Mi primo Andrés.

¡La arena estaba a reventar!



El recuerdo más lejano que tengo de mi primo Andrés se remonta al año 1978 o 1979. No logro ubicar el año con exactitud. Lo que si recuerdo es el lugar y las circunstancias.

Era la lucha estelar esa noche. La arena estaba a reventar. El Perro Aguayo y sus compinches golpeaban a Gran Hamada con una silla metálica justo frente a mí. Esa noche hice uno de muchos juramentos que jamás iba a cumplir: vengar a Gran Hamada y derrotar al Perro en lucha estelar cuando fuera grande.

Estaba al borde del llanto por la indignación y seguramente mi padre lo notó, porque de la nada me dijo señalando hacia las gradas: ¿ya viste quien está allá?

Hice un barrido con la vista y no distinguí a nadie que me resultara familiar. Negué con la cabeza y mi padre insistió: mira bien, allá está tu tío Andrés.

Y entonces los vi.

Mi tío Andrés estaba sentado en la butaca, con la camisa desabotonada por el calor, y con una cerveza en la mano. A su lado, mi prima Anabel, y en medio de sus piernas, paradito viendo hipnotizado la pelea, estaba mi primo Andrés. Playera de tirantes blanca con dibujos de animalitos, short oscuro y zapatos negros.

Pronto logre establecer un patrón de causa y efecto entre mi primo y el Perro Aguayo. A cada tablazo del Perro hacia Gran Hamada, mi primo levantaba sus bracitos y celebraba. No había duda, mi primo hinchaba a favor del Perro.

En casa de mi abuelita, muchas veces lo vi pedir, implorar y exigir, siendo muy pequeño, que lo llevaran a las luchas para “ver al pedo guayo”.

 

Ese niño creció, se convirtió en un joven de bien, muy educado, respetuoso y cariñoso con sus padres, hermanas, abuelitos, tíos, primos y amigos. Y llegado el momento, cumplió una de sus metas más importantes en lo profesional al graduarse como Licenciado en Derecho. Un verdadero orgullo para todos los que lo queremos y admiramos…y somos muchos.

Posteriormente encontró el amor, y no podía ser en otro lugar que en la cuna de la poesía romántica hecha cumbia: Matamoros, Tamps.

Y unió su vida en matrimonio con una mujer que le llegó enviada expresamente por Dios nuestro Señor. Porque no se puede entender de otra manera. A mi primo Andrés y a su esposa Irma, Dios los quiere de una manera muy especial; lo sabemos porque los puso a ambos en el mismo camino, y la providencia hizo que se encontraran.

Y cuando Dios da, dice la sagrada escritura, lo hace en plenitud y abundancia. Y a mi primo y a su esposa les hizo el más grande y hermoso regalo al que puede aspirar cualquier ser humano: un hijo. Un hermoso muchacho que consolida lo mejor de ambos. Un joven que es ejemplo claro de lo que produce una educación basada en el amor, los valores y el respeto. Un joven que es luz para toda su familia.

Mi primo es un luchador de mil batallas.

Mi primo, al igual que otros, sale todos los días al campo de batalla a enfrentar la vida y darle mordiscos de satisfacción, plenitud, esperanza y alegrías. Y como toda buena vida, no puede estar exenta de dificultades; el las enfrenta siempre con el espíritu cargado por el amor de su familia.

Hoy mi primo cumple sus primeros 47 años y lo celebro con alegría.

¡Enhorabuena Primo!


 

Comentarios

  1. Que bonita historia Oscar contada con tus palabras exactas para recordar tal cual esos momentos y la vida de mi hermano muchas gracias primo

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  2. Que tiempos aquellos tan bonitos como disfrutábamos ir a las luchas pero el más contento era mi hermano que disfrutaba al máximo y ese era su luchador favorito párese que lo estaba viviendo otra ves con tu exelente narración Oscar 😘 gracias

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  3. Mejor descripción de Andresito no pudiste haber hecho.

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