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Mostrando las entradas de agosto, 2023

Benito.

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Benito. Una mente brillante. Los recreos en la escuela primaria Enrique C Rébsamen eran peculiares, al menos mientras estudié ahí. Duraban media hora y siempre había una maestra dirigiéndolo todo. Con micrófono en mano y parada en lo más alto de una escalinata, se dedicaba a narrar lo que ocurría en el patio. Oye niño, si tú, no te subas al árbol, por favor bájate. A ver, allá, aquella parejita que están muy juntos, sepárense. Ustedes dos, si ustedes, no se estén peleando. Ulises, ya te vi, bájate de esa ventana. Esto se repetía todos los días. Era fascinante el hecho de enterarse de todo lo que ocurría gracias a la maestra de ceremonias. Cuando terminaba el recreo, iniciaba para deleite de todos, un show cómico y mágico. Todos los que se habían portado muy mal durante el recreo, sin importar el grado, eran pasados al frente mientras el resto permanecíamos formados en el patio. Y entonces, la maestra de ceremonias informaba a toda la comunidad estudiantil la travesura que había hecho c

El Burro y el Tigre

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Un burro divirtiendose. Aquel día en la selva, un burro y un tigre cruzaron sus caminos. Debatieron acaloradamente y apelaron al León para dirimir sus diferencias. Al final, el tigre resultó perdedor y el burro alcanzó la cima del éxito. Al menos eso es lo que la ardilla cuenta. Testigo presencial de los acontecimientos.   La tormenta de la noche anterior había dejado el suelo empantanado. Solo en las zonas altas se podía estar con relativa tranquilidad. El sol había salido a la hora de siempre, el clima había descendido a dieciocho grados centígrados, y un suave viento de otoño proveniente del norte acariciaba el pelaje del Tigre. El burro lo vio desde lejos y no lo pensó dos veces. Con un ligero trote estilo militar se acercó lo suficiente para que el tigre lo escuchara. —Bonita mañana amigo tigre. Lo reconoció de inmediato por la voz, pero lo ignoró. —Dije bonita mañana amigo tigre. —Paz y amor para ti. Saludos —respondió el tigre dando por concluido el diálogo. —Saludos cordiales p

Mi amigo El Fashion

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  Fashion. Matamoros, Tamaulipas. México. Mayo del 2001. Esa mañana llegué barriéndome a mi trabajo. Tenía una junta informativa del corporativo a las 7:30AM. Apenas tenía tiempo de encender mi computadora, checar algunos correos e ir por un café. Sobre mi escritorio había un sobre de FEDEX. Estaba dirigido a mi y el remitente era de una empresa que desconocía. Su ubicación: Quebec, Canadá. Fuera lo que fuera, no tenía tiempo de ver su contenido, aún así, lo abrí rápidamente y leí el rótulo de la carta. Estaba en francés. Monsieur Oscar X. Nous sommes heureux de vous adresser cette invitation au nom de notre partenaire Ricardo M. Hernández , qui recevra le prix du leadership d’entreprise lors d’un événement auquel nous nous réjouissons de votre présence. La carta tenía más texto pero ya no tenía tiempo de leerlo. La reunión se alargó una hora más de lo previsto. Era una conferencia telefónica donde se conectaba gente de Estados Unidos, México e Italia. Los grandes jefes estaban present

La Mosca y el Gerente

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Una mosca con habilidades especiales. Zaragoza, España. Abril del 2011.   Eduardo López de Marichalar era el nombre del nuevo gerente de la fábrica ubicada en el pueblo de Épila, comunidad autónoma de Aragón, España. Recién contratado, su misión era muy simple: revertir los efectos negativos de una mala administración, y transformar la empresa en una operación altamente rentable, en un lapso no mayor de seis meses.   La secretaria de Eduardo apareció y me indicó que ya podía pasar. Llevaba cinco minutos esperando en la antesala de su oficina. Me había convocado a una reunión para informarle sobre el estado actual del inventario y los resultados más recientes de las estrategias implementadas para reducirlo. —¡Venga macho! Adelante, en un minuto estoy contigo. Aproveché para encender mi laptop y conectarla a la pantalla tipo led que colgaba de una de las paredes. Abrí mi presentación de Power Point con cinco láminas, y esperé a que Eduardo se desocupara de una llamada telefónica con su j

El Aeropuerto

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  Aeropuerto surrealista. Zaragoza, España. Marzo del 2011.   Llevo quince minutos manejando sobre la autopista E-90 que sale de Zaragoza y lleva hasta la capital del país, Madrid. El tránsito es el habitual de las ocho de la mañana, hora en la que muchas personas nos dirigimos a nuestro centro de trabajo. A mi me esperan veinte minutos más de viaje, antes de tomar la desviación que me lleva hasta el parque (polígono) industrial donde se ubica mi empresa. He realizado este recorrido durante un mes, cinco días a la semana, y conozco la orografía casi de memoria. He decidido poner la radio y sintonizar una de las estaciones que más disfruto a esa hora, la de las noticias nacionales. El debate estaba acalorado y tenía ya rato de haber iniciado: —Que no hombre, que no. Que te lo estoy diciendo yo. Ese aeropuerto es un despilfarro monumental. —¿Y tu como sabes? Si apenas se ha inaugurado hace dos días. —El concejal y todos los de su administración son unos gilipollas de mierda que no les im

