado. Cada lunes, desde hacía más de un año, Jaimito llegaba temprano al edificio de Recursos Hidráulicos, el mismo que inauguró don Adolfo Ruiz Cortines allá por el año 1956. Se instalaba en una esquina y en menos de media hora vendía todo. Gente del segundo y tercer piso se arremolinaban para alcanzar un churro y acompañarlo con el cafecito matinal, ese que no puede faltar nunca por las mañanas. A veces no completaba para el cambio y no faltaba quien le dijera quédatelo Jaimito, pa que te compres algo en la escuela . Asistía en las tardes a una escuela primaria que estaba por las vías del tren; iba en sexto año. Lo que más lo entristecía eran las palabras de doña Ema Cortado: —Ya no te vamos

Juego de Tronos | Rally UMA (Episodio 1).

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  Rally UMA “Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento: La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada de la oscuridad. Soy el vigilante del muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir”. Escucho el eco de la última frase acompañado por un trueno y un relámpago que cimbra la frágil torre de madera donde mis compañeras y yo, mis hermanas y hermanos de lucha y yo, hemos recitado el juramento que nos hace dignos de pertenecer a la Guardia de la Noche. El cielo se ha oscurecido con nubarrones. Un viento helado ataca con intensidad inusitada. Veo gente corriendo por todos lados.

Feliz Día del Padre.

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  Ojalá sea cierto lo que dijo mi padre, es nuestra única esperanza. Alguien le aseguró que en la refaccionaria del Avalo, propiedad de un tal señor Yacamán, compran baterías de coches usadas. Pagan a peso el kilo. Nosotros tenemos 3, remanentes de tiempos mejores. Ojalá sea cierto lo que dijo mi padre porque estas pilas pesan mucho. Ya hemos caminado seis cuadras, a pleno rayo de sol. Estoy sediento y empapado en sudor. El verano es terrible en la ciudad de Poza Rica, Veracruz. Cuarenta y dos grados a la sombra. Siento que me derrito. Mi padre a sus 48 años es un hombre cansado, avejentado, y con las rodillas destrozadas. Mucho años de su juventud trabajó a la intemperie bajo el sol extremo y bajo el frio con lluvia. Descargaba bultos de cemento, trabajó en construcción de caminos a pico y pala, y eventualmente cubría turnos en las instalaciones de gasoductos de Pemex.   Hace un año fue liquidado de una empresa privada donde trabajó durante 8 años. Fue quizá su mejor época. Pe