La República

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  República Popular Democrática. República Popular Democrática del Quetzal. Enero del 2055.   Rutilio Escandón Malacara cerró sus ojos, apretó cuerpo y manos, y trabó sus mandíbulas esperando lo peor. Y lo peor llegó, puntual a la cita.   La República Popular Democrática del Quetzal, RPDQ (por sus siglas), es el único país en el mundo, junto con Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde el mortal virus de la calamidacina se esparce nuevamente entre la población. Extinto desde la época de los romanos, tuvo brotes en Europa y Asia a lo largo de los dos milenios anteriores. Para finales del siglo veinte, había sido erradicado totalmente de la faz del planeta gracias al esfuerzo conjunto de todos los países del orbe. La aportación de la RPDQ había sido crucial en materia de investigación y modificación genética del virus. Sin embargo, en un giro de timón, el partido CUINO (Confederación Unida de Izquierdas Neoprogresistas Organizadas) había logrado acceder al poder de la república, y decidió, ent

METALLICA – En la antesala del Infierno

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Cortesía Pixabay - anaterate Cuando me preguntan que tipo música me gusta, suelo responder que toda. Prácticamente toda la música me gusta, en el momento y espacio adecuado. Solo hay una excepción: el Heavy Metal . Escuché por primera vez el término cuando estaba en preparatoria. Algunos de mis compañeros la escuchaban, y yo los veía de lejos caer en un trance musical que a la distancia parecía un leve ataque epiléptico. La prensa local tampoco ayudaba. Sobre este género y sus músicos, pesaba una infame leyenda negra. Es música del diablo decían las crónicas. Es música de adoración a satanás, y los que la crean lo saben . Los que la escuchan, sin saberlo, se inician en rituales de invocación al más allá, al lugar donde viven los demonios. Suficiente para mí. Era mucho más rentable escuchar lo mismo que el resto de la gente “normal”.   Ayer sábado por la mañana, mientras revisaba la cartelera cinematográfica, me pude percatar de un evento peculiar: concierto en vivo de Metallica, trans

Una charla familiar

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Un charla en familia. Remedio infalible para la tristeza. —Entonces, ¿Ya decidieron a donde quieren ir a comer? Por cierto, sean ustedes bienvenidas a mi flamante coche. Mi hermana ríe, mi sobrina mueve la cabeza en desaprobación, y mi madre solo me mira un instante de reojo. No me provoques hijo. —Tío ¿podemos ir a donde nos llevaste el otro día a comer Boneless? Es ahí en plaza fiesta. Al Daddys. —¡Qué boneless ni que nada! Vamos a otro lado —replicó mi madre. —Oscar, llévanos a Mi Pueblito —intervino mi hermana — está retirado de aquí pero al menos yo, traigo antojo de una fajita. Después de una rápida votación y por unanimidad, el lugar elegido fue el restaurante Mi Pueblito, ubicado en la calle constitución, justo a la entrada de la avenida Álvaro Obregón y frente al Museo de Arte Contemporáneo. —No se diga más —respondí— déjame programo la computadora del coche para que se conecte al GPS satelital y me indique la ruta más rápida. Tengo hambre y quiero evitar retrasos. Mi hermana

Mi Tía. El más grande regalo.

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Mi tía. El regalo más grande. Viernes 9 de mayo de 1975. Poza Rica, Veracruz. México.   ¡Yo ya estoy listo! ¡A la hora que quieran! Mis compañeros y yo llevamos dos semanas ensayando. Día tras día, después del recreo, hemos salido al patio principal a repasar toda la rutina. Baile candente al ritmo de una melodía guapachosa. Mi maestra Carolina está feliz. Estamos listos. Haremos un gran papel. Esa tarde en la escuela Miguel Alemán, celebrábamos el día de las madres. El evento principal estaba a cargo del grupo “A” de primer año de primaria, turno vespertino. Mi grupo. El silencio se adueñó del recinto, la música inició, y tres minutos después éramos aclamados por el respetable. Mi hermana Nancy, presente en ese evento, jura que mi madre rio a carcajadas durante toda la canción. Yo le creo, no era para menos. “Que le maten pollo” era el título de la cumbia que bailamos mis compañeros y yo. Con un ritmo pegajoso y una letra simple, el aclamado Conjunto Tropical Caribe tenía meses sonand

Mentir para sobrevivir

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  Un caballero Águila nunca miente. Poza Rica, Veracruz. Enero de 1981.   —¡Ya valió madres! Ya mejor ni corran. Fue lo que escuché de uno de mis compañeros que venía detrás de mí. Éramos cinco alumnos de primer año de secundaria tratando de llegar a tiempo al salón. La materia: matemáticas. El maestro: Profesor Luis Escudero Arenas. El reloj marcaba las 7:02am y la puerta estaba cerrada con llave. Después de tocar varias veces, la puerta se abrió y el profesor nos preguntó que se nos ofrecía. —Que si nos da chance de entrar —respondió Cáceres. El divino Cáceres, hijo de un rico ganadero de la comarca quien al finalizar el año reprobó todas las materias, y su padre lo premió con un viaje de fin de cursos. —¿Ah sí? ¿Quieren entrar? —preguntó el profe con un tono sarcásticamente melódico. —¡Ah No! si no quiere no, ahí nos vemos —respondió el impertinente de Palacios, mejor conocido como el shaggy. —¡Ah como de que no! ¡Claro! Pásenle, serán mis invitados en la clase —volvió a responder